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sábado, 17 de septiembre de 2011

La tarta de galletas de la abuela



Colgó las botas hace tres años, en la Premier y jugando con el Hull City. Pero ya le conocíamos desde el Mundial de Estados Unidos y sobre todo de cuando jugó con Nigeria en el Mundial de Francia con el pelo tintado de naranja zanahoria. Una pasada. Desde entonces no hacía yo la tarta de galletas de toda la vida, pero en la versión de posguerra, de cuándo la vainilla no se veía ni por asomo y había que sustituir la crema pastelera con lo que fuera. Y lo que fuera solían ser boniatos o zanahorias. Por razones obvias, durante el mundial de Francia, bautizamos a la tarta que aprendía a hacer de mi madre, como tantas otras cosas, como tarta Okocha, que era como se llamaba aquel futbolista nigeriano que esutvo un montón de años dando vueltas por Europa: Eintracht, Fenerbahce, Paris Saint Germain, Bolton Wanderes y una breve escapada al golfo Pérsico a ganar pelas en el Qatar. Por mucho que se haya retirado, Augustine Okocha seguirá ya siempre dando nombre a una tarta que después de muchos años he vuelto a hacer. Los niños, en cuanto la vieron dijeron al mismo tiempo: "Anda, la tarta Okocha".
Tarta de la abuela que ahora llamamos Okocha.- Se pelan y cuecen con un poco de sal diez zanahorias medianitas. Cuando están cocidas se baten con azúcar en la batidora eléctrica. Cubrimos el interior de un molde con papel transparente y ponemos primero una capa de galletas mojadas en vino de naranja. Sobre ellas una capa de la crema de zanahoria y otra vez galletas y de nuevo zanahorias. Colocamos una tercera tanda de galletas mojadas como todas con vino de naranja y cubrimos con crema de chocolate (con chocolate en polvo y leche se hace en un santiamén) espesita, como es natural. Otra vez galletas, otra vez chocolate y otra vez galletas. Siempre igual, mojadas con vino de naranja. Se da la vuelta con cuidado al molde, quitamos el film transparente y cubrimos todo con crema de chocolate para que quede mona. Se espolvorea coco rallado por encima y se acabó. Al frigorífico con la tarta para que coja cuerpo.

martes, 2 de septiembre de 2008

De coquihuevo

Al menos así recuerdo lo que gritaban los vendedores de sultanas, esos que iban con su delantal blanco y el canasto plano y amplio, repleto de sultanas y otros dulces: "de coooooquihuevo, sultanas de coooooquihuevo..." En casa también se hacían bolitas de coco, que fundamentalmente son una misma cosa, con la única diferencia que las primeras se hacían con las claras de los huevos solo, mientras que las segundas se hacen con el huevo entero. En todo caso aquí van las dos, para que ustedes elijan, ya que dificultad, no tienen la más mínima. Primero las
Sultanas de coco.- Montamos seis claras a punto de nieve con la ayuda de la minipimer que se hace más rápido (se ponen en el vaso con una pizca de sal y a batir a baja velocidad, poco a poco que ellas solas se montarán). A continuación cogemos la mitad del cuarto de azúcar (125 gr, hijos, que parece que estáis tontos) y la mezclamos con las claras, que ya las tendremos a punto de nieve. Por último se añade también la mitad del cuarto de coco rallado y se procura que la masa quede homogénea. Se cubre una bandeja de horno con papel encerado y se colocan porciones de la pasta, haciendo primero una bola y luego aplastándolas un poco. Deberán estar tan sólo cinco minutos como mucho y a unos 180º, ya que deberán quedar suavitas por dentro y no duras, pues el azúcar si está mucho tiempo en el horno puede llegar a caramelizarse. De lo que se trata es de que queden jugositas, blandas y dulces con una cobertura levemente dorada y crujiente.
Bolitas de coco.- Se tomará un cuarto de coco rallado y otro cuarto de azúcar, mezclando todo bien mezclado. Se hará un hoyo en el centro de la mezcla y se depositan allí tres huevos enteros, sin batir ni nada. Se mezcla todo a conciencia hasta conseguir una pasta homogénea. Entonces se meterá todo esto en la manga pastelera y se irán poniendo porciones sobre barquillos de galleta planos. Se colocan en la bandeja del horno y se pondrán a 210º cinco minutos tan sólo, para que, al igual que en la receta anterior, queden jugositas las bolitas de coco.