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viernes, 11 de diciembre de 2020

cocinando fractales



Aquí tenemos una variedad que se ha puesto de moda, el romanesco. Sigue la serie de Fibonacci como el ritmo compositivo de los brotes de las hojas de un rosal, como las pipas de un girasol o como la concha de un caracol. Hoy os dejo una receta fácil y espectacular, un romanesco con bechamel de anchoas. Diez minutos, no más. Veamos

Romanesco con anchoas

ingredientes:

  • romanescu
  • harina
  • leche
  • anchoas
  • queso rallado
  • pimienta
  • sal

elaboración: 

Cortamos todos los ramilletes del romanesco y los echamos en una olla con agua hirviendo, ocho minutos si queréis que la verdura luego tenga una textura agradable, cercana a la crudité. Bueno, si os gusta más hecha, pues nada, diez minutos.

Mientras cuece el romanescu, ponemos una cucharada de aceite o poco más en el fondo de una sartén, añadimos harina y procedemos a hacer una bechamel, pero con la particularidad de que antes de añadir la harina, le echéis una latita de anchoas, las anchoas, no la lata. Vamos dando vueltas y las anchoas irán desapareciendo, pero no esperéis a que desaparezcan del todo porque no es necesario, ya lo irán haciendo ellas solitas. Añadimos la harina, más vuelta para hacer una especie de roux y leche. A menear, nuez moscada, más meneo para que no se pegue, leche, más meneos, sal y pimienta, más leche y más meneo, así hasta que tengáis la bechamel terminada. Comprobaréis que ya las anchoas han desaparecido y simplemente la bechamel tiene un tono algo oscuro, pues nada. En una fuente de horno, el romanesco, la bechamel por encima, queso rallado y al horno, a esperar que el queso se funda. A disfrutar.

lunes, 6 de enero de 2020

La cocina romana


De la antigua Roma y no sólo de Apicio, aunque sobre todo de su impagable libro, nos llegan algunas recetas que en estas fechas no nos van a venir mal
Ensalada de Clodia Pulquer
Como homenaje a esta enorme mujer, que vivió como quiso y que volvió loco a más de uno, el más conocido, Cayo Valerio Catulo, pero hubo más, muchos más, he montado esta ensalada que os recomiendo como reflexión tras el hartazgo navideño, pero también como iniciación al conocimiento de la antigua Roma. Empecemos con algunos poemas de Catulo y luego ya habrá que ir leyendo algunos libros divulgativos, para aprender primero qué fue la monarquía, la república, el punto de inflexión de César (conoció a Catulo, a Clodia Pulquer, a Cicerón y a tantos otros grandes de esos emocionantes años) y a continuación el Imperio. Entonces sí que había políticos de altura, y oradores de enorme talento, no como ahora. Un cotilleo a ver si así os animo a conocer la historia de Roma; El hermano de Clodia, Clodio Pulquer (se cambiaron el Claudia de su distinguida familia, por el más popular de Clodios) estaba casado con la misma Fulvia que en terceras nupcias fue a casar con Marco Antonio, pues bien, cuando Antonio mandó perseguir a Cicerón y este fue capturado, le cortaron la cabeza y la mano derecha, que fueron a parar al Senado. Allí, Fulvia se puso la cabeza de Cicerón en el regazo, le sacó la lengua, se la cortó y le clavó los alfileres de oro con los que se sujetaba el pelo. No es que quiera dar ideas, pero nuestros parlamentarios deberían ofrecernos, aunque sólo fuera de vez en cuando, algún espectáculo de estos, que bien aburridos que son. Ya que las elecciones las ganan quienes mejor engañan a través de redes sociales y cadenas de televisión y la democracia es un auténtico camelo, podrían satisfacernos al menos con historias como esta que os acabo de contar. Salud, romanos.
ingredientes: 
  • rucula
  • berros
  • anchoas
  • aceitunas
  • alcaparras
  • huevo duro
  • pimienta
  • vinagre
  • aceite
  • sal
elaboración:
Pues tal como veis en la foto. La rúcula y los berros abajo y por encima aceitunas verdes tipo manzanilla y deshuesadas como es natural, unas alcaparras y a verter por encima, sal -poca porque luego van las anchoas- pimienta y vinagre. Se colocan entonces las anchoas, se cubre todo con huevo duro muy picadito y a iluminar con buen aceite de oliva. Ya está.

