sábado, 26 de diciembre de 2009

Vivir del aire y otros alimentos saludables

Desde luego, menos mal que los ricos no necesitamos dinero para vivir, porque si no, de qué y de cuándo íbamos a resistir el estado de cuentas corrientes como la mia propia, por ejemplo. Acabo de cobrar la extra de Nativitate y ya han vuelto los números rojos al portal, a dorar al niño por delante y por detrás, vuelta y vuelta, que se suele decir.
En fin, que aprovechando que somos ricos y tenemos un séptimo u octavo sentido, vaya usted a saber, vislumbré un tronco de atún congelado y envasado al vacío y a un precio de auténtica risa. En primer lugar me dije que este debe ser el atún ese que capturamos en aguas somalíes, un país del que aprovechando que practicamente ni existe, tomamos sus aguas jurisdiccionales con nuestras fragatas y nuestros pesqueros para pescar y dejar residuos contaminantes en sus costas, que los occidentales somos así de simpáticos, y si no que se lo pregunten a los de Al Qaeda, que no caben en sí de gozo viendo lo que están viendo. Después de estas sesudas y políticamente incorrectas observaciones u observancias, me dije que con un tronco de semejantes hechuras y un poquito de jamón, ajo, perejil, laurel, huevo y pan rallao, me iba a elaborar un atún mechao que no se lo iba a saltar un galgo, así que sumé 12 euros más a los números rojos -total, eso ni se nota- y pillé el tronco de atún que pesaba poco más de kilo y medio. El resto de la historia se finiquitó en la mesa ayer por la noche y lo único que me falta es contaros como hago esta
receta de atún mechado (sencillita).- Se toma el tronco de atún una vez descongelado, como es natural y se le practica un agujero de lao a lao (lado a lado, oig, que fino me ha quedado). Por semejante abertura, se le mete una farsa hecha de ajos (due) bien picadito, jamón (cuatro o cinco lonchas, finas pero largas), sal, pimienta, perejil (a gusto de cada cual, a mí me gusta que se vea luego en el relleno al corte), pan rallao para que todo se pueda unir, y un huevo pero crudo, nada de cocido. Todo esto lógicamente lo habremos mezclado bien, para ir metiéndolo en el agujero o bujero que hicimos con una simple aguja de hacer punto (el que tenga aguja de mechar, que se ponga un sobresaliente y ya está) y procuramos que haya relleno a lo largo de todo el tronco de túnido antes congelado y ahora casi terminado.
En la cazuela ponemos cebolla, como media más o menos, y un par de dientes de ajo, así como un par de hojas de laurel. Ponemos a refreír, a fuego moderado, y le plantificamos el atún ya mechado en todo lo alto. Ahora a esperar tres o cuatro minutos para darle la vuelta al atún y esperar otros tres o cuatro minutos, según el fuego al que estemos haciendo el atún. Pues bien, sacamos el atún, con cuidado y con un par de cucharas o espátulas de maera, y a lo que queda le metemos la minipimer (las hojas de laurel se sacan también). Cuando está todo bien pasado y de un color pálido, que es lo que suele ocurrir cuando metemos la minipimer, lo volvemos a poner al fuego, pero atención, ahora lo que hacemos es añadir un chorreón generoso de pedro ximénez o de oloroso seco, según el gusto de cada cual. A mí, según me da le pongo uno u otro, pero siempre del Condado de Huelva, provincia en la que vivo y de la que soy natural (como la vida misma), a la que todo el que viene de fuera se empeña en llamarla Huerva, como si eso tuviera alguna gracia, pero a mí me parece que no tiene ninguna, así que nosotros, los catetos de Huelva seguiremos llamándola Huelva con permiso de los castellanohablantes o castellanoparlantes. En fin, que ponemos al fuego, moderado, la cazuela de nuevo como queda dicho y le plantificamos de nuevo el atún en to lo alto (o arto, según seamos andaluces, en el primer caso, o no, en el segundo). También añadimos el laurel y se me olvidaba deciros que al atún le ponemos sal y pimienta por todos lados. Tapamos y a dejar que se termine de hacer el atún, que no deberá hacerse durante mucho tiempo, sino el necesario para que se haga bien su interior. La salsa la dejamos reducir luego de sacar el atún y si hiciera falta le añadimos un poquito de harina de maiz disuelta en agua, pero una mijita nada más, que con eso será suficiente. Como podreis ver en la foto, yo la salsa no la espesé apenas, pero me dio más igual que todas las cosas, que no veas como salió el atún de rico y de apetecible.
Posdata: Por supuesto y como es habitual en mi, a todo quisque le conté que era un atún fresco de almadraba, de derecho. Vamos, como si ahora estuvieran los marineritos de Cai en la almadraba sacando atunes para que te los comas tú con tus santos cojones. Sí, hombre. Te quieíya, miarma.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Felicidades (el Miguelito tenía razón)

