miércoles, 29 de febrero de 2012

Una mijita de imaginación (y de vergüenza)

Para ver cómo España le mete unos pocos a Venezuela, se pueden hacer dos cosas: a) Cortar jamón y poner unas cigalas de tronco y gambas blancas en la mesa (si andamos bien de posibles), o b) abrir una lata de mejillones, un paquete de roscos y hacer un par de tortillas (si, como es el caso, estamos a fin de mes y más palmaos que todas las cosas). Eso sí, que las tortillas se salgan un poco de lo corriente. La que está más arriba es de champiñones con chorizo y la de abajo de calabacines, pero un poco diferentes como os digo.
Tortilla de champiñones con chorizo.- Se toman media docena de champiñones medianos y se cortan en láminas que no sean demasiado finas. Se saltean en un poco de aceite y cuando casi están, se añade culantro (hojas verdes de cilantro, que ya sé que algunos me leéis desde una jartá de lejos) y chorizo fresco cortado en ruedecitas tampoco demasiado finas. Se baja el fuego y se dejan un minuto más o menos, dando una vueltecita con la cuchara de madera y como es natural. Se baten tres huevos con su poco de sal y cuando están se añaden los champiñones con el chorizo y el culantro. Se añade un poco más de sal si hiciera falta y a cuajarla en la sartén manchada de aceite: Cuando está la sartén muy caliente se echa la mezcla, se baja el fuego enseguida y se espera a que se cuaje por un lado tapando la sartén. Se le da la vuelta a la tortilla (aunque los sindicatos se cabreen porque les van a cortar el grifo) y se deja, ya destapada la sartén, un momentito a que se cuaje del todo.
Tortilla de calabacines.- Se lava un calabacín y se corta en ruedas de medio centímetro y luego todas a la mitad. Se echa en la sartén con un poco de aceite (como medio centímetro de tomo) y se les van dando vueltas. Cuando casi estén, se añade perejil y un par de dientes de ajo picados finos. Se deja que se hagan los calabacines, que tarda poco, y se baten dos huevos mientras. A cuajarla, igual que la anterior.
Ambas dos están un montón de buenas. No es lo mismo que el jamón y el marisco, pero sale todo por un par de euros. Ya para el mes que viene y si juega España o el Recre con un equipo un poquito más mejor, pues entonces ya veremos si le pegamos un bocao a la visa o no. En fin, troncos, que está la cosa mala y peor que se va a poner(1).
(1) El pobrecito del Botín, alma mía, sólo ganó el año pasado cuatro millones y medio de euros. Qué lastima, Dios mio de mi corazón. Estoy pensando que como me han bajado la hipoteca dos euros al mes por no sé qué historia del euribor de los huevos, que empecé pagando quinientos euros y ya voy por setecientos, pues a lo mejor se los ingreso al pobrecito del Botín, que estará el hombre que no duerme con lo poco que ha ganado la criaturita el año pasado. Si alguien sabe la cuenta del elemento este, que me la pase, que voy a dar una orden en el banco para que le ingresen todos los meses los dos euros en su cuenta corriente a ver si se le atragantan.
Viví la crisis de los setenta, esa del Yom Kippur; luego la de los ochenta con la reindustrialización de los huevos; después la de los noventa, que apenas la noté porque entonces ganaba dinero de verdad, no como ahora. Pues bien, en todas los bancos, las eléctricas y las multinacionales se pusieron las botas, mientras que los trabajadores(2), mientras más trabajadores, peor lo pasaban en todas estas crisis.
(2) Trabajadores y no obreros como el Bono, el Felipe González, la Pajín, la Valenciano, la Aído a donde la ha mandao el Felipe, que tiene influencias el nota hasta en la Unesco, donde antes colocó a la Bacheler o como se llame y ésta ha colocado ahora allí a la ahijada del compañero Isidoro. Los trabajadores seguimos igual, trabajando y pasándolas canutas, los obreros, a lo suyo, a cambiar de clase, que es lo que ellos entienden por lucha de clases. Ay, Señor, Señor, ponnos buenos a todos.

martes, 21 de febrero de 2012

Sabores en la memoria

De una carne al romero que probé hace años, me quedó no sólo el recuerdo sino la receta. Se puede hacer con ternera o con lo que queráis, yo con cerdo, con un trozo de carne de ibérico para guisar que me quedaba en el refrigerador. Es fácil y atrevida, con un resultado excepcional que vosotros, si así os place, vais a com-probar. Ahí va esa
Carne al romero.- Hacemos un refrito con cebolla y ajo, nada más. Mientras, majamos un clavo de olor, pimienta negra y un pellizco generoso de romero seco, vamos, que se note el romero. Echamos la carne troceada al perol cuando el refrito esté ya casi hecho y la cebolla transparente. Se añade el majado de especias y un par de hojas de laurel, para dar unas vueltas hasta que la carne cambie de color. Entonces añadimos un par de cucharadas soperas, o tres, de tomate triturado. Damos unas vueltecitas y añadimos vino blanco (yo tenía un rosado de la boutique del vino que estaba abierto desde el día anterior, así que lo eché en el guiso y me quedé más contento que unas pascuas), esperando a que esté casi evaporado. Cubrimos de agua y dejamos el perol casi tapado y a fuego lento para que la carne se ponga tierna. Si vemos que se consume el agua y la carne no está suficientemente tierna, pues echamos más agua y ya está. El caso es que debe quedar una salsita espesa y de agradable color. La de la foto desde luego no es la textura ideal para la salsa, pues con las prisas esta vez no le di los tiempos que son menester. Son malas consejeras o vísteme despacio que tengo prisa, que viene a ser lo mismo. En fin, vosotros mismos.