Aunque los catalinos y todos los nacionalismos que en el mundo son, incluído el español, me la traen literalmente floja, sí que tengo que reconocer que siempre me encantó y tengo una especial admiración por Cataluña. Todavía hoy, después de muchos años, canturreo el Viatge a Itaca: "Bon viatge per als guerrers / que al seu poble són fidels, / afavoreixi el Déu dels vents / el velam del seu vaixell, / i malgrat llur vell combat / tinguin plaer dels cossos més amants. / Omplin xarxes de volguts estels / plens de ventures, / plens de coneixences" o L'estaca: "Si tu l'estires fort per aquí, i jo l'estiro fort per allà segur que tomba, tomba, tomba, i ens podrem alliberar" (lo había escrito de memoria y tenía más fallos que una escopeta de caña, así que lo he buscado en estos internetes para que estuviera bien escrito en catalán y poder presumir de saber catalán, que algo sé, que conste), y otros clásicos de la nova cançò (Lluis Llach es absolutamente genial, lástima que ande ya medio retirado), me gusta oír en Semana Santa "La Santa Espina", que es una sardana, y por supuesto disfruto viendo jugar al Barcelona, sobre todo con ese dúo que ha hecho a España campeona de Europa y a su club campeón de todo lo habido y por haber: Xavi - Iniesta, sin lugar a dudas el mejor y el segundo mejor jugador del mundo mundial. Y esto lo defiendo con argumentos donde haga falta y ante quien ose tener otra idea de lo que es un pelotero de verdad.
Por aquí por Huelva tenemos un ascendente catalán importantísimo, sobre todo en aquellas poblaciones fundadas por catalanes en el XVIII, como Isla Cristina, o repobladas por un número bastante elevado de "levantiscos": Punta del Moral, El Rompido o la Punta Umbría. De este tiempo nos quedó la coca, aunque aquí la hagamos sólo en su versión dulce. Será tiempo pués, de que recuperemos una coca salada como la coca de recapte, que por cierto se solía hacer en otro tiempo en el horno del panadero y por el mismo sistema que se sigue haciendo hoy en muchos pueblos del litoral onubense la coca o dulces parecidos, como la torta de Pascua cartayera. En efecto, yo mismo he podido comprobar en Cartaya como las mujeres preparan sus tortas de Pascua y las llevan a la panadería para que allí se las cueza el panadero en su horno, a pesar de que ya todos disponemos en casa de hornos capaces para este tipo de elaboración. Pero la costumbre pesa lo suyo. En Tarragona y Lleida, la coca de recapte se elaboraba en casa y se llevaba también al panadero para que te la cociera en el horno de la panadería. En cuanto a los productos o ingredientes, son los propios de la huerta y lo que pudiera caer de la mar en todo caso.
En Isla Cristina, fundada como saben por gentes de Palamós y otras localidades levantiscas (que es como por aquí se les llamó a las gentes que llegaron a repoblar en el XVIII las costas onubenses y disfrutar de sus entonces ricas pesquerías), de Cataluña, Valencia, Murcia o Almería, nos queda por lo tanto la coca en su versión más dulce. En cambio las cocas saladas se perdieron en esta y otras localidades de la costa cuyos listines telefónicos nos hacen ver bien a las claras la ascendencia catalana de no pocos de sus habitantes. Hoy, y en honor a mi superhéroe preferido, el increiblemente ágil, inteligente y eficaz Superchoco (ver enlace en "Amigos". No os lo vayáis a perder), os voy a hacer una genial y riquísima
Coca de recapte amb superchoco.- Tomamos medio kilo de harina de trigo y le añadimos treinta gramos de levadura más agua y sal hasta conseguir una masa homogénea y maleable. Entonces la dejamos reposar un par de horas, transcurrido este tiempo, le añadimos un chorreón de aceite y volvemos a amasar, procurando que quede una masa que se despegue con facilidad de las manos y que deberá quedar nuevamente un cuarto de hora o media hora en reposo, de modo que al final deberá casi doblar su volumen. En realidad es como si hiciéramos masa para pizza, que por cierto es una pariente de la coca, ya que esta manera de amasar la harina con agua y aceite es puramente mediterránea y de esta costumbre participamos todos, como es natural (las fronteras no existen más que en mentalidades retrógradas como la de los nacionalistas estos decimonónicos que padecemos por aquí, por mucho que se disfracen de izquierdas y progresistas).
Bueno, pues ya tenemos la masa levantada y reposada consecuentemente. Ahora le pasamos el rodillo hasta conseguir una masa plana de un centímetro o un poco menos de altura. Se levantan los bordes para que no se nos salga el relleno y en este que será un rectángulo capaz para meterlo en el horno, procedemos a colocar unas verduras cortadas, cada cual las que quiera, pero deberán ser, más o menos, calabacín, tomate, cebolla y berenjena con pimientos rojos y verdes que habremos tenido la precaución de asar con anterioridad (escalivada). Y ahora el final, el punto choquero, con chocos por supuesto, qué digo ¡con Superchocos!. Se toma un choco de buen tamaño, de los que en Huelva solemos denominar jibias. Se corta al través, con el cuchillo inclinado (si no os queréis meter en líos, poned sardinas, limpias y sacados los lomos), de manera que vayamos sacando lascas muy finas y anchas. Se disponen estas láminas de choco sobre las verduras, se pone un poco de sal y pimienta si nos place, y se mete todo al horno hasta que las verduras estén hechas y la masa perfectamente horneada. Para saber cuándo está todo listo, se mira y ya está, que tampoco es tan difícil. La temperatura no deberá ser demasiado elevada, pues unos doscientos grados es más que suficiente.
Ea, pues nada, que Visca Catalunya y que viva la coca de recapte, pero por encima de todas las cosas, Viva Superchoco, nuestro salvador, el vino, las mujeres y todo lo que haga falta.