Ni receta ni ná, que estoy mu liao. El Miguelito tenía razón, el jamón de ibérico no sólo era desmesurado en cuanto a tamaño (la pata de una mula, decía que era), sino que tenía más tocino que toas las cosas. Además, cuando abrí el horno pa darle la vuelta, tenía un olor algo más que sospechoso. Así que cogí el jamón o pata de mula, lo que fuera, lo llevé al que me lo había vendío, y llamé a Miguelito pa que me ayudara a hacer media docena de pastelas. Aprovechamos el incidente para tomarnos unas birras y unas copitas de manzanilla. Luego llamamos a Pepe Martín para que fuera partícipe de nuestras cuitas y pesares, volvimos a la birra y a la manzanilla, líquidos entre los cuales nadamos como putos peces. Terminamos de hacer las pastelas, volvimos a tomarnos unas birras y unas manzanillas, antes de irnos a la fiesta del Instituto. Fuimos a la fiesta, pero ya no hacía falta que bebiéramos nada, pues a esas alturas estábamos ya algo alicataítos. Tenía, o tengo mejor dicho, un amigo llamado Escolástico, pero que en realidad se llama Carlos, que cuando salíamos de copas por la noche en verano, en Punta, siempre me decía: "Bernardo, a la discoteca hay que ir follao, que las tías tienen un sexto sentido y nos huelen y no se nos acercan". Pues siguiendo esa consigna, a la fiesta fuimos ya alicataítos hasta más o menos el lóbulo o lobanillo de la oreja. Allí nos pusimos ya hasta la coronilla. Creo que al personal les gusto la pastela andalusí, eso creo o espero. Recuerdo que me aplaudieron o algo así, pero también le aplaudieron a Miguelito y él no había hecho nada el hombre, así que creo que le aplaudían a todo el mundo, incluso creo que el nivel etílico del aplaudido tenía que ver con las ovaciones y adhesiones inquebrantables de que fuimos y muchos otros fueron objeto. En fin, que al día siguiente nos tuvimos que ver para contarnos lo mal que estábamos por habernos portado algo así como regular, por lo cual nos fuimos a tomar unas birras y unas cañas de manzanilla. Luego llamamos a Pepe Martín para manifestarle lo mal que lo estábamos pasando y lo mal que el mundo, en general, y la parte de Europa Occidental, en particular, se porta con nosotros. Pepe Martín, de forma elegante y fina, como en él es habitual, nos mandó a tomar por culo, así que no tuvimos más remedio que tomarnos unas birras y unas copitas de manzanilla. Hemos llegado a la conclusión que Perico debe levantar un monumento a la Cruz del Campo y otro a la manzanilla de Sanlúcar, que son mucho más importante que Juan Ramón Jiménez (Juan Jiménez Mantecón, para los de su pueblo), o el nota ese que está a la entrada de Huelva pegándole una patada a un balón, que a mí me parece que es el de Wella Schwarkoff, pero Miguelito dice que no, que ese es uno de su pueblo pero que no se acuerda de cómo se llama, total, que es mejón que le ponga Perico un monumento a la cervecita y otro a la manzanilla, o uno para las dos. Por ejemplo, puede poner a Miguelito sentao encima de un barril de cerveza y a servidor de ustedes de pie con una botella de la del pintor en la diestra y un platito de jamón en la siniestra, que como no somos creyentes pues podemos usar las manos como nos sale de los cojones, y no tenemos por qué usar la siniestra solo para limpiarnos el culo. En fin, que el equipo de gobierno debería tener al menos la cosa de plantearse lo del monumento, que seguro que no desentona nada en una Huelva monumental, innovadora y participativa (17%). Bueno, creo que ya está. Ha pasado el cuarto de hora que faltaba para sacar el pastel de chocolate del horno y no tengo que hacer la espera escribiendo gilipolleces que a nadie le interesan lo más mínimo, así que ahí os quedais. Otro día os cuento lo que pasó, o lo que debería haber pasado en la fiesta, pero no pasó nada porque como todo el mundo nos conoce, pues no pasa nada, simplemente se quitan de enmedio y nos dejan pasar de largo. En fin, que se me va a quemar el pastel del horno y no sé qué coño hago aquí escribiendo tonteras, si a ustedes no les importa nada de si el Miguelito y yo somos afortunados en el amor o no.
Posdata (que es una pista): No nos ha tocado la lotería (Los premios los dejamos para quienes juegan. Somos así de generosos) Condiós.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Il Pesto entre las fieras



