martes, 15 de enero de 2008

Huelva y la promoción turística

Conocíamos de tiempo ha, la curiosa manera de promocionar la costa de Huelva, que tienen las administraciones competentes en semejante asunto. La cosa consiste no en hacer del litoral onubense un atractivo turístico, con los beneficios que conllevaría el contar con un sector turístico fuerte en una provincia con las bondades climáticas, paisajísticas o culinarias como ésta, sino muy al contrario en colocar grúas al bordecito mismo del mar y grandes cartelones que anuncian la venta de adosados y pisos en urbanizaciones que se anuncian como residenciales y ¡turísticas!. Oigan, o una cosa u otra, sincérense. Digan lo que hay y ya está hombre, si aquí nadie se enfada por que usted quiera vender terrenos para arreglar el presupuesto municipal y, en consecuencia, continuar en el cargo. Ande y aproveche, señor alcalde, que a lo