sábado, 22 de octubre de 2016

Una pizza casera

Está bien, os voy a contar cómo se hacen las pizzas en las casas italianas. Os paso la forma para hacer la masa y luego la típica pizza romana.
Pizza romana

ingredientes:
(para la masa)

  • un cuarto de kilo de harina
  • 150 ml de agua
  • 15 gramos de aceite
  • 5 gramos de sal
  • 12 ó 14 gramos de levadura fresca, tipo Levital (o la que uséis en la proporción adecuada)

(para encima de la pizza)

  • tomate triturado
  • sal
  • aceite
  • orégano
  • mozarella de búfala
  • anchoas
  • aceitunas negras (opcional)


elaboración:
Se mezcla la levadura con el agua, tibia mejor, y se añade también la sal. Se mueve bien con las varillas hasta que la mezcla sea homogénea. Aparte en un cacharro amplio se vuelca la harina y se hace un hueco en medio, se añade el aceite y la mezcla del agua con la levadura y la sal. A amasar con las manos. Debe quedar la masa pegada entre los dedos y en las manos. No importa, al revés, tiene que ser así.
Se pone la mezcla en un recipiente y se cubre con una servilleta de papel debolla o de los que usamos para el horno. Este recipìente se coloca dentro de otro mayor con agua muy caliente. Se tapa todo con un paño de cocina y por ejemplo lo metemos dentro del horno, apagado como es natural. En hora y media y mejor en dos horas, la masa habrá subido y ya está lista para trabajarla.
Espolvoreamos una parte de la encimera de la cocina con harina y nos mojamos las manos con agua, hacemos una bola con la masa de la pizza y la colocamos sobre la encimera, la espolvoreamos con harina y le pasamos el rodillo hasta dejarla muy fina, si es que queremos hacer la típica pizza romana.
Se coloca sobre la bandeja del horno papel apropiado, la masa fina y sobre ella se pone tomate triturado, sólo triturado, sin piel ni pepitas como es natural (o de lata), pero no frito. Ni mucho menos. Sobre el tomate espolvoreamos un poquito de sal, orégano y un hilo de aceite en espiral sobre la superficie de la masa. Añadimos queso de mozzarella de búfala picado como Dios nos dé a entender,, anchoas y si acaso unas aceitunas negras. Ya está. Al horno, que estará precalentado a 180ºC con el calor por debajo solo, que eso es importante también. En cuanto esté a nuestro gusto de crujiente la masa, se saca y a disfrutar.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Otra manera de hacer la pimentada

Si estás harto de hacer siempre la misma pimentada, aquí tienes una manera distinta, muy distinta, de presentarla y elaborarla. Por supuesto más compleja, crujiente y divertida.
Pimentada con anchoas y calabacín
En primer lugar preparamos la pimentada aliñando los pimientos asados y agregándole un picadillo de tomate, cebolla y pimiento verde, todo crudo, no asado.
En segundo lugar cortamos un calabacín en ruedas finas con ayuda de la mandolina o con el cuchillo pero habrá que tener tino en este caso. Se coloca en el plato solapando las ruedas unas con otras, se salpimentan, se alumbran con unas gotas de aceite y a montar el plato.
En tercer lugar colocamos la pimentada en el centro del plato, cubrimos con unas anchoas y por último nos lo trincamos tan ricamente.
Post scriptum: El contraste de texturas y sabores es extraordinario. Después de probar y disfrutar esta ensalada se me ha ocurrido que unas aceitunas negras y un poco de culantro (hojas de cilantro) no le vendría pero que nada mal. La próxima vez no le faltarán, seguro.

