lunes, 21 de enero de 2008

La eterna juventud

Todos los alimentos tienen propiedades beneficiosas para el cuerpo humano. Es natural, es por ellos que estamos aquí, por lo que cada uno tiene sus propiedades y comer bueno y variado es lo que nos mantiene en forma. Pero el caso de los espárragos es la mar de curioso. Además de ser un excelente diurético, con lo que es su consumo muy apropiado para los que tenemos ciertos conflictos con la báscula del baño, o ser excelente para ir al baño con el periódico bajo el brazo, por su alto contenido en fibras, también se le ha llamado a veces a esta liliacea tan delgadita la planta de la eterna juventud, por su alto contenido de ácido fólico, esencial para la regeneración de células y otras cosas relativas a mantener una tersa y hermosa piel, por ejemplo, o para la cuestión cerebral y el apetito sexual, por poner otros dos bien dispares, o no tanto.
El caso es que es aconsejable cocerlos mejor que cocinarlos en aceite, pues mantiene mejor sus propiedades. Esta mañana un amigo de Trigueros, Rafa, me ha regalado un mazo enorme de espárragos. Me aconseja que no los cueza, sino que los fría para que pierdan algo de su amargor, pero además de por lo antedicho, a mi lo que me gusta es precisamente el delicioso amargor que tienen, sobre todo, los silvestres. Así que los partí a trocitos, hasta que se puede hacer con facilidad con las manos, y luego me hice un delicioso
Revuelto de espárragos trigueros con setas.- Se pone un poco de agua en un cacharro al fuego con una pizca de sal y cuando rompe el hervor se echan los espárragos, que ya tenemos troceados, durante cinco minutos. Se cuelan bien (el agua se puede guardar para lavarnos la cara con ella y quitar las manchas de la piel. En serio) y se reservan. En una sartén amplia, se ponen a dorar unos cuantos dientes de ajo fileteados no muy finos. Antes de que tomen color, se echan los espárragos, que ya estarán bien escurridos, y se les dan unas vueltas. Se añaden a continuación unas setas de temporada (o champiñones cultivados, si no tenemos otra cosa a mano) troceadas y se saltean junto a los espárragos un par de minutos o tres, el tiempo justo para que se hagan pero que queden crocantes. Entonces cascamos dos, tres o los huevos que sean necesarios, según los espárragos y las setas que tengamos en la sartén, y les damos unas vueltas, rompiéndolos, con la cuchara de madera. Sacamos del fuego la sartén y los removemos bien, hasta que estén cuajados los huevos. Si hiciera falta se arrima de nuevo la sartén al fuego y, si no, pues se sirven adornando con triangulitos de pan frito, que es muy propio. En cuanto a la sal, con la que utilizamos para la cocción de los espárragos es suficiente. Es bueno moderarse con la sal y estas verduras, setas y espárragos, son demasiado sabrosas para añadir más sal.

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