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lunes, 27 de septiembre de 2021

Con una cabeza de merluza

 

Voy a la pescadería ya tarde. Cuando termino de comprar el pescao va el Diego y me señala una cabeza de merluza con una pinta extraordinaria, "tú qué haces con esto". Sopa de pescao, le dije, con muchos fideos. "Pues llevátela". Y me la llevé. El Diego es así, de vez en cuando te regala algo. Pues con la cabeza de la merluza he hecho sopa que cenamos el sábado cuatro, ayer dos y todavía me queda una fiambrera que tengo en el frigorífico, prácticamente gelatina. Veamos.

Sopa de pescao

ingredientes:

  • la cabeza de una merluza (en este caso)
  • laurel
  • vino blanco
  • cebolla
  • pimienta
  • sal
  • ajoporro (puerro, pero ahora me ha dao por llamarle ajoporro)
  • pimiento
  • tomate maduro
  • pimentón
  • ajo
  • gambas
  • almejas
  • fideos

elaboración:

Ya os lo podéis imaginar, corto la cabeza por la mitad y la pongo a cocer con su hoja de laurel, un vaso de vino blanco, media cebolla, pimienta y sal. Ahí, a fuego medio, que se haga bien. Luego apago el fuego y dejo que se enfríe. Una vez fría se saca la cabeza de la merluza y se extrae con cuidado y atención toda la carne, que en este caso es tela, todo el morrillo la cococha, las carrilleras, los ojos (optativo porque hay gente que no lo entiende) y lo que buenamente se pueda extraer. 

Refreímos puerro picado fino, igual que pimiento y al minuto medio tomate maduro, troceado, pelado y sin simientes. Esto cuando esté pochado se retira del fuego, se añade pimentón y se dan dos vueltas y media. Se puede pasar por el pasapurés, pero a mi particularmente me gusta que se note la verdura. Pues se acabó, añadimos el caldo y la hoja de laurel, un poco más de agua. Al fuego otra vez, fuerte. Cuando empiece a hervir echamos un puñaíto de gambas peladas, otro de almejas y los fideos. En nada de tiempo se hace, porque utilizaremos fideos finos, que es lo más adecuado. Probar y arreglar de sal porque con los fideos lo normal es que necesite algo más.

lunes, 30 de marzo de 2020

Gastromerón (11)

Probablemente a mediados de abril se darán las condiciones para que esta primera fase de lucha contra el covid-19 se esté acabando. A partir de entonces y en el momento que los hospitales se vayan descongestionando se podrá iniciar la segunda etapa, reducir la movilidad por supuesto, pero permitiendo que las actividades económicas aún sin volver a la normalidad, nos lleven a una quiebra moderada y no al colapso. El último tramo está en manos de los laboratorios, que intentan en el menor tiempo posible lograr una vacuna segura y eficaz. Sin ser un experto, creo que como todos los virus esté no tendrá rebrotes más lesivos para la salud pública, y en el futuro provoquen resfriados o gripes con menor letalidad. En fin, que siendo optimistas, para el próximo invierno podremos celebrar las Navidades en paz y concordia. Mientras tanto la única forma de luchar con la rapidez de este virus es evitando el contacto físico. Un metro de distancia y ni mascarillas ni nada de eso, sentido común, que es lo que se está pidiendo a la población en el fondo. Bien, pues de momento a leer, que al menos a mí me quedan miles y miles de volúmenes por leer y para no desfallecer, merluza en salsa de almendras. De nuevo los restos que voy encontrando por casa me han solucionado el almuerzo. Veamos.
Merluza en salsa de almendras
ingredientes:
  • Merluza congelada
  • cebolla
  • ajo
  • perejil
  • vino blanco
  • aceite
  • almendras
  • pimienta
  • sal
elaboración: 
En "Huelva en su salsa" tengo la receta clásica, la de toda la vida, pero ahora os voy a proponer una que se hace en cinco minutos y es más simple que un cubo, como todo lo que os estoy poniendo en estos días de confinamiento.
Vaso de la minipimer. Media cebolla, un puñado de almendras (crudas, no tostadas), unas ramitas de perejil, vino blanco, chorreón de aceite, sal y pimienta. A batir.
Sartén, aceite que cubra mínimamente el fondo. Echamos el contenido del vaso de la minipimer  a esperar que la salsa tenga consistencia, a fuego medio.
En otra sartén ponemos un par de dientes de ajo pelados y cortados a la mitad. Fuego medio alto y cuando los ajos empiecen a dorarse, se baja el fuego al mínimo y se pasan los filetes de merluza (obviamente descongelados), vuelta y vuelta, y a un cacharro de barro que tendremos preparado, con el fondo manchado de aceite y al fuego, bajo. Cuando tengamos todo el pescado pasado por la sartén y colocados en el cacharro de barro, simplemente añadimos la salsa de almendras, damos un último calentón, adornamos con los dientes de ajo y una ramita de perejil o culantro y a la mesa con el pescao.

