jueves, 19 de febrero de 2009

90 días de penitencia (17)

Desayuno:
· Café bebío
Esta tarde, a eso de las nueve, viene el médico a ver a mi padre. Es amigo de la familia, así que luego mi hermano seguro que nos lleva por ahí a dar un voltio y tomar algo. Como medida cautelar, me bebo un café y se acabó, no vaya a ser que después se líe la cosa.

Almuerzo:
· Cotufa
· Lentejas al curry
· ½ vaso de vino tinto
· Un trozo pequeño de pan integral.
· Dos naranjas


La cotufa es el modo en que llaman en Cartaya a la pimentada. Como quiera que en Cartaya probé una pimentada extraordinaria que llevaba unos dientecitos de ajo muy picaditos, pues adopté el nombre para esta en concreto, que lleva además perejil en lugar de culantro, aunque la pueden hacer como quieran. Se asan en el horno pimientos verdes y rojos o se compran de esos que vienen ya asados y hasta pelados. Se les pican unos ajitos por encima y se aliñan con sal, vinagre y sobre ellos se pone un poco de atún en aceite de oliva con su aceite, claro está. Se mezcla bien y luego se decora con cebolleta picada fina y perejil en todo lo alto también picadito.
Estas lentejas, además de sabrosas y divertidas, son un recurso ideal para que los niños las tomen y nos la dejen. Es preferible hacerlas en un wok, pero si no tenemos, pues cualquier cacharro amplio y de fondo grueso, que reparta bien el calor, servirá. Se pone el cacharro a calentar y cuando el hierro está bien caliente, se echan unas verduras cortadas en tiras. Es bonito mezclar, por ejemplo, pimientos de colores, tiras de brócoli, cebolleta y zanahoria, pues al final resulta el plato muy colorido. Estas tiras no deberán ser demasiado finas, es decir, no tenemos que hacer una juliana, sino tiras algo más anchas para que aguanten los veinte minutos más o menos que de cocción tiene el plato. Pues bien, cuando el hierro está caliente, que les estaba contando, se echa un chorrito mínimo de aceite y se echan las verduras, salteándolas unos diez o doce segundos, no más. Enseguida se echan las lentejas, se dan dos vueltecitas rápidas y se añade una cucharada de curry de Madrás o del que cada cual tenga en casa. Se cubre todo de agua. Se pone la sal, se dejan cocer unos dieciocho o veinte minutos, justo hasta que las lentejas estén tiernas pero enteritas, y ya está.

Merienda:
· Té con hierbabuena
Un poquito de currelo en el ordenador y un té con hierbabuena muy caliente al lado. Lo de ir a cenar con mi hermano lo dejamos para mañana, pero tengo que ir a la Peña Flamenca de Huelva a ver y disfrutar de la actuación del cuadro de cante de la propia Peña.

Cena:
· Pescaíto frito
· Media botella de manzanilla
· Otras dos copas más
· Un vasito de leche para antes de acostarme


En la Peña Flamenca me siento a la vera de don Eduardo Garrocho, uno de los cantaores más importantes de esta ciudad y uno de los que más y mejor conocen los infinitos modos y maneras de cantar por fandangos. En la Peña no creo que me vayan a poner un pescaíto blanco para cenar, y si pido un vasito de agua, el barman probablemente me mirará mal. Así que me pido media botellita de manzanilla, chocos, pijotas y acedías. Todo frito, como es natural y costumbre por estos lares. De la calidad del pescado, mejor no hablo. La próxima vez que vaya, pediré un poquito de jamón, a ver si el jamón es de Jabugo, de York o de la madre que los parió. La media de manzanilla, lo que es caer, cayó pronto, pero el pescaíto, en su mayor parte quedó abandonado a su suerte en los platos. Los cantaores, bien. Me gustaron la doble malagueña de Felipe el Mellizo que cantó Juan Francisco Rodríguez, y la seguiriya de Mario Garrido, entre otras cosas de una buena noche flamenca. Cuando finiquité la media de manzanilla, los vecinos de mesa me llenaron el vaso no sé exactamente si dos o tres veces más. No lo sé exactamente, pero a casa me fui la mar de contento. Por lo del buen flamenco que pudimos disfrutar, claro está. La dieta, esta noche, a la porra. Tendré que recuperar tanta caloría de Andalucía embotellada. En fin.

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