jueves, 9 de abril de 2009

90 días de penitencia (66)

Desayuno
  • Café cortao
  • Tostadas con jamón
Manolete y yo nos levantamos los primeros. Sin contar a mi padre, claro está, que está despierto toda la noche y eso no vale. Le damos el desayuno y cuando termina dice que se va al bar a desayunar. Lo dejamos, así se entretiene. Nosotros nos hacemos unas tostaditas y le ponemos aceite de oliva virgen extra (no existe otro) y jamón, los restos que quedan en un tupperware, pues el jamón lo liquidé ayer y lo convertí en cinco huesos y unos restos cárnicos que desprendí con sumo cuidado, son estos con los que hoy nos hemos hecho los pequeños bocatitas de jamón. Descanse en paz. A estas alturas pensaba uno que ya no vería un jamón hasta finales de mes, pero la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.

Preparativos
  • Cervezas
  • Falafel con mahonesa de curry
Hoy tengo invitados. Como con mis amigos prehistóricos, de un tiempo que se me va perdiendo entre nubes amarillas que ascienden por mi habitación (Jefferson Airplane). Para recuperar aquél tiempo y ser consciente de que no fue un sueño, los llamo para que vengan a casa a comer. Primero llega Matías, al que recordarán de la canción aquella de los Pata Negra que decía: "teníiiiamo uno mánayeee keran de Huervaa. / Uno medio caarvooo y el lotro con coletaaa... " pues éste, el de la coleta. Me trae un pan de Aracena, hecho en horno de leña; pasteles de Rufino, indescriptibles y a cuyas bizcotelas me dispongo a componerles un soneto. Y además un jamón. Esto es un formidable regalo en todo momento, pero si te lo trae Matías es más que un formidable regalo. Son jamones de cerdos que él tenía en "La Silladilla" y que luego salaba en Jabugo: ergo son jamones cuidados desde su inicio, de cerdos que sólo han comido bellotas, tréboles y caracoles, más toda suerte de cosas que su hocico detecto y su diente mordío por esas dehesas serranas. El curado es perfecto, luego son los mejores jamones que se pueden comer en el mundo. Ya Matías no tiene cerdos, eran una trabajera y cada jamón le salía por un ojo de la cara; luego ahora, cuando se le acaben los últimos que le quedan, los comprará como todo hijo de vecino, pero jamones como estos que todavía tiene, muy difícil será que los vaya a encontrar, él o cualquiera que como él sepa de jamones y tenga sensibilidad y conocimientos suficientes como para saber distinguir entre jamón y jamón. Guardo el jamón y freímos unos falafeles, que ya os di la receta el otro día. Charlamos, nos comemos los falàfel mojándolos levemente en mahonesa de curry y charlamos más. Cervecitas heladas, también. Llega José Manuel Pásaro (a) el Pasolini. Este era otro de los mánaye, pero no lo mencionaba Kiko Veneno (que fue el compositor, realmente; no Raimundo Amador) en la canción porque su alias no rimaría en ningún verso, así que cuando Carlitos Senra les pide a los tres que se hicieran una foto juntos ahora que están en la Tercera Edad (Carlitos es así de mamón), el Pasolini se quita de enmedio y recuerda entre risas que él no era de los Manager. Así que no hay foto. Matías se va a buscar a Perico (ya saben, "eeel Peeerico con su mooooto, / y el Matíiiiias con su coletaaaa...". Me quedo con José Manuel Pásaro, que me trae kunkwas o como se llamen. De naranja y de limón, que yo no sabía que había limones enanos. Me cuenta que también tenía un mandarino de este tipo, pero que se le secó. El Pasolini vive en el campo y sin Internet. Tiene teléfono móvil, pero no tiene cobertura, así que lo comío por lo servío. Empezamos a hacer el arroz y empiezan a llegar los invitados. La Curra y Cristina, que están guapísimas, cada día más guapas y no son ganas de adular. Carlitos Senra y Francis, el Tico, que está un momento con nosotros, se ríe, se toma una birra, está un ratito más y se va porque dice que tiene que hacer no sé qué. También llega Lola, que estaba trabajando. Las mujeres de otros no vienen porque están trabajando. El mundo laboral, decididamente está cambiando de perfil.