lunes, 13 de noviembre de 2017

Los nombres del Merluccius merluccius

Pijotas, pescadilla, pescada o merluza. Creo que al menos aquí en Huelva se le da un nombre u otro en función exclusivamente del tamaño. Desde las pijotitas de la costa que prácticamente se comen con espina y todo, o las pijotas que se abren por la espina para lograr una fritura más crocante, y luego las pescadillas, que ya van teniendo más entidad, o las pescadas como esta que hoy os presento. El nombre merluza es usado sólo en el caso de que estemos ante un ejemplar de buen porte.
Pescada al horno
ingredientes:
  • una pescada
  • sal
  • pimienta de cayena
  • ajos
  • zumo de naranja
  • patata
  • pimiento de asar
  • cebolla
elaboración:
Limpiamos la pescada de todas sus espinas y la abrimos a la mitad. Es más fácil de lo que parece, bastará con utilizar un cuchillo bien afilado e intentar acceder hasta la espina central desde la zona dorsal y luego desde la ventral, cortando a ambos lados de las espinas dorsales y ventrales. Otro modo fácil es pedirle al pescadero que le quite las espinas. En fin.
En una fuente de horno colocamos una cebolla cortada en juliana y encima una patata cortada en rodajas más bien finas, aunque no demasiado. Por último se colocan tiras de pimientos, si pudiera ser de colores, rojos, amarillos y verdes. Le ponemos un poco de sal y un hilo de aceite y al horno veinte minutos más o menos y a unos 190ºC.
Mientras se hace la verdura, refreímos unos dientes de ajo picados con unas guindillas y cuando los ajos se empiecen a dorar añadimos como medio vaso de zumo de naranja. Subimos el fuego y dejamos que se reduzca hasta dejar una salsa muy acaramelada y deliciosa.
Cuando la verdura esté, se coloca la pescada con la piel hacia abajo y se mete de nuevo en el horno subiendo algo la temperatura, como a 200ºC más o menos. Pues en unos diez minutos estará el pescado en su punto, se saca y se vierte por encima la salsa que tenemos ya reducida y a punto. Se acabó.

sábado, 27 de diciembre de 2014

Sabores para todos

Para estos días es ideal el popular pastel de cabrarroca que ideara Juan Mari Arzak. Pero nosotros lo vamos a hacer con merluza y langostinos en medio, mucho más barato.
Pastel de merluza y langostinos
Medio kilo de merluza (se puede utilizar la congelada) que coceremos en agua con sal y una hoja de laurel. Medio litro de nata montada y cuatro huevos que se baten primero y luego se le va añadiendo la nata montada. Sal y pimienta y a continuación la merluza desmenuzada. Se añaden cientocincuenta gramos de salsa de tomate (que se puede hacer en el microondas en dos minutos: tomate triturado, sal, pimienta y aceite de oliva. Remover someramente y al microondas dos minutos a 800) y se acabó lo que se daba. Se mete la minipimer para que quede perfectamente uniforme la mezcla y ya está.
En un molde circular o en el que os dé la gana, pero si no es de silicona engrasadas las paredes y con pan rallado espolvoreado, se vierte la mitad de la mezcla y al horno a 180ºC tres minutos. Se saca y se colocan los langostinos -previamente cocidos- encima de esa mitad de la mezcla que ya estará algo solidificada, lo suficiente para que los langostinos se queden en medio. Se echa el resto de la mezcla por encima y al horno de nuevo. Esta vez hasta que veamos que el pastel está hecho, lo cual comprobamos porque sube, porque toma un bonito color y porque le habremos pinchado una aguja y comprobado que sale seca, sin nada adherido.
Una vez frío se presenta con una ensalada al lado y una salsa rosa muy ligera (mahonesa, un chorrito de ketchup y agua, todo bien batido) El pastel de la foto está adornado con una pequeña tira de pimiento morrón y con albahaca seca. Un sabor para todos los públicos, se hace en un momento y es tela de socorrido para una comida, de entrante, o de una cena junto a otro plato ligerito.

sábado, 6 de abril de 2013

¡¿Quién dice que el marisco es caro?!

