miércoles, 25 de febrero de 2009

90 días de penitencia (23)

Desayuno:
· Café cortao
. Nopán con una mijita de aceite
Hoy es mi día libre. En realidad esta semana no debería tener día libre porque ha estado muy ajetreada, pero en fin, supongo que unas semanas se perderá menos peso y otras más. El caso es que el objetivo no esté lejos, y el objetivo es perder unos cinco kilos mensuales a lo largo de tres meses. Sólo eso, no quedarme como la Twiggy. De todos modos, hay que ser moderados en el comercio y en el bebercio. Veremos a ver cómo va el día. De momento, café cortao y tostadas de esas de pan integral que viene ya tostado. Las llamo nopán. Pesan menos que un sello de dos pesetas. Les pongo un poco de aceite por encima.

A media mañana:
· Zumo de naranja
Me apetece un zumito de naranja, así que me lo tomo.

Aperitivo:
· Dos manzanillas
· Boquerones y choquitos fritos

Me voy con mi cuñao Luís a la plaza de abastos. Vamos a comprar un poquito de marisco y un choco para hacer un arroz caldoso como los que hacía mi madre, que a mi cuñao le encantan. Compramos almejas de muy buen tamaño y mejor pinta, y longuerones para el arroz, también como es natural cigalas y gambas (ya os decía el otro día que el marisco, como el jamón, han bajado de precio. Es una cuestión psicológica de las masas proletarias, pero creo que Carlos Marx no estudió esta cuestión a fondo, entre otras cosas porque él no tenía problemas para llegar a fin de mes amb nosaltres). Compramos fresas como las del otro día, las candonga esas que están tan buenas. También nos acompaña mi sobrino Luisete, que compra caballas y longuerones para una barbacoa que tiene mañana. Compartimos los tres dos medias, una de boquerones blancos de la costa, estupendos y bien fritos, y la otra media de chocos.

Almuerzo:
· Mojama de atún de Isla Cristina
· Espárragos con salsa tártara
· Gambas
· Arroz caldoso de Huelva
· Vino tinto (no puedo especificar cuánto)
· Tres o cuatro rebanadas de nopán (pan integral tostado)
· Carpaccio de mango con tartar de fresas


La mojama la corte en finas láminas y les puse en el centro un adornito de perejil y una aceituna negra. Llevan un hilo de aceite espiral, desde la aceituna negra hasta el mismo borde del plato. Tomé dos o tres láminas de mojama. Los espárragos los cubrí hacia el centro con una salsa tártara que hice con poca mahonesa (ligera o lai), alcaparras, pepinillos, aceitunas negras, pimiento morrón y cebolleta fresca más culantro (cilantro fresco) y un toque de zumo de limón. Comí tres o cuatro, no eran de un calibre muy grueso. Las gambas las cocimos como el sentido común manda. Puse la olla más grande que tengo en el fuego, y cuando rompió a hervir, pues eché un puñao de sal. Esperé a que de nuevo volviera a estar en ebullición el agua y entonces eché como trescientos gramos de gambas, no más. A los dos minutos y medio (eso del minuto es puro mito) las gambas se asomaron a la superficie para avisar, las criaturitas mías, de que ya estaban en su punto. Así que con la espumadera las fui sacando y mientras el agua volvía a encontrar su punto de ebullición, enfríe las gambas cocidas al chorro del agua fría, para que luego se pelen bien y la carne quede tersa y estupenda. Repetí la operación tres veces para cocer el kilo de gambas enterito. Las cigalas decidimos dejarlas para la noche. Y el agua de la cocción lo reservé para el arrocito.
Para el arroz, hice un refrito con media cebollita, tres dientes de ajo, una zanahoria mediana, un pimiento mediano, dos hojas de laurel y un puñao de guisantes (El puñao, para quienes están obsesionados con las cantidades, les diré que debe ser un puñao exacto). Les fui dando vueltas para que se hicieran tos por iguá valientes, y luego le puse un poco de azafrán y pimienta, poca. De sal nada, porque voy a utilizar el agua de la cocción de las gambas. Cuando la verdura empieza a estar pochada, en un momento, se añade el choco bien troceado, dando vueltas hasta que cambia de color. Entonces se echa el arroz (el tipo bomba es el mejor) y se dan vueltas pacientemente para que se impregne bien de las grasas del refrito. Y ahora se añade el agua de la cocción de las gambas (en una proporción 1/2’5) y se dan unas vueltas, dejando que el choco cueza y que el agua empiece a reducir un poco, además de que el arroz se vaya haciendo. Esto se hace así para que el choco se ponga tierno, ya que tarda. Luego, cuando al arroz calculamos que le quedarán como diez minutos (el bomba tarda más que otros arroces, pero la cosa está en ir probándolo a ver cómo está de tierno para sacarlo en su justo momento) se añaden unos longuerones y tres minutos después, unas almejas y unos langostinos pelados. Ya está. Se adorna con perejil picado muy fino y a disfrutar de la vida.
He cogido un mango y lo he pelado, para después ir sacándole láminas poco a poco y disponiéndolas de una bonita manera en una fuente redonda y grandota (premio). Con una docena de fresas del tipo candonga (o con las que tengáis, tuviera qué ver) hacemos un tartar picándolas y añadiéndoles azúcar. Se remueve bien, se deja macerar mientras comemos y cuando hemos terminado se pone el montón de fresas justo en la mitad del mango laminado. Coronándolo todo, una punta de brote nuevo de hierbabuena. Fantástico de color y excelente el contraste de sabores.