Almuerzo

  • Ensaladas de ahumados y queso al eneldo
  • Tabulé
  • Ensalada de zanahorias y mandarinas
  • Arroz con garbanzos, espárragos y bacalao
  • Mojama
  • Espárragos con salsa tártara
  • Vinos varios
  • Sin pan
  • Dulces de Rufino y del Dioni
Las ensaladas las hago con brotes tiernos y les pongo limón y muy poca sal. Los ahumados y el queso fresco al eneldo ya tienen su sal e incluso su aceite, así que basta con un poco de limón y una pizca de sal sobre los brotes tiernos. El tabulé no recuerdo si os he dado ya la receta o no, así que la doy otra vez o por primera vez. Se toma couscous de este que venden ahora precocido y tan sólo hay que ponerlo en remojo diez minutos. Con las manos se procura que el couscous quede sueltecito y se mezcla con tomate, sin simientes, cortado en cubitos pequeños; pepino y pimiento, ambos también cortados finos, así como la cebolleta. Se pican perejil y hierbabuena, añadiéndolas al couscous con las verduras, y por último se les pone un poco de zumo de limón, aceite, sal, pimienta y pasas que he tenido remojando un momento antes. Se mezcla todo bien y se adorna luego con aceitunas negras cortadas a la mitad.
La ensalada de zanahoria y mandarinas es más fácil aún. Se pelan y rallan zanahorias y se mezclan con gajos de mandarinas. Se les añade zumo de limón y sal. Nada más, ni aceite ni nada, sólo unas pasas que le dan un contraste muy bonito, así como una ramita de perejil en el centro con intención puramente decorativa.
El arroz es como el que hice el otro día en la comida con los del Instituto, sólo que en lugar de chocos llevaba bacalao. Sólo hubo un problema, que nunca supimos cuándo habíamos echado el arroz, así que después de discutirlo brevemente, decidimos que se hiciera el arroz cuando él lo creyera conveniente, que ya era muy mayorcito el arroz para hacerse él solito. En el Neolítico ya se cultivaba, y antes, en el Paleolítico Superior, se tiene constancia de que los Homo sapiens lo recolectaban y cuidaban de aquellos lugares donde surgía espontáneamente, quitando la mala hierba que pudiera competir con el arroz, por ejemplo, de manera que lo ayudaban a crecer: esto es, al menos, una protoagricultura que llevaría muchos miles de años atrás el nacimiento de la Agricultura, poniendo boca abajo todo lo que hasta ahora se acepta, pero en fin, dejemos a los científicos que nos vayan dando aviso de lo que investigan y descubren poco a poco. Un respeto por el mundo de la ciencia y sigamos con el arroz.
Dejado el arroz de la mano de Dios, realmente, nosotros seguíamos a lo nuestro confiados en que el arroz avisaría, como así fue. Llegó un momento en que empezó a oler a quemado, lo que los valencianos llaman socarrat. Luego en lugar de arroz caldoso, nos dispusimos a comer arroz en paella, qué más dará. El arroz estaba buenísimo y no le puse sal ninguna. Con el bacalao, que aunque estaba desalado, aportaba lo suyo; y el caldo de cocer las cabezas de las gambas y los langostinos, fue suficiente. En todo caso, alguien fue a la cocina y se trajo el tarro de la sal para que el que quisiera se pusiera un poco, pero casi nadie se puso sal, señal de que el arroz, aunque no fuera caldoso, estaba sabroso (¡Anda!, un verso: tengo que hacer el soneto a las bizcotelas de Rufino).
Vino hubo variado, cada cual trajo las botellas que Dios les dio a entender. Pan no hubo, a pesar de que Matías trajo un pan extraordinario de la Sierra y que yo había comprado un montón de pan esa mañana, a nadie se le ocurrió poner pan en la mesa, así que comimos sin pan y no pasó nada. Ojú, cómo están las cabecitas a estas edades.

Merienda
  • Güisqui de la perdiz
  • Pasteles
  • Torrijas
A la comida siguió el café, pero como ya era tarde, pues se convirtió en merienda. El Pasolini trajo además de los kunkwats una botella de su güisqui preferido, el de la perdiz, así que nos la hincamos tan ricamente. Lo de los dulces de Rufino, es indescriptible. Si no los conocen aún, preparen las maletas y viajen hasta Aracena para probarlos. Luego si quieren y de camino, se compran un jamón, pero los dulces de Rufino son por sí solos un monumento que debería estar protegido por la Unesco, pero ya lo ven, no es ni Bien de Interés Cultural. Pero qué sabrá la Junta de Andalucía de monumentos ni de nada, si nada más que hay políticos de tercera regional buscándose la vida en ese pesebre que se apresta ahora a cambiar, por fin, después de 3 décadas. Y esto lo digo porque el recambio de Griñán por el cabezón no puede tener otro sentido. Un tipo como Griñan puede protagonizar un cambio civilizado y en los próximos años podrá despolitizar de alguna manera esa cosa que se llama Junta de Andalucía, hasta ahora un apéndice del Psoe. Así que Arenas va a tener suerte, pero de momento lo que no tiene que hacer es pedir elecciones anticipadas, que ya serán cuando tengan que ser y cada día que pasa juega a su favor, pero no. Este chaval es un impaciente.
Cuando empieza a refrescar nos metemos dentro. Más güisqui, más fiesta y torrijas, de las que hice antier con mi hermana.

Cena
  • Ensaladas
  • Espárragos
  • Dulces
Los niños están por ahí, viendo pasos de Semana Santa se supone, o haciendo lo que la edad y las ganas les dicten. Así que Lolita y servidor, después de un día movidito, comemos un poquito de ensaladas, de las que quedaron de la comida, y nos vamos al catre antes de las once. Mañana será otro día, o une otre jour, como diría un francés dijo olalá y un inglés dijo yeyé. Condiós.

2 comentarios:

matias dijo...

se llaman kumqats,combinan muy bien con un lomo de cerdo iberico al horno,la proxima te preparare una mermelada con canela.
cuando ves al otro perico le das un toque sobre la escultura de miguel moreno que me prometio poner en la nueva rotonda del humilladero.

Bernardo Romero dijo...

Lo veré y se lo recordaré. A lo mejor escribo algo en el periódico sobre este asunto y otro que traigo entre manos, el de dedicar una plaza a Luisa Francisca Pérez de Guzmán y Sandoval. Si en otro lugar cualquiera hubieran tenido una reina entre sus vecinos, seguro que tendría plaza y monumento. Aquí, el personal ni sabe siquiera que una reina principal de Portugal, intrigante y efectiva como ella sola, nació en el viejo castillo con cuyos restos los onubenses hicimos los sillares de nuestras viviendas. Con dos cojones.
Lo de la mermelada con canela seguro que me viene estupendamente para la dieta. Desde luego, si no reviento no será por falta de papeletas, porque comprar, lo que se dice comprar, todos los días compro la tira entera. Hasta pronto.