A poco más de seis euros estaban los gambones el otro día, y con una pinta estupenda. Tanto que compré medio kilo y con eso más un trozo de merluza congelada, me monté este
Arroz con gambones y albondiguillas de merluza
Se les quita la cabeza a los gambones, las cuales se pondrán a cocer en una cazuela con agua y media cebolla, una hoja de laurel, pimienta, sal y medio vaso de vino blanco. Mientras cuece y reduce un tanto el caldo - como media hora o menos - se terminan de pelar los gambones, reservándose los cuerpos. Aparte se harán unas albondigas de merluza picando el pescado una vez descongelado, pero crudo, sin cocer ni nada, y añadiéndole uno o dos dientes de ajo, perejil, cebolla rallada, pan rallado, huevo, pimienta, jengibre seco rallado, una pizca de tomillo y sal. Se hacen bolas (al bundiga = la bala, que antes las balas eran redondas, no fusiformes como ahora) y se pasan por harina antes de freírlas. Reservamos y ya casi estamos. De vez en cuando no está mal aplastar las cabezas de los gambones que estamos cociendo, no es por nada.
En una paella o cazuela amplia y de bordes no demasiado altos, se refríen ajos, cebolla, pimiento y unas habitas de esas pequeñitas que les dicen Oh baby, baby, it's a wild world, tarararará it's hard to get by just upon a smile, tararará... A continuaçao se echa el arroz y se le da unas vueltas para que se pringue bien y luego quede bien sueltecito. Se añaden las albóndigas de merluza, se cubre con el caldo de haber cocido las cabezas de los gambones pasado por el colador, como es natural, y se espera unos diez minutos para añadir los gambones pelados. Esperar a que el arroz esté en su punto y cuidando que no se quede sin caldo, que si ocurriera eso pues se echa agua y ya está. Ea, pues se acabó, / porque yo me lo propuse y sufrí, / como nadie había sufrido, y mi piel, / se quedó vacía y sola / desahuciada en el olvido, y después / de luchar contra la muerte, empecé / a recuperarme un poco, y olvidé / todo lo que te quería, y ahora ya / y ahora ya, mi mundo es otro. Ole ahí esa María Jiménez, esa Pipa.

martes, 19 de junio de 2012

La cocina simple


En principio no pensaba que esto pudiera tener interés alguno, pero cuando ya le estaba hincando el diente, me percaté de que esa merluza estaba estupenda. Se trata de tomar la cabeza y meterla en una olla con una hoja de laurel, media cebolla, perejil, pimienta, sal y vino blanco, más un poco de agua. Se deja hervir hasta que se forme un caldito algo espeso y ya está.
En una bandeja apta para el horno, ponemos un poco de caldo y sobre él los lomos de merluza. Exprimimos medio limón sobre los lomos, ponemos sal y pimienta blanca recién molida, regamos con un poco más de caldo y ya está. A 190ºC estará bien. El tiempo, ni idea, eso lo vais viendo, que el pescado siempre avisa.
Mientras se hacía, troceé unas patatas y las metí bien tapaditas en el microondas. A potencia máxima unos cinco minutos o seis, según. Se sirve esta Merluza al Horno tal como la veis en la fotografía, adornando con un poco de pimiento morrón y perejil. Es evidente que se puede presentar mejor, pero ya os digo que estaba papeándomela tan ricamente cuando me di cuenta de que se podía recomendar esta manera tan simple de hacer el pescado y le hice la foto tranquilamente. Ustedes sabrán disculparme.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Pescado, verduritas y setas (Il Piacere)



Quienes no entendemos de música, escuchamos a Antonio Vivaldi con la certeza de que nos va a contar cosas y a transmitir estados de ánimo. Música descriptiva y colorista como pocas, aunque a veces el color nos abrume y nos dé cuenta de la fragilidad de la existencia humana, de la insignificancia del hombre en este asombroso mundo, en esta Creación de la que sólo somos una minúscula parte por muy soberbios que seamos.

Estoy oyendo Il Piacere, una pequeña pieza del genial veneciano. Se abre la composición con un allegro que es música para bailar, música popular que recuerda el inicio del Otoño. Transita luego por un largo e cantabile en el que continúa la fiesta, para acabar de nuevo con un allegro que ya se pueden ustedes imaginar cómo es. La monda. Lo malo es luego el resacón, esos arrepentimientos que siguen a los excesos y que nos sitúan de nuevo a orillas del mar, granos de arena insignificantes a merced del embite de las olas, de la resaca también. No somos nadie.