Como tengo la cocina totalmente embalumá, consecuencia colateral al jamón que estoy haciendo para la comida del Instituto, el próximo martes cuando el alumnado se vaya a disfrutar de la Navidad, dulce Navidad y todas esas cosas, pues no me queda sitio más que para una cenita frugal pero apetitosa. Así que de esto les voy a hablar y dejo para otro día lo del jamón ibérico al horno con chatni (chutney que le escriben los british) de verduras y otro de manzanas y peras, aunque a Michael Lemon le parezca que eso es gastarse un dineral inútilmente: el jamón fresco de ibérico, quiere decir el hombre, que está igual o más caro que el jamón curado, que como no saben que hacer con ellos, pues no se están vendiendo justamente cuando más se ha producido - que viene a ser como la burbuja inmobiliaria, pero en bellota o recebo, según -. Así que el otro día nos cobraron por un jamón de quince kilos (que eso sí, era de ibérico) la friolera de ciento cincuenta leuros, que el Miguelito Limón se echaba las manos a la cabeza y no paraba de decir que qué barbaridad, qué barbaridad. Y es cierto, pues uno de más o menos el mismo peso, me lo vendían en la carnicería de mi barrio por ochenta leuros, aunque eso sí, de cochino blanco, que no es lo mismo por mucho que Miguelito diga que es igual, que qué más dará uno u otro si lo voy a meter en el horno y depués lo voy a tunear con ajos, laurel y un montón de hierbas... Pero no es lo mismo. El martes, nos lo zampamos puritito de ibérico con los colegas del Instituto y no creo que protesten por ello, al menos no tanto como el Miguel.
Pero ya os digo que del jamón os hablaré otro día, y también de los limones en salmuera, que los voy a hacer un día de estos, los voy a retratar y os voy a decir cómo los hago. Pero ahora, os relato cómo elaboro pesto, que es lo que acabo de hacer (ver fotos, la de arriba el pesto en el vaso de la minipimer ya con su film trasparente cubriéndolo para que no se estropee, y en la de abajo los ingredientes en el plato y en el único lugar de la cocina que tengo libre, delante del microwaves o microondas, que ni una ni otra palabra son castellano como dios manda. que a ver cuándo y dónde Cervantes o Góngora, con lo serio que era el hombre, han escrito eso de microondas. Nunca. Pues eso. Ahí va la manera que tiene aquí el menda de elaborar la
receta de pesto (creo que genovés, porque los sicilianos y napolitanos le ponen tomate).- Se toma un puñadito de piñones, un par de nueces y dos dientes de ajo. Se baten junto a un puñado de hojas de albahaca (esto al gusto) y perejil (también al gusto, pero menos). Tutti a la batidora (o al almirez, si teneis huevos. Huevos para hacerlo así, no de gallina, que no tienen nada que ver con esta receta) y a darle un primer batido. Se añade entonces sal y aceite de oliva, como medio vaso para esa cantidad que veis en la fotografía de abajo (he intentado ponerla arriba, como es natural, pero nada, me sale abajo). Se le da otro meneíto y servidor, sin decirlo a nadie para que no se sepa, le echa un poquito de agua caliente para que luego se mezcle mejor con la pasta que vaya a elaborar al pesto. Vuelvo a meter la minipimer y lo dejo ya bien batido, tal como los muy observadores observarán en la instantánea superior, la de arriba que puse la última para que saliera debajo pero que ha salido encima, pues bien, en esa.
Lo del queso viene después. Es mejor cocer la pasta que sea, al dente por supuesto, y una vez cocida y escurrida, añadir el pesto y darle unas vueltecitas, que se hace ya con el mismo calor de la pasta recién cocida, o en todo caso lo hacéis en una cazuela donde volcareis la pasta y encima el pesto. Se sirve con queso recién rallado por encima, preferentemente un queso cremoso. Y se acabó. Hasta dentro de un par de días, que os prometo volver con el jamón, que no os podeis ni imaginar la que he liado para meterlo en el frigorífico, que he tenido que medio vaciar el más pequeño y más viejo, pero más ancho de los dos que tengo en la cocina, para poder meter los quince kilitos de jamón ibérico.
Nota importante: en la fotografía observo -yo también observo- que il pesto aparece como muy clarito, pero en realidad es más verde, ya que el color lo aporta la clorofila de la albahaca y el perejil, pues los dientecitos de ajo, los piñones y las nueces lo podrán bajar de tono algo, pero no demasiado. Las fotos, como ya es habitual, son un desastre, pero total, antes ni ponía fotos y nadie protestaba, así que voy a terminar por volver al método antiguo. Más letras y menos imágenes, coño, que estamos en el siglo de la imagen de los cojones y se está perdiendo el amor por las letras. Ea, pues ya me he cabreado, no vuelvo a poner ni una foto más. Se acabó, coño, tanta foto ni tanta leche. Letras, que es lo que mejor se me da, y de lo que más tengo en el banco, que no veas lo fácil que es firmarlas y lo difícil que es pagarlas luego. Me cagontó.

