sábado, 26 de enero de 2008

Lenguas en su salsa

Desde un principio fuimos conscientes de que los populares estaban atemorizados por el vuelco electoral que la autoría de la matanza de los trenes podría producir si, como cada minuto parecía más claro, eran islamistas radicales los que habían colocado los explosivos. Lo que hemos ido digiriendo poco a poco, entre impasibles y estupefactos, fue el hecho de que los otros aprovecharan ese temor para montar una impresionante campaña mediática, en tan poco tiempo y con casi dos centenares de cadáveres alineados en un polideportivo, para ayudar a que el temido vuelco electoral se efectuara.
Al final pasó lo que pasó. Que unos perdieron las elecciones por mentirosos y los otros las ganaros por mentir más todavía. Un horror. Tenemos en consecuencia un gobierno legal, pero inmoral y absolutamente falto de ética, como por otro lado siempre han sido los gobiernos desde que el hombre decidiera gobernar al resto de los mortales, a sus casi semejantes. El último capítulo de este tremendo horror, lo vimos en las noticias del viernes y el sábado (hasta los días, los de más audiencia, escrupulosamente buscados) en la media sonrisa de la vicepresidenta de gobierno y en su elegante manera de mentir: "no sabíamos nada con certeza hasta hoy. No antes". Impresionante. Si Maquiavelo levantara la cabeza le daría un sobresaliente sin pensarlo un instante y le diría al pobre don Fernando: "ves, joiotonto, así se hace, con soltura y con elegancia. El veneno se debe infiltrar en las venas de la presa sonriéndole directamente a los ojos, ayudándole a que la mordedura no le cause dolor, sino una profunda satisfacción". Impresionante, ya les digo. Pero bueno, nosotros a lo nuestro, tal como me dijo un socialista de nuevo cuño tras leer uno de mis artículos en El Mundo - Huelva Noticias que no le había gustado demasiado: "tú dedícate a jugar a las cocinitas que es lo único que sabes hacer, so cabrón". Luego, como es natural, obtuvo una plaza en unas oposiciones fradulentas y yo me fui a Lisboa a pasar el puente de Semana Santa y olvidar, aunque fuera por unos días, que soy español. Pues bien, ahora estamos ahí, justo en la cocinita jugando con las perolas, oyendo como desde el televisor de la salita la señora Fernández de la Vega, miente con una pulcritud y elegancia abrumadora y haciendo unas sabrosas y deliciosas
Lenguas de cordero en salsa.- Se pica media cebolla y cinco dientes de ajo y se ponen a refreír en buen aceite de oliva y en una cazuela amplia, lo suficiente para que luego podamos poner las cuatro o cinco lenguas de cordero que tenemos dispuestas y bien limpias. Añadimos al refrito dos hojas de laurel, unos granos de pimienta, sal y unas ramas de perejil. Colocamos encima las lenguas de cordero y echamos un chorreón generoso de buen vinagre de vino, más un vaso de vino blanco y agua que casi cubra las lenguas. Tapamos no del todo la cazuela y dejamos que se hagan las lenguas a fuego medio unos quince minutos.
Mientras las lenguas se van haciendo, picamos un par de zanahorias y un pimiento gordo, de los de asar. Si lo tenemos rojo y verde, pues mitad y mitad, si además tenemos uno de esos amarillos que aparecen por los mercados, pues un tercio de cada y obtendremos luego unas verduritas para acompañar, la mar de monas y coloridas.
Sacamos las lenguas de la olla y las partimos por el centro al sesgo, con idea de que en la segunda parte de la cocción se terminen de hacer. La cazuela la sacamos del fuego, quitamos las hojas de laurel, le añadimos un poco de pimentón dulce, unas hebras de azafrán majadas con un poco de sal, orégano y un poco de pimienta de cayena para dar un punto picante a la salsa que obtendremos luego. Metemos la batidora eléctrica en la misma cazuela para triturar todo (o lo pasamos a un vaso y lo trituramos, si no nos atrevemos a poner la cocina perdida si se nos va la mano o la potencia de la batidora eléctrica). De nuevo colocamos la cazuela al fuego, con la salsa pasada por la batidora, volvemos a poner las hojas de laurel y las verduras que teníamos cortadas, zanahorias y pimientos. Probamos de sal para rectificar si fuera necesario, y damos un hervor antes de colocar de nuevo las lenguas partidas a la mitad y al sesgo. Dejamos que se reduzca la salsa y esperamos a que las lenguas estén hechas.
Se sirven las lenguas cortadas en láminas no demasiado finas, napadas con un poco de salsa y al lado se pondrá un montoncito de verduritas. Decorar con una ramita de perejil y, si acaso, con unos berros o canónigos, escarola, lechugas... lo que sea, pero bien picadito. Desde luego, un poquito de ensalada, sin aliñar por supuesto, aligera estupendamente este plato.

1 comentario:

Andrés dijo...

Eres un crack, Bernardo!!!

Que alguien te dé un programa en la tele, por amor de Dios!!!