Pero la pieza es dichosa realmente, por eso he decidido hacer una salsita común de setas de temporada (aquí el otoño no hace ahora sino empezar) y sacar unos lomos de media merluza que he comprado este mediodía antes de ir a casa a comer. Para ir al compás, he decidido hacerle al pescado una cama de verduras que cocinaré al dente, que estén crocantes en la boca, cocinándolas poco tiempo en agua con un caldito corto que haré con la cabeza de la merluza. Enseguida que salen de la cocción, las meto en agua fría para detener el proceso de cocción y conserven su mejor color. Pero mejor será que os explique como hice esta

receta de Merluza con salsa de setas sobre verduritas.- Primero hago un caldo corto con la cabeza y un trozo de espina central, obviamente la que corresponde a los dos lomos que extraje de la merluza y que son los que nos vamos a vendimiar. Pongo todo en una ollita con agua, vino blanco, cebolla, laurel, sal y pimienta, además de las cabezas de media docenita de gambones cuyos orondos cuerpecillos me van a servir para adornar el plato. Lo pongo a fuego vivo para que se cueza la cabeza de la merluza y cuando veo que está, la saco, pero continúo reduciendo el caldo. Esto lo hago para sacar las cocochas y comérmelas, mientras preparo el pescado, con un poquito de sal, aceite de oliva virgen extra y pimentón (¿a qué os suena?) y una cervecita (por ejemplo). Bueno, seguimos.

En una fuente de horno pongo una mijita de aceite, es decir, pinto levemente el fondo del cacharro, y deposito los dos lomos de merluza. Su poquita de sal, su pimienta blanca y radiante va la novia, poca también, un hilito de aceite y la explosión primera de medio limón al apretarlo sobre el pescado. Ya está. Pongo el horno a precalentar a 200º, pero la bandeja de momento, no la introduzco, sino que se espera y se aguanta que no hay que andar con prisas, ni en la cocina, ni en el amor.

Las verduritas a cocer con un poquito de sal nada más. He puesto calabaza cortada en daditos, calabacín, cortado en daditos también para que no se enfade, y habichuelillas verdes, que es como por aquí llamamos a las judías verdes. A éstas les he quitado los hilos laterales y las he partido por la mitad. Al poco, cuando empiezan a cocer y adquieren las judías verdes un bonito color, las saco y las echo en agua helada para cortar la cocción y mantenerlas tal cual están. Compruebo que he obrado bien comiéndome media judía verde ... Sí, están perfectamente. Al dente.

Ya está el caldo corto reducido, a la cabeza ya le quité las cocochas, que al final acompañé con un vasito de Mioro Gran Selección, el magnífico blanco de la Vinícola del Condado (D.O. Condado de Huelva). Así que en un cacito pongo como medio vaso de caldo, un chorreón largo de nata líquida y una yema de huevo, más unas setas troceadas (dos boletos o tentullos, como le llamamos por aquí, pequeños pero tersos y aromáticos como ellos solos). Le pongo su poquita de sal y su pimienta, negra en esta ocasión, y a cocinar lentamente hasta que reduzca y adquiera la textura que andamos buscando, la justa para napar el pescado al presentarlo.

Y ya casi acabamos. Falta meter el pescado en el horno, que con diez minutos tendrá de sobra si es que nos gusta el pescado en su punto, que salgan las lascas de merluza blancas y brillantes. Así que mientras el pescado se hace en el horno, vamos salteando las colas de los gambones, que reservamos a un lado cuando estén, y en el mismo aceite salteo las verduras que tenía cocidas, el calabacín, la calabaza y las judías verdes.

En el plato se pone la verdura abajo formando una cama, sobre ellas el lomo recién sacado del horno y napado con la salsa de boletos, terminando de decorar con los gambones y un poquito de cebollino picado y un par de palitos cruzados para que quede más mono.