viernes, 27 de febrero de 2015

Desde Norcia con sabor

En un viejo recetario italiano encontré esta manera tan sencilla de hacer unos fettuccini al estilo de Norcia, una pequeña localidad al sur de la Umbría, en la Perugia. Anchoas y setas combinadas perfectamente. Como en muchas ocasiones, lo sencillo suele ser lo más sorprendente.
Fettucini con salsa de setas y anchoas
Picamos tres dientes de ajo y antes de que empiecen a dorarse bajamos el fuego al mínimo y le añadimos una lata de anchoas de esas pequeñas. Se mueven con una cuchara de palo y enseguida desaparecerán. Entonces añadimos las setas picadas y bien limpias. Se mueven y saltean un par de minutos (a mí me gusta que queden enteras, no demasiado pochadas) y se añade entonces perejil y vino blanco, más pimienta y no hace falta sal pues las anchoas ya salan lo suficiente y luego la pasta también se cocerá con sal. Se vuelve a subir el fuego y cuando la salsa esté a nuestro gusto este primer y sencillo paso está finalizado. El segundo es más simple aún. Calentar agua con sal (nada de aceite ni otra cosa), añadir los fettuccini cuando esté el agua hirviendo y esperar a que estén cocidos al dente. Se escurren bien, se vierte la salsa con las setas por encima y se cubre todo con queso y se termina de perfumar con albahaca recién cortada y picada fina, o con perejil o con nada. Cada cual a su bolo.
Las hice con Boletus edulis en conserva y champiñones, porque los gurumelos están todavía demasiado caros para mi débil economía. La semana que viene, previsiblemente, bajen de precio y me los marco con unos gurumelitos, que tiene que estar ya para llorar. En fin, ya me contaréis con qué seta hacéis estos fettuccini al estilo de Norcia y cómo os han salido.

jueves, 23 de octubre de 2014

La última tana

Con una tana (Amanita caesaria) que me quedaba, un champiñón de esos que tienen como escamas y que no me acuerdo cómo se llaman, más un tentullo (Boletus edulis, aunque en realidad B. reticulatus, que están mejores además), me he marcado estos espaguetis que veis ahí arriba.
Espaguetis con setas y cinco anchoas.- Se trocean una tana, un champiñón y un tentullo. Se lamina un diente de ajo que se pondrá a pochar en aceite de oliva. Cuando el ajo empieza a moverse demasiado y antes de que se queme, se echan las setas. Dos vueltas y ya está, se añaden las anchoas, un poco de sal (las anchoas ya llevan la suya) y pimienta. Ea, a dejar que se hagan las setas pero no demasiado. Se añade perejil picado y el conjunto te va a pedir por Dios y por todos los santos que le eches un poco de vino. Pues nada, vino, a mandar. Como medio vaso de vino. Se sube el fuego y se espera a que se forme una salsita olorosa y sabrosa a más no poder.
Se cocerá la pasta al dente y una vez escurrida se echa sobre las setas y su salsa de otro mundo. Se sirve enseguida, sin queso ni nada de nada, tal cual. Un lujo.

martes, 26 de agosto de 2014

No las verás, pero las disfrutarás

Este año no ha sido demasiado bueno para el bocarte, esos boquerones que tienen el tamaño adecuado para elaborar las apreciadas anchoas de Santoña. Ya veremos qué pasa con el precio, pero de momento vamos a disfrutar de unos espaguetis en cuya salsa es elemento principal la anchoa, que desaparece como es natural, pero deja allí todo su sabor. Si la hacéis vais a disfrutar de cocina italiana fácil, divertida y riquísima, os lo puedo asegurar porque la he disfrutado hoy mismo. Saludos.
Espaguetis con anchoas.- Se pone agua suficiente a calentar y cuando hierve se le pone sal y se echan los espaguetis (sin rollos macabeos de aceite ni nada de eso, solo agua con sal). Cuando estén al dente se sacan del agua y se añaden a una cazuela amplia donde esperará la salsa que os explico a continuación.
En una cazuela se pondrá un fondo mínimo de aceite de oliva virgen extra, se pone a fuego medio y se echan tres dientes de ajo laminados, sobre ellos y antes de que empiecen a dorar, dos tomates maduros pero no demasiado maduros, pelados y quitadas las simientes. Se sofríen juntos ajos y tomate, añadiendo una pizca de sal (después vendrán las anchoas, que también salan), orégano y guindilla de cayena en polvo a gusto de cada cual (o las guindillas enteras pero entonces las ponéis con los ajos al principio). Cuando vemos que el tomate empieza a freír se añaden media docena de anchoas y se dan vueltas con cuchara de madera. La historia está en hacer una salsa de tomate, pero que se vean los trozos de tomates (de ahí que antes os dijera que no maduros pero no demasiado). Bueno, pues la salsa ya está.
Se mezclan los espaguetis con la salsa y se sirven los platos, espolvoreando de pimienta recién molida y albahaca fresca recién cortada.

