martes, 27 de julio de 2010

Máquina de escribir con memoria (no como yo)


Hace unos días hice una tortilla de berenjenas después de haber curioseado entre recetas tunecinas y argelinas. La hice a mi manera, pero le gustó a todo el mundo. Ahora me piden que la vuelva a hacer, así que abro este blog y me pongo a buscarla. Nada. No aparece. Debería de haberla metido en el blog, que yo uso de vez en cuando para volver a hacer recetas que me han gustado en su resultado final. Antes se apuntaban en un cuadernito de cubiertas a cuadritos, rojos o azules, según. Pero ahora, no. Se guardan en un blog, que es lo que yo hago porque soy muy moderno. Aunque ahora no lo he hecho y a saber cómo hice la tortilla de los huevos.
En el blog ecuentro otra receta de berenjenas en tortilla que no es la que hice el otro día, de modo y manera que otra vez a intentar hacer algo parecido. A ver qué sale.
Deberán saber ustedes que un ordenador es una máquina de escribir con memoria. Con memoria, más que nosotros, pero no es lista, así que si no le das a guardar, la joiatonta no guarda. Y luego pasan las cosas que pasan.
De momento estoy escribiendo esto para que no se me vuelva a olvidar, y espero que sea similar a la que hice y todavia recuerdan quienes la probaron. En síntesis y aceptando todas las variedades que vuesas mercedes quieran aportar, así es más o menos la receta de esta
Tortilla de berenjenas.- Pelo y troceo en cubitos un par de berenjenas. Las extiendo sobre una fuente amplia y les pongo algo de sal. Bajo la fuente pongo un plato en un lado para que esté inclinada y lo que vayan soltando se escurra para abajo. Así tengo los cubitos de berenjenas una media hora.

En una cazuela con aceite de oliva -más de lo normal, porque las berenjenas luego lo van a necesitar - refrio una cebolleta fresca, al minuto le añado un par de tomates pelados y troceados, deshechadas las simientes. Lo dejo hacer todo junto a fuego lento, para que la cebolla prácticamente desaparezca sin dejar huellas y no se me cabree nadie, que yo sé por qué lo digo. Bien, cuando la cebolla y el tomate están bien pochaditos, se añade la berenjena, previamente enjuagada y secada. Se dan unas vueltas y se añade perejil recién picado, un poquito de albahaca seca, comino majado con sal pero muy poco, que no destaque demasiado, azafrán y pimentón. Bueno, y sal y pimienta. Dejamos hacer todo junto después de remover y todavía a fuego lento. Paciencia.

Cuando la berenjena cambie de color y textura, que se vea que está bien hecha, se batirán cuatro o cinco huevos para mezclarlos con lo que tenemos en la cazuela. Se pone una sartén amplia y de fondo grueso a calentar y se añade la mezcla cuando la sartén esté bien caliente. Se baja el fuego al mínimo y se deja cuajar la tortilla por ese lado. A continuación procedemos a dar la vuelta a la tortilla (que es lo que en principio parecería que debería pasar en España, pero acabo de leer que los del PP también se gastan nuestro dinero, el de nuestro dinero, en lo que les sale de los mismísimos huevos, así que qué más dará que gobiernen unos que otros, si son todos iguales. Esto que es un pensamiento facha total, es a lo que nos llevan los dislates de estos hijos de la gran puta que se creen que todo el monte es orégano, pero no, el monte es orégano, y tomillo, romero, torvisco... Vamos, que es mejor de lo que ellos se piensan). Pues bien, en un plato con el tamaño adecuado y arreglado a la sartén, damos la vuelta a la tortilla. Volvemos a poner la sartén al fuego y cuando esté nuevamente muy caliente, echamos de nuevo la tortilla por el otro lado. Dejamos que haga el ruidito ese de chhhhfrrrrrr que hace al principio y de nuevo a bajar el fuego para que termine de cuajar por este lado tranquilamente, aunque ya le queda poco y tampoco es cuestión de dejarla más seca que un tollo, que diría el Joroco y otros pocos. En fin, cuando la termine y le haga un retrato, os subo esto al blog. Saludos.