martes, 15 de diciembre de 2009

Los limones del limonero


El limonero está cargao de limones. Cada vez que viene alguien a casa, la misma historia, que si anda y llévate unos limoncitos, que si tienen un aroma extraordinario, que si tienen mucho zumo... y todo eso es verdad, pero cuando el visitante dice que bueno, que se va a llevar un par de ellos, salgo a correr, cojo una bolsa del Mercadona y se la lleno hasta las trancas. Y es que la verdad, da pena ver luego como se van cayendo sin provecho alguno, pero sobre todo que no veas como te dejan el suelo y lo que no es el suelo, que la mesa que está debajo tiene cada manchurrón que para qué, y las sillas ni te cuento, que les cae uno de esos limones cargaítos de zumo, tan aromáticos como son todos ellos, pobrecicos míos, y ya está la silla lista de papeles, porque el cerco del limonazo no se le va ni con el jabón lagarto.
El otro día, visitando el blog de Juanjo Matas (el de cocinillas, que lo tengo ahí recomendao), me topo con una crema de limón. Dice el hombre que le regalaron una bolsa de limones (os juro que no fui yo) y que a ver qué iba a hacer con tanto limón, así que se puso a hacer una crema cuya receta os propone y dispone en su recomendable blog, pero yo me tiré por la que se hace en casa desde tiempo inmemorial, una crema de limones que se me ocurrió meterla en el interior de dos crujientes (triples) de pasta filo con azúcar, canela y anís. El invento salió la mar de bueno, así que aquí os paso esta
receta de Pastela de canela, limón y anís.- En primer lugar se toman dos limones, se ralla uno y se extrae el zumo a los dos. En un cazito se pone el zumo de limón obtenido, unos ciento veinte gramos de mantequilla, doscientos de azúcar normal y corriente y la ralladura del limoncito, del que veamos que está más lustroso y bonito. Se pone a hervir a fuego lento, o moderado más bien, sin dejar de mover con una cuchara de madera. Cuando hierve se retira del fuego y de inmediato se añaden dos huevos que habremos batido bien batidos. Es menester ahora batir enérgicamente con las varillas de metal, hasta conseguir una crema homogénea que aún estará líquida, pues es menester meterla en una fiambrerita de plástico en la nevera al menos un par de horas. Esta que veis en la imagen superior la metí en la nevera el domingo, creo, y acabo de hacer esta tarde (aujourd'hui es martes) la pastela de limón, canela y anís. Estaba la mar de buena, pero esperad porque todavía no he terminado, que se me olvidaba deciros que he cogido pasta filo, un par de ellas, las he doblado tres veces y las espolvoreé con azúcar glas, canela y semillas de anís. A continuación hice lo mismo con otras dos hojas de pasta filo y las metí en el horno, a 200º y el tiempo justo en que se ponen morenitas. Después, pues una abajo, la crema encima y a tapar con la otra. Se adorna con más azúcar glas y se acabó. En la foto se aprecian los pétalos de una rosa de mi jardín. Estaba en la mesa y cuando quité el florero para preparar el bodegón, se cayeron unos cuantos pétalos, así que para poca salud, ninguna. Despetalé (anda, me acabo de inventar una palabra) la rosa y los dispuse de modo armónico y un poco maricón por la mesa. Bueno, troncos, y como diría un director general, y troncas, ahí os quedais. Abur.