sábado, 12 de enero de 2008

La delicia de mezclar dulce y salado

Que se sepa, lo contrario de lo dulce es lo amargo, y de lo salado, pues lo soso. Empiezo aclarando esto pues en más de una ocasión me encuentro con quienes se emperran en considerar a lo dulce como lo contrario de lo salado. Pues entonces, la propuesta que os voy a hacer sería absurda, pues si cosa contraria fueran, se quedarían en nada. Es como cuando nos enseñaban en el cole aquello de que menos uno más uno era igual a cero, a nada. Qué tontería entonces andar sumando, sumando para nada. Pero el profesor no solía ser de igual parecer y se emperraba -otro- en ponerme un cero en el examen, con lo cual para qué hacía exámenes si después me freían a ceros. En fin, en un país tan surrealista como la España franquista, no se permitía discurrir de manera surreal. Para que vean como es la vida de dura con los librepensadores.
Volvamos a lo nuestro, que hoy va a ser... ta chán, ta chán, una novedad de hace veinte años por lo menos, pero que nos la pusieron por delante en la última reunión de la Academia Gastronómica, celebrada (la parte lúdica, claro está, la parte seria fue en la Subdelegación del Gobierno) en el restaurante Mesón La Luna, ubicado en las mismitas murallas de Córdoba. Que por cierto, vaya magnifico garito que conocí en las noches califales, nada menos que un antigua casona barroca, con patio orlado de columnas y arcos, florido de jazmines y damas de noche, de limoneros y no me acuerdo de más porque estaba muy oscuro, donde te ponen la birra a euro y el güisqui a poco más, donde se reúne lo más florido de la noche cordobesa a cantar por tientos y por soleás, por seguriyas y bulerías, donde el arte triunfante está hasta altas horas de la nuit y de dónde salí directamente para el catre (no me levanté hasta pasadas las doce y media de la mañana y porque me llamaron desde el periódico para preguntarme que qué pasaba con el artículo que tenía que mandar sobre todo un descubrimiento, el pintor Manuel Cruz Fernández (vide, almas mías, mi otro blog, el más serio). Total, que me dio el tiempo justo de aliñar un artículo, escribir una carta al presidente de la Academia para que invitara a todos los honorables académicos a la presentación de mi nuevo libro y para coger un taxi e irme directamente al restaurante donde se cerraba con un fraternal almuerzo el acto académico antedicho. Llegado a La Luna -donde siempre estuve, pero en sentido figurado- me plantifiqué al ladito mismo del señor presidente, y ataqué, con gula pero educación, los surtiditos de ibéricos que orlaban el blanco mantel, el mismo que casi a los postres recibió una generosa copa de un vino de la tierra que usía (el señor don Juan Carlos Alonso, no yo) tuvo a bien derramar sobre el fino paño de holanda y mis calzones, de modo y manera que parecía que uno estaba con los problemas de próstata ya encima, pero no. Resistireeeeé, como le canta Chaparro a los del Betis y cómo cantaba el Dúo Dinámico en esos tiempos en que también cantaban aquello de quince años tiene mi amor, que eso lo cantan ahora y los meten directamente en la trena. Pero en fin, vamos que no llegamos y como quiera que ya me he enredado bastante, pues vamos directamente a la
Anchoa sobre tostadita con mermelada de tomate.- En primer lugar habrá que ir preparando la mermelada, que es lo único que tiene de complejo este rico tentempié. Tomaremos un kilito de tomates de temporada, no de los de ahora, que no saben a nada. Los rayamos, una vez limpios de piel y de pepitas, y los mezclamos con tres cuartos de kilo de azúcar y el zumo de un limón. Se dejarán en el frigorífico de un día para otro, o doce horas, que es lo mismo, pero menos lírico. A continuación se les añade un clavo de olor, o dos si gustan las emociones fuertes, y se cuecen a fuego lento y moviendo de vez en cuando, unos tres cuartos de hora aproximadamente. O algo más si hiciera falta. Y ya está. Ahora se trata de meterlos en sus frasquitos de cristal y ponerlos al baño María para cerrar los frascos cuando están suficientemente calientes. En lo que respecta a la receta, pues se pondrán tostaditas mínimas y sobre ellas una cucharadita de mermelada de tomate. Se envuelve sobre sí misma la anchoa, de Santoña si pudiera ser, y se coloca encima de la tostadita con mermelada. Una delicia. Simple y sabrosa. Come io.