lunes, 26 de julio de 2010

Marear la perdiz


Desde luego, te pones a pensar y acabas alucinao. Tenía yo un trozo de bacalao que no sabía que hacer con él, así que digo, ya está, me lo hago con tomate, como un rocanrol que cantábamos de chavales y que nos lo inventamos mi primo el Picuo y yo: "Bacalao con tomate, / tomate con bacalao..." y así ad infinitum et ad nauseam, porque la letra empezaba y terminaba así. Pero nos lo pasábamos muy bien. El caso es que era sólo un trozo, así que sólo se podría sacar una ración, pero éramos dos, así que digo, pues nada, me hago unas albóndigas de bacalao y le pongo una salsita de tomate así muy especiadita y eso. Pues bien, al final, salió un bacalao con tomate tal cual aparece supra y según os relato a continuaçao. Pero desde luego, tanto darle vueltas al pescado, que lo hice redondo, para al final, nada, como si hubiera hecho un bacalao con tomate. Tanto pensar para nada. Al final le puse un poquito de pimienta de cayena, porque si no, lo que me sale es justamente eso, bacalao con tomate, tomate con bacalao, como la canción niño, hijo, como la canción.
Albóndigas de bacalao con salsa de tomate especiadita.- Se toma el bacalao y se desmenuza. En un bol se ponen dos rebanaditas de pan asentao - del día anterior o de antier - y se mojan con leche. Se echa el pescao desmenuzado por encima, perejil recién picado, sal, pimienta y un huevo crudo. Con las manos bien limpias y húmedas, se mezcla todo para a continuación hacer unas albóndigas no demasiado grandes de tamaño. Se pasan por harina y se fríen pero no demasiado.
Y ahora la salsita de tomate. Picamos una cebolla fresca de buen tamaño para freirla en aceite de oliva. Cuando empieza a ponerse transparente, le añadimos un pimiento morrón picado fino y dos dientes de ajo igualmente picados finos. Se deja sofreir todo junto un par de minutos o tres y se añade entonces tomate triturado, un poco de comino majado con sal, pimentón dulce, pimienta de cayena (para que tenga un poquito de picante, que siempre alegra el plato), sal, pimienta y perejil porque ahora no hay culantro fresco, que se espiga enseguida con el calor.
Se dan unas vueltas, se añade un poquito de azúcar para que no esté demasiado ácida la salsa, y se añade un poco de agua para subir el fuego y esperar a que reduzca un poco.
Ahora se calientan las albóndigas en la salsa, un minuto solo, porque en realidad no deberían estar demasiado frías si las acabamos de freir. Se sirven las albóndigas y la salsa por encima, al lado o como os dé la real gana. En fin, que están muy buenas. Condiós.