El resto de la botella de Mioro Gran Selección y una ensalada de coliflor, que no se ven en la foto, culminaron una fiesta que terminó con una perita y una siesta de temporada, quiere decirse invernal, con pijama, of course.

sábado, 11 de julio de 2009

Haciendo trampas

Uno, que ya de mayor, va de antojo en antojo, tuvo esta mañana uno. Merluza alioli. Está el problema de ligar ajo con aceite hasta conseguir esa salsa extremadamente untuosa y deliciosa que los valencianos y los catalanes llaman all i oli, quiere decirse ajo y aceite, que yo lo he adjuntado al pescado del arroz a la banda o abanda y es simplemente genial. Se trata de machacar tres o cuatro dientes de ajo con un poco de sal hasta conseguir una pasta, y entonces ir añadiendo aceite de oliva virgen extra hasta conseguir ligar ese maravilloso all i oli o alioli como le conocemos por aquí o en Almería, donde aprendí a hacerlo de este modo y donde acompaña a los arroces pero también a los chérigan o chérica, que de todas maneras se le llama en la bella ciudad mediterránea a unos pequeños montaditos en los que el alioli es el ingrediente principal, y luego se les pone lo que usted quiera o el bar en cuestión tenga a bien ponerle. El invento almeriense procede de un antiguo jefe de sala o responsable de un conocido restaurante (quizás el único) de los años cincuenta que duró hasta los sesenta, creo. Al señor en cuestión le apodaban el cheriff por su carácter, pues parece ser que dirigía el restorán con mano dura. Y de cheriff, chérigan o chérica, que es como se les llama ahora a los montaditos con alioli, invento de este profesional de la restauración ya desaparecido.
Quién quiera hacer el alioli del modo que les explicaba, que lo haga, pero adelanto que es algo complicado montar y ligar la salsa si se quiere hacer como tiene que ser y no parecida, que es como lo vamos a hacer nosotros ahora. Parecida, pero absolutamente distinta, el all i oli de verdad, lo dejaremos para mejor ocasión, hoy haremos trampa.
Y también haremos trampa con la merluza, que por cierto el otro día comí una extraordinaria en Santander, en el restorán de los Peñucas, de la familia de Iván de la Peña, como se deduce del montón de fotos del conocido futbolista que adornan las paredes del extenso y afamado local en el que oficia la familia del bravo centrocampista en pleno barrio pesquero.
Pero asómense para comprobar las trampas, absolutamente lícitas en cocina, a esta
Merluza alioli.- Tomamos un tronco de merluza de buen tamaño del escaparate de los congelados de nuestro centro comercial habitual o de la tienda de congelados de la esquina. Primera trampa. Resulta que hay merluzas congeladas absolutamente dignas y sumamente aprovechables. Mismamente como la que cocí esta mañana con una hojita de laurel y su poquita de sal, nada más. Una vez cocida y dejada enfríar, la desmenucé no muy pequeña y la mezclé con mayonesa de bote (segunda trampa) aligerada con agua que previamente se tritura en la batidora eléctrica con un diente de ajo y unas ramitas de perejil. Mais cuidado con el bote que utilizamos, porque ahora te ofrecen unas mayonesas muy ligeras, las cuales simplemente tienen menos mayonesa y más agua, que aquí no somos nosotros los que hacemos trampa. Así que de bote pero que sea densa, pues como decía la tenemos que ligar con un poco de agua, pero un agua que habremos metido en la batidora eléctrica con un diente de ajo y unas ramitas de perejil, que quede claro. Asi, de este modo conseguir un alioli bastante vistoso y rico, fácil además.

lunes, 23 de febrero de 2009

90 días de penitencia (21)

Desayuno:
· café cortado (leche semidesnatada)
· Tostada de pan integral con aceite y jamón york

El jamón york, del lai. Que conste.

Almuerzo:
· Crema de verduras
· Merluza con mahonesa al horno
· ½ vaso de vino tinto. Crianza
· Pan integral tostado.
· Naranjas con menta y canela