lunes, 7 de diciembre de 2009

Películas vespertinas y pastel de pollo



A mediodía hice un pollo al laurel. Se trata de poner en una bandeja de horno una cama de hojas de laurel, y encima un pollo con un limón y unos cuantos dientes de ajo partidos a la mitad dentro, con su piel y todo. Se salpimenta por dentro y por fuera, engrasándolo con aceite de oliva como es natural.

El pollo va soltando una grasa espléndida que luego sólo hay que recogerla en un cuenco y ponerla al lado para que cada cual riegue su porción de pollo como le de la gana. Como sólo estábamos los niños e io, pues sobró pollo, que quedó olvidado en el horno hasta que lo recuperé por la tarde, después de ver Old Gringo, una de mexicanos con Gregory Peck y Jane Fonda que dirigió Luis Puenzo en su etapa hollywoodiense y tras obtener un óscar por La historia oficial en 1986. Ustedes le conocerán mayormente por una película más reciente, La puta y la ballena, y yo le conocí personalmente hace poco, oyendo cantar a una joven promesa del flamenco, Elena Bellido, por guajiras, y por tangos a Juan Fernando, acompañados por la sabia guitarra de Antonio Dobao. Se lo presenté ese día a Eduardo Garrocho, que también estuvo cantándose ese día unos fandangos de la tierra, y le pedí que le enseñara la peña flamenca de la Avenida de Andalucía, que tenía espectáculo al día siguiente, pero yo no podía ir. Así que don Luis se fue el sólo, y le debió de encantar, pues al otro día nos volvimos a ver, me dijo que estuvo fantástico todo y así debió ser, pues me invitó a comer en su casa de Buenos Aires, prometiéndome un asado argentino que no iba a olvidar en mi vida. Igual cualquier día de estos le tomo la palabra y me encajo en su casa.

Pero andábamos con el pollo que me sobró al mediodía. Así que ahí va la

receta de Pastel de Pollo con pasas.- Íbamos con que el pollo estaba en el horno y ya estaba frio como es natural. Pues como estaba ya frio, le saqué todo lo que pude, piqué la carne extraída a continuación y le añadí un puñado de pasas sin semillas, un par de cucharadas soperas de tomate triturado, o tres más bien (es que eché un chorro directamente del bote en que lo guardaba), un par de huevos batidos como para tortilla, y lo que quedaba de nata en un bote que abrí el otro día. Sería algo así como 75 mm o quizás menos. Mezclé todo bien mezclado y forré un molde de horno alargado con lonchas finísimas de jamón york, de las que venden en el Mercadona y Zapateiro (que es una niña de Valverde que trabaja en Sevilla y tiene un blog encantador: llueven croquetas, y no el presidente del gobierno) no sabe sacar del envase sin que se le rompan. Pues con esas forré el molde y dejé que colgaran por fuera las que puse en el lateral. Eché la mezcla y lo tapé todo con el propio jamón york. Encima del molde puse papel apto para el horno, con idea de que no se me quemara el invento. Lo metí en el horno a 200º unos quince minutos y luego lo bajé a 150º hasta que llegó mi novia, que creo que fue unos veinte minutos después, pero no os lo puedo asegurar por que se me fue el santo al cielo viendo La tienda mágica de Mr nosequé (ya no me acuerdo como se llamaba y la acabo de ver. Joder, qué lástima), una que hizo Dustin Hoffman cuando todavía no había móviles, porque no salen y porque hay una escena en que llama desde una cabina de teléfonos.