jueves, 22 de julio de 2010

Control de avituallamiento

Bueno, ya está Perico Delgado radiando el tour en teledeporte y otros que no sé quienes son en eurosport, así que me dispongo a sacar la botella de manzanilla de la nevera y esta estupenda ensaladilla de langostinos, unas aceitunas, queso francés que me trajo Marion de su pueblo, Lyon, y unas anchoitas de Santoña. Suficiente para un control de avituallamiento antes de encarar el Tourmalet, el Camino de Mal Retorno, que es lo que significa en un dialecto local de los Pirineos en la parte de Francia.
De momento el chaval este que tanto idolatran los franceses (ellos, con tal de que no gane un español, que llegue de amarillo a les Champes Elysèes un luxemburgués) lo tiene más bien crudito, entre otras cosas porque a Contador le basta con ponerse a rueda de Schlek y aguantar los demarrajes que seguro le va a endiñar su colega (y sin embargo amigo) mientras suben a la pingoleta de esta leyenda del ciclismo, el Tourmalet. Vaya tela. Incluso se puede permitir el lujo de llegar con medio minuto de retraso o por ahí, porque en la contrareloj le va a meter seguro ese medio minuto e incluso más. Así que don Alberto Contadeur, mal que les pese a nuestros vecinos franceses, se subirá al podio con la tour Eiffel detrás para hacerse un bonito retrato. Es lo que hay. Pero como esto va de cocina, pues nada hijos míos de mi alma, ahí teneis la recetita de esta ensaladilla tan mona que estais ahí viendo y yo, en breves segundos, en cuantito cuelgue esto, comiendo. Abur.
Ensaladilla de langostinos.- Más fácil que toas las cosas. Se cuece medio kilito de langostinos según el modo habitual, pero medio minutito más para que queden más firmes. Se enfrían en agua con hielo nada más sacarlos de la cocción y se tiene la prudencia de guardar una mijita del agua de la cocción. Hay quien cuece las patatas en ese mismo agua, pero yo prefiero cocerlas aparte. Una vez cocidas y frías, procurando que queden enteritas pero bien cocidas, se trocean menuditas y se mezclan con los langostinos pelados, más mayonesa de bote, como la tonta, pero mayonesa, que aligeraremos con esa mijita de agua de la cocción que tuvimos la precaución de reservar. Queda una mayonesa blanca y absolutamente sin sabor a bote de ninguna clase. Esta ensaladilla se suele hacer con gambas y es un clásico en Huelva, donde siempre recordaremos la que hacían en Las Tinajas. En esta ocasión se hace con langostinos por la sencilla razón de que el otro día compré una caja de dos kilos y medio a muy buen precio, a una amistad que se dedica a esto del marisco. Eran pequeñitos, pero estupendos, así que nada, que os dejo que me largo a ver el tour. Condieu.

lunes, 19 de julio de 2010

El pescao congelao

Ayer no sabía que hacer. He estado liado con varios asuntos y espectáculos varios, escribiendo y eso, por lo que hace tiempo que no voy al mercado y las provisiones empiezan a escasear, así que abro el congelador y ya está: una cola de rape. Es estupendo esto de los congelaos, y el pescao congela estupendamente bien.
La primera idea era hacerlo con guisantes, congelados, añadiéndole unas chirlas que estaban en el frigorífico desde hacía un par de días, pero cuando fui a echarle mano a los bivalvos no tenían muy buen aspecto que digamos, así que cambié de idea, lancé al cubo de la basura la sonora turbamulta de conchas estriadas, y me dije que por qué no meterlo en adobo, el rape, quiero decir. Dicho y hecho. Y ahí lo puedes ustedes ver en la afotillo.
Rape en adobo.- Se trocea la cola del rape en taquitos no demasiado grandes, como para un bocado. Se ponen en un bol y se le añade, que yo me acuerde, orégano a discreción, pimentón dulce, unos ajos pelados y machacados en el mortero, pero no demasiado, sino sólo con unos golpes dados, pimienta en grano, vinagre de vino del Condado, vino blanco y un par de hojas de laurel. Ah, y sal. Ya está.
Se menea un poco para que se mezclen los ingredientes del adobo, y se deja reposar, tapado, en la nevera unas horitas. Luego viene lo más importante, secarlo. Se vuelca el pescado ya adobado en un colador grande, dejándolo que escurra bien escurrío. Se toman las presas y se pasan a un papel absorvente a tomar un vino a lo de Paco y luego ya estará perfectamente el pescado para pasarlo por harina de la de freír. Se pone abundante aceite a calentar y cuando empieza a azulear el primer humo que sale, se echan las presas de adobo enharinadas, pero poco a poco, no demasiadas a la vez, para que se mantenga la temperatura del aceite.
El rape queda jugoso y estupendo, pleno de sabor con ese adobo que le hemos hecho, pero el aceite queda para tirarlo, así que lo he metido en un tarro después de colarlo y mañana me voy a la plaza a comprarme unas caballitas o unos toninos para meterlos en adobo y aprovechar el aceite, que al precio que está, no es para gastar un litro cada vez que vas a freír unos taquitos de rape en adobo, vamos digo yo. Bueno, condiós, que estoy liao.