Bueno, la crema es la misma que vengo haciendo estos días. El caso es que me sale estupenda y a todo el mundo le gusta, así que tengo que hacerla cada dos por tres porque me quedo sin nada enseguida. Voy a tener que ir pensando en poner un frigorífico con un candado al que no pueda acceder nadie. En fin, que les pongo brócoli, calabacín, apio, puerro, pimiento verde… y zanahoria, por lo general, aunque también nabo, calabaza o lo que tenga a mano. Luego un poco de aceite de oliva, sal y a cocer. La minipimer (qué gran invento) hace el resto.
En una bandeja pequeña apta para el horno, he puesto un poquito de aceite de oliva en el fondo y encima dos ruedas de merluza. He puesto un poco de mahonesa de esa ligera que compré el otro día, y encima un poco de pan rallado espolvoreado, para formar luego como una costrita. El horno es conveniente que esté precalentado a unos 190 o 200º, para que el golpe de calor haga el pescado en quince minutos o así, y quede jugoso por dentro. En todo caso tened cuidado con vuestros hornos, que puede que tengan más poder calorífico que el mío, que es viejo, bueno prehistórico en realidad, y le sale el calor por la puerta que se las pela. En fin, que a ver si me suben el sueldo y me compro uno nuevo.
Para este postre utilizo un vino de naranja que hacen en la Cooperativa Vinícola del Condado. Es genial, aunque no una novedad, ya que en Moguer se hace y desde hace un siglo por lo menos, según atestigua un lienzo que se puede admirar en el Museo Provincial de Bellas Artes de Huelva. Tomo tres naranjas (navel late, de las que antes llamábamos guachis), las pelo y corto en láminas de 3 ml. En un cuenco mezclo el zumo de otra naranja con una copa de ese vino de naranja que os cuento, aunque se puede utilizar cualquier licor que a cada cual le venga en gana. Le pongo a esta mezcla una cucharada sopera de azúcar y a batir. Ya está, se echa la mezcla por encima de las láminas de naranja y a continuación se espolvorean de hierbabuena picada muy fina y canela molida. Deberán estar en la nevera como media hora, para que tomen todos los aromas.

Merienda:
· Té solo
Lo tengo aquí al lado, junto al teclado del ordenador. Me acompaña por las tardes. Todo un placer.

Cena:
· Ensalada de lentejas y langostinos
· Verduras salteadas en el wok
· ½ vaso de vino blanco joven.
· Un trozo pequeño de pan integral.
· Dos peras


Estuve esta tarde en el médico, en la consulta de José Luís Salvador, antiguo conocido mío. Tengo una hernia discal. De ahí todos los problemas. No coger peso, andar, nadar… y adelgazar. Bien, en eso estamos. Esta mañana dejé unas lentejas en remojo. Ahora las he cocido al dente, que no estén pasadas, sino enteritas. En el plato pongo lechuguita cortada fina, unos daditos de tomate y unos pepinillos en vinagre laminados. Sobre ellas un poquito de sal y pimienta y ahora vuelco un puñadito de lentejas encima. Después los langostinos y vinagre. Un hilo de aceite de oliva para alumbrar el invento y a huir.
He cogido las verduras que tengo en el frigorífico y he hecho una selección a mi gusto. Vosotros la podéis hacer al vuestro, como es natural. Un trozo de col, cortada en juliana no demasiado fina, una cebolleta fresca y una zanahoria pelada, ambas cortadas en palitos, un trozo de pimiento rojo y otro verde, también en palitos, más un poco de brócoli que tenía por ahí. Pongo el wok en el fuego y cuando está caliente le añado un buen chorreón de un aceite ligero, como el de girasol por ejemplo. Al momento, ya el wok caliente y el aceite también, vuelco todas las verduras y las salteo contundentemente durante un minuto o dos como mucho. Añado salsa de soja y zumo de naranja. Les doy unas vueltas y enseguida está el plato listo. Es menester que las verduras queden enteritas, que estén crocantes y no muy hechas, porque pierde calidad y la textura que debe tener el plato.

miércoles, 4 de febrero de 2009

90 días de penitencia (2)

Desayuno:
· café cortado (leche semidesnatada)
· Tostada de pan integral con aceite

Sigo con mis cafés cortados y las infusiones las dejo para la tarde. Hoy, una tostada de pan integral con aceite de oliva virgen extra. El domingo, que no tengo que dar cuentas a nadie, las refregaré con un diente de ajo, pero hoy me reprimo que tengo que ir a currar.

Almuerzo:
· Lentejas
· Rollitos de merluza con langostinos
· ½ vaso de vino tinto. Crianza
· Un trozo pequeño de pan integral.
· Media manzana y una pera


Pongo a remojo las lentejas un par de horas, no es menester más tiempo. Las pongo a cocer con media cabeza de ajos. Aparte y en una sartén con una lámina finísima de aceite, sofrío media cebolla y medio pimiento verde. Lo añado a las lentejas que llevan cociendo siete u ocho minutos. Añado sal y pimienta y espero a que estén hechas.
Mientras se hacen las lentejas, tomo dos lomitos de merluza (vale la congelada, pero sin son grandes los lomos, saco dos cortándolos con cuidado a la mitad) y los enrollo alrededor de un langostino pelado. Ato con cebollino. En una bandeja de horno, precalentado a 180º, pongo los rollitos después de rociarlos con limón y ponerles algo de sal. En la misma sartén donde hice el refrito de cebolla y pimiento para las lentejas, aso por los dos lados una rueda de cebolla de medio centímetro de grosor. Sirvo los rollitos de merluza con la rueda de cebolla al lado. Adornar con una ramita de perejil.