Merienda:
· Café
· Dos dulces

Hombre, después del pescaíto frito en el bar de Miguel, del arrocito y otros complementos del almuerzo, debería no haber tomado nada, pero se presentó Lola con unos dulces después de la siesta y a ver quién es el guapo que dice que no. Dos cayeron, qué le voy a hacer. Hoy, desde luego, es mi día libre, pero libre de verdad. Hoy he puesto media arroba, fijo.

Cena:
· Cigalas
· Berdigones
· Escalopes de merluza
· Ensaladilla rusa ligera
Dos tintos

Las cigalas las cuezo con la misma filosofía que las gambas. Espero que el agua esté bien salada y en ebullición y entonces introduzco tres de ellas. Espero a que me avisen las criaturitas mías, y las saco para enfriarlas enseguida. Con las otras tres hice lo mismo. Tocamos a una por cabeza. Los berdigones es ponerlos en una cazuela tapada y esperar a que se abran, ni limón ni ná. Bueno, ya sé que se escribe con uve, ya lo sé, pero en Huelva es con be, como berberecho, su nombre guiri, qué quieren que les diga, así está puesto en las pizarras de todas las tabernas y en la calle que lleva tal nombre: Berdigón, donde tiene la consulta José Luís Salvador, el traumatólogo.
Para los escalopes sigo la tradición onubense. Macero la merluza ya troceada con limón, sal, ajito y perejil muy picadito. Lo pongo todo en un tapergüer o tupperware, tapado y lo dejo reposar por lo menos un par de horas. Luego, paso el pescado por huevo (donde van dejando el ajito y el perejil que ya han cumplido su misión) y por pan rallado. El truco está en freírlos en aceite abundante y bien caliente y en tandas de pocas presas, para que no se nos baje la temperatura.
La ensaladilla rusa ya os dije el otro día cómo la hago, con mahonesa de esa lai, y no lo voy a repetir ahora, simplemente recordaros que para que sea rusa debe llevar remolacha, que es lo que le da el color rojo característico de esta insalate rose.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Puedo comprobar que el miercoles de ceniza te guardaste de comer carne, no así de marisco, y te endulzo la tarde tu Lola enamorada.

acabemos con Quevedo: … Su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado."

Bernardo Romero dijo...

Ya te digo, de comer carne creo que va a estar la cosa regular hasta que cumpla con la penitencia. Pero si a final de mes la cosa va bien, quiero decir si pierdo ocho o nueve kilos, ya verás como a partir del día 31 empiezan a aparecer solomillos y entrecotes. El tocino de la papá, de ese que salan y cuelgan como si perniles de marrano negro se tratara, y con una rodajita fina de tomate rosao del Andévalo por encima (distraídos), creo que va a tener que esperar un poco más. Pero ya sabes que antes de este tránsito por el ignoto mundo de la dietética, servidor era adicto al ibérico y contrimás grasa (sancta sanctorum del sabor) pues mejor. Un abrazo, illo.

Juan Duque Oliva dijo...

He pecado, lo reconozco.

Una barra destartalada, unos montaditos de lomo, unas croquetas, una tortilla fría, unas cervezas, unos gin tonic, en la periferia de Sevilla ha llegado el carnaval y mira que apunto tu menú, pero a ver como se lo explico a Noa la que estaba en la plancha.