sábado, 10 de julio de 2010

cat stevens Wild World

Cucharas de verano

Se echa de menos la cuchara en verano. Como no sea para endiñarle un tiento al gazpacho o al salmorejo, a la porra o al ajoblanco, la cuchara está de adorno en un tiempo de vacación y calores más propicios para la friturilla de pescado, el marisquito y la sardina sobre la parrilla de la barbacoa. Pero esta mañana he comprao un choco (Sepia sepia) de considerables proporciones, de kilo y medio quiere decirse, así que los rejos los corté para fritura y los reservé junto a unos boquerones que limpié, quité espinas y puse a macerar con sal y limón para después empanarlos. Con el resto del choco, hice un plato que se me apetecía enormemente, unos chocos con habas, el que pasa por ser el plato típico de Huelva y que no es más que una aportación levantisca (del levante almeriense, debido a las nutridas migraciones de principios del siglo XX a estas por entonces casi despobladas costas) a la cocina de este rico rincón peninsular.
En todo caso y desde los años sesenta aproximadamente, los chocos con habas empiezan a ser considerados plato nacional huelvano, sobre todo a raíz de que Camilo José Cela lo incluyera en su Segundo Viaje Andaluz, en uno de esos relatos impagables de su primera época, de sus escritos más juveniles, frescos y encantadores.
De todas las maneras de hacer chocos con habas, que en Huelva son varias, os ofrezco esta que a continuación relato, y que he elaborado, la verdad sea dicha, con habas congeladas, pues no es tiempo ya de habas, y menos de habas pequeñitas como estas que llaman baby: Oh baby baby it's a wild world, it's hard to get by just upon a smile oh baby baby it's a wild world, and i'll always remember you like a child, girl. Os acordais. Jo, qué bueno el Cat Stevens. En fin, os coloco el video de la copla de marras, que es el Wild World, después de la receta de los
Chocos con habas.- Se hará un refrito de cebolla, ajos, pimiento y zanahoria, para luego marear ahí los chocos ya cortados y limpios, como es natural. A continuaçao se añade sal, pimienta y una pizca de cominos, molidos con un poco de sal, y azafrán, se vuelve a dar unas vueltas a todo y se añade medio vasito de vino blanco del Condado. Se espera a que el vino casi desaparezca y se añaden las habas, ya descongeladas, y se cubren de agua. Bajar el fuego y esperar a que las habas estén en su punto y el líquido prácticamente desaparezca. C'est fini. Y ahora la copla prometía.

jueves, 1 de julio de 2010

Haciendo buenas migas

Un plato completo para una comida de verano. Apetecible incluso con altas temperaturas y que me lo he inventao yo solito. Para que luego digan. Se trata de hacer una coliflor refrita con ajito, pero trabajándolas desde el principio con un objetivo, hacer un plato apetecible, suelto y en el que domine el sabor de la verdura, eso sí, realzada con un poquito de chorizo y otro poco de tocino de la papá colgao (una de mis debilidades) o tocino de jamón si no teneis del otro, por lo del contraste de sabores. El color lo da el pimentón dulce, y más color y aroma, el perejil recién cortado. Veamos pues como se hacen estas
Migas de verano.- Cocer la coliflor, cortada en ramilletes, con agua, sal y un chorrito de zumo de limón. Cuando está al dente, y esto es muy importante, al dente, enteritas que decimos por aquí por Huelva, se cuelan en un colador y se ponen bajo el chorro de agua fría para cortar la cocción lo antes posible.
En una sartén amplia o perol mejor, se pondrá aceite de oliva a calentar, para añadir dos o tres dientes de ajo laminados. Cuando el ajo empieza a ponerse transparente, se añaden las coliflores y se van dando vueltas con un cucharón de madera, procurando partirlas hasta dejarlas con una textura adecuada, que parezcan migas, pero no una pasta, que para eso al cocerlas las dejamos enteritas. Se le pone pimentón dulce, pimienta blanca recién molida y sal, se continúa con el cucharón dando coba al asunto y se acabó. Se colocan tiras de tocino de jamón o del otro, tiritas de chorizo, pero de una y otro poco, y se espolvorea de perejil recién cortado. Se retira del fuego inmediatamente y se lleva a la mesa el perol directamente, para que cada cual se aparte lo que le apetezca. Fijaos en el detalle: todos repiten.