Merienda:
· Té verde con hierbabuena

Además de procurar beber agua durante todo el día, un litro y medio más o menos, a media tarde está bien tomar una taza de té. Utilizo hoy té verde y le añado una ramita de hierbabuena.

Cena:
· Ensalada con champiñones, nueces y bacon
· Milhojas de calabacín, pimiento y berenjenas
· ½ vaso de vino blanco joven.
· Un trozo pequeño de pan integral.
· Un yogur natural desnatado

En el centro del plato un montoncito de lechugas variadas y troceadas finas (de las que venden en bolsas ya preparadas), parto un champiñón de los pequeños, bien blanco y crujiente, en láminas finas. Parto una nuez y desprecio las cáscaras. En una sartén sin aceite, cuando está caliente, pongo media loncha de bacon cortada en tiras. Les doy a las tiras unas vueltas hasta que la grasa queda transparente. Entonces echo por encima de la ensalada el champiñón cortado en tiras, el bacon, no la grasa que queda en la sartén; y corono con los trocitos de nuez. Añado un poco de sal, pimienta recién molida y un poco de zumo de limón.
Para los milhojas, corto unas ruedas de calabacín al través, para que resulten más largas. Las pongo a asar en una plancha junto a tiras de pimiento rojo de los de asar. En la bandeja del horno pongo unas ruedas de berenjena espolvoreadas con sal. Cuando lo tengo todo listo, hago los milhojas poniendo abajo las ruedas de berenjena, en el centro las tiras de pimiento y arriba las ruedas sesgadas de calabacín. Adorno el plato con un hilo de salsa de soja y un montoncito de germinados variados.

miércoles, 7 de enero de 2009

La cuesta de enero

Ya no hay cuesta que valga. Ahora es todo el camino de una planitud aburrida y desesperante. Todo el año igual, con sus meses triunfales o con sus meses en que el sueldo se te queda a medio mes, o a principios, que de todo hay en la viña del señor, sobre todo cuando el señor es funcionario y tiene un sueldo pongamos que de profesor de instituto. Bajo, pues.
En todo caso, las compañías aseguradoras, las compras a plazo y otras barbaridades del mundo animal, suelen concentrarse en diciembre y principios de enero, meses de compras impulsivas y obligadas por lo demás, luego es fácil colegir que la cuenta corriente se queda limpia como ella sola. Sin remedio. Pero al mal tiempo, buena cara: con pocos euros nos vamos a preparar hoy un pequeño lujo que le gusta a todo el mundo, a los niños y a los viejos, a los señores y a las señoras... tachán, tachán, con todos ustedes... un
Pastel de pescado y marisco.- Fácil como él solo. Tomamos un cuarto kilo de merluza congelada, que está pero que a muy buen precio, una vez descongelada, la ponemos en un cazo con no demasiada agua, prácticamente que la cubra, una hoja de laurel, un chorreón de vino blanco y sal. Mientras que se cuece la pescada, nos hacemos una salsita de tomate (los más vagos que pongan tomate frito de ese de bote, pero no es lo mismo) con media cebollita muy picada, un diente de ajo y medio pimiento, todo esto también muy picado. Cuando la cebolla está transparente, le añadimos tomate triturado, algo así como doscientos gramos, sal, pimienta, un poco de orégano y media cucharadita de azúcar. Refreimos bien todo esto y cuando el tomate espese, lo apartamos del fuego: ya tenemos la salsa de tomate. Reservar.
Esta salsa la mezclamos con el pescado, ya cocido y desmenuzado, limpio por supuesto de piel y espinas. Cogemos cuatro huevos y batimos sus cuatro claras a punto de nieve, y las cuatro yemas con el tenedor o con las varillas y lo añadimos todo a la mezcla anterior, así como cien gramos de nata líquida más o menos. Todo esto lo metemos en el vaso de la minipimer, batiendo se van batiendo, se van batiendo, se van batiendo. Se van batiendo, dos naves poderosas, se van batiendo, dos naves poderosas, se van batiendo. Se van batiendo, una va al abordaje, la otra va huyendo. Quién lo dijera, que dos naves tan poderosas, se destruyeran. Bueno, pues una vez batido todo, ya sólo falta el marisco, que podrán ser por ejemplo cien gramos de gambas blancas, de esas que venden muy baratitas para el arroz. Les quitamos piel y cabezas y ale, a mezclarlas bien con la mezcla anteriormente obtenida y al molde engrasado con mantequilla o aceite y con pan rallado adherido a las paredes engrasadas del molde. El horno lo pondremos a 200ºC e introducimos el molde. A los tres cuartos de hora más o menos, estaría bien introducir una aguja de hacer punto para ver cómo está la cosa. Si sale limpia después de pinchar el pastel, es que ya está listo, así que se apaga el horno, se saca el pastel y se deja enfríar.
Una vez enfriado el pastel, se mete un cuchillo de punta redonda entre las paredes del molde y el pastel, empujando un poco para que no sólo se pueda desprender el pastel en sus paredes laterales, sino lo que es más importante, el fondo, que se suele agarrar y después queda feo el pastel. Cuando vemos que el pastel está absolutamente desprendido del molde, lo volcamos en una bandeja, adornamos mahonesa muy clarita por encima, le ponemos lechuguita picada en juliana por los laterales y terminamos de adornar con unas tiritas mínimas de pimiento morrón en el centro y una aceituna negra o la punta de una ramita de perejil, o las dos cosas, pero que quede muy mono. Y ya está. Bueno, bonito y barato. Para enero y para cualquier mes, por supuesto.