El caso es que el pastel cuajó y salió estupendo. Nos gustó mucho y lo presenté como se ve, más o menos, ya lo sé, en la fotografía. Le puse al lado una lechugita para aligerar, un orejón (como uno que yo conozco pero que no quiere que hable de él en el blog) y unos arándanos secos. Cubrí los trozos de pastelito de pollo con una bechamel muy ligera que hice con el caldo que soltó el pollo al mediodía al que le añadí un poco de Pedro Ximénez, y leche para que estuviera más suavita la bechamel. En todo lo alto unos cebollinos para hacer bonito y ya está. Anda qué no, la de cosas que sé hacer yo solito, para que luego digáis. Condiós.

Posdata: estaba un jartón de bueno.




viernes, 4 de diciembre de 2009

Pescado, verduritas y setas (Il Piacere)



Quienes no entendemos de música, escuchamos a Antonio Vivaldi con la certeza de que nos va a contar cosas y a transmitir estados de ánimo. Música descriptiva y colorista como pocas, aunque a veces el color nos abrume y nos dé cuenta de la fragilidad de la existencia humana, de la insignificancia del hombre en este asombroso mundo, en esta Creación de la que sólo somos una minúscula parte por muy soberbios que seamos.

Estoy oyendo Il Piacere, una pequeña pieza del genial veneciano. Se abre la composición con un allegro que es música para bailar, música popular que recuerda el inicio del Otoño. Transita luego por un largo e cantabile en el que continúa la fiesta, para acabar de nuevo con un allegro que ya se pueden ustedes imaginar cómo es. La monda. Lo malo es luego el resacón, esos arrepentimientos que siguen a los excesos y que nos sitúan de nuevo a orillas del mar, granos de arena insignificantes a merced del embite de las olas, de la resaca también. No somos nadie.

Pero la pieza es dichosa realmente, por eso he decidido hacer una salsita común de setas de temporada (aquí el otoño no hace ahora sino empezar) y sacar unos lomos de media merluza que he comprado este mediodía antes de ir a casa a comer. Para ir al compás, he decidido hacerle al pescado una cama de verduras que cocinaré al dente, que estén crocantes en la boca, cocinándolas poco tiempo en agua con un caldito corto que haré con la cabeza de la merluza. Enseguida que salen de la cocción, las meto en agua fría para detener el proceso de cocción y conserven su mejor color. Pero mejor será que os explique como hice esta

receta de Merluza con salsa de setas sobre verduritas.- Primero hago un caldo corto con la cabeza y un trozo de espina central, obviamente la que corresponde a los dos lomos que extraje de la merluza y que son los que nos vamos a vendimiar. Pongo todo en una ollita con agua, vino blanco, cebolla, laurel, sal y pimienta, además de las cabezas de media docenita de gambones cuyos orondos cuerpecillos me van a servir para adornar el plato. Lo pongo a fuego vivo para que se cueza la cabeza de la merluza y cuando veo que está, la saco, pero continúo reduciendo el caldo. Esto lo hago para sacar las cocochas y comérmelas, mientras preparo el pescado, con un poquito de sal, aceite de oliva virgen extra y pimentón (¿a qué os suena?) y una cervecita (por ejemplo). Bueno, seguimos.

En una fuente de horno pongo una mijita de aceite, es decir, pinto levemente el fondo del cacharro, y deposito los dos lomos de merluza. Su poquita de sal, su pimienta blanca y radiante va la novia, poca también, un hilito de aceite y la explosión primera de medio limón al apretarlo sobre el pescado. Ya está. Pongo el horno a precalentar a 200º, pero la bandeja de momento, no la introduzco, sino que se espera y se aguanta que no hay que andar con prisas, ni en la cocina, ni en el amor.

Las verduritas a cocer con un poquito de sal nada más. He puesto calabaza cortada en daditos, calabacín, cortado en daditos también para que no se enfade, y habichuelillas verdes, que es como por aquí llamamos a las judías verdes. A éstas les he quitado los hilos laterales y las he partido por la mitad. Al poco, cuando empiezan a cocer y adquieren las judías verdes un bonito color, las saco y las echo en agua helada para cortar la cocción y mantenerlas tal cual están. Compruebo que he obrado bien comiéndome media judía verde ... Sí, están perfectamente. Al dente.

Ya está el caldo corto reducido, a la cabeza ya le quité las cocochas, que al final acompañé con un vasito de Mioro Gran Selección, el magnífico blanco de la Vinícola del Condado (D.O. Condado de Huelva). Así que en un cacito pongo como medio vaso de caldo, un chorreón largo de nata líquida y una yema de huevo, más unas setas troceadas (dos boletos o tentullos, como le llamamos por aquí, pequeños pero tersos y aromáticos como ellos solos). Le pongo su poquita de sal y su pimienta, negra en esta ocasión, y a cocinar lentamente hasta que reduzca y adquiera la textura que andamos buscando, la justa para napar el pescado al presentarlo.

Y ya casi acabamos. Falta meter el pescado en el horno, que con diez minutos tendrá de sobra si es que nos gusta el pescado en su punto, que salgan las lascas de merluza blancas y brillantes. Así que mientras el pescado se hace en el horno, vamos salteando las colas de los gambones, que reservamos a un lado cuando estén, y en el mismo aceite salteo las verduras que tenía cocidas, el calabacín, la calabaza y las judías verdes.

En el plato se pone la verdura abajo formando una cama, sobre ellas el lomo recién sacado del horno y napado con la salsa de boletos, terminando de decorar con los gambones y un poquito de cebollino picado y un par de palitos cruzados para que quede más mono.

El resto de la botella de Mioro Gran Selección y una ensalada de coliflor, que no se ven en la foto, culminaron una fiesta que terminó con una perita y una siesta de temporada, quiere decirse invernal, con pijama, of course.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Vuelta a los orígenes (y barato)

El otro día hice un pollo inspirado en otro que hago de vez en cuando, pero con arroz y más historiado. Este me salió de perlas y ayer mismo procedí a hacer otra receta pero con ternera y Manolete me dijo "está buena, pero el pollo del otro día sí que estaba bueno de verdad". Así que intenté recordar la receta y más o menos es como os la explico aquí. Obviamente, no hay foto, pero como últimamente os doy pocas recetas, pues vuelvo a mis orígenes y aquí va, a pelo, sin foto ni ná, la
receta de Pollo con tomate y mostaza.- Tomamos un par de pechugas de pollo ya deshuesadas, como es natural. Ponemos una sartén con una lámina de aceite a calentar y echamos allí el pollo hasta que cambie de color, pero sacándolo antes de que se dore.
Mezclamos en un bol tomate triturado, como un cuarto de kilo o algo menos, le añadimos dos cucharadas soperas de mostaza tipo Dijon o la que más os guste, una cucharadita de azúcar y su poquito de sal y pimienta. Pasamos a una cazuela el pollo, escurrido de su aceite, y añadimos la mezcla que acabamos de hacer. Se pone a calentar a fuego medio y cuando vemos que la salsa empieza a reducir le añadimos un chorreón generoso de soja. Esperamos a que la salsa reduzca y se acabó. Simple y rica como ella sola. Ah, se acompaña genial de arroz basmati cocido con una mijita de sal, aceite y un diente de ajo partido a la mitad, como aconseja mi admirada Su en su soberbio www.webosfritos.blogspot.com, cuyo enlace tenéis en la sección "Amigos", y que va de sorpresa en sorpresa. Yo, cuando quiero sorprender y no se me ocurre nada, me voy a su blog y algo saco. Siempre bueno. Entrad y disfrutad de sus fotografías y sus recetas. Hasta luego.