viernes, 2 de mayo de 2008

Los pescados también quieren picante

Asistimos a unos tiempos en que se reducen los tiempos de cocción, se especian poco los materiales para no alterar demasiado su sabor, se presenta todo con un aura de pureza y esplendor que al final, vienen a provocar una reacción de rechazo en el consumidor harto ya de tanto aburrimiento. Es por eso que algunos miran a formas imposibles, a texturas cada vez y lamentablemente más uniformadas, o a sabores de diseño. Así, triunfan los tomates con sabor a cocacola o los nísperos con sabor a rodaballo... vaya usted a saber. A nosotros nos ha dado por volver a la cocina tradicional, al cacharro a la lumbre y el horno trabajando en silencio mientras terminamos una marinada o un adobo. De esto va la receta que presentamos a continuación, una elaboración de inspiración marroquí presentada como en el mejor restaurante de Marraquesh, Tánger o Tetuán ayer de la Victoria, donde por cierto está enterrado mi tatarabuelo, que tenía allí hotel y restaurante cuando lo mandaron al protectorado por su afición a meterse en líos anarcosindicalistas. La vida, que es así de divertida. Pero vamos con esta elaboración plena de aromas, donde las especias, que cubrirán el pescado, no tienen por qué enmascarar el sabor ni la textura de una excelente
Merluza a las especias.- Se tomarán lomos de merluza cortados en porciones justas para cada comensal, no demasiado grandes. En el mortero se ponen tres o cuatro dientes de ajo y un poco de sal gruesa. Se majan hasta conseguir una pasta que se ligará con un poco de aceite de oliva y se terminará de aliñar con pimienta de cayena molida y cominos, también molidos. Es menester tener cuidado con las cantidades, por ejemplo, la cayena pica y el comino es muy descarado, así que para tres dientes de ajo y seis raciones de pescado, por ejemplo, utilizaríamos una cucharadita pequeña de cominos y otra de cayena, porque picante, debe estar la mezcla.
Una vez bien trabada la mezcla obtenida, se untará la merluza por el lado contrario a la piel. Se coloca entonces el pescado en una bandeja o fuente plana de horno, con unas gotas de aceite abajo y la piel de las merluzas en contacto con el fondo aceitado de la fuente o bandeja. Se espolvorea el pescado con un poco de jengibre y se termina con unas hebras de azafrán que majaremos de nuevo con un poco de sal. Se echan las hebras de azafrán majadas por encima del pescado y al horno, a unos 200º unos veinte minutos o el tiempo que pida el grosor de los lomos de merluza. En cocina, más que tiempos y cantidades, lo que se tiene que tener a mano es el sentido común y las cosas claras. Así que a vigilar el horno mientras preparamos un buqué de brotes tiernos que se pondrán en una esquina del plato si es cuadrado o a un lado si es redondo. Se cruza con una línea de pimentón dulce el plato y se espolvorea una pizca de orégano. Se coloca el trozo de lomo en el centro y se le coloca encima un chile picante de esos pequeñitos y de un rojo imponente. Se termina de decorar con un chorreón de aceite de oliva virgen extra, fino y rápido. De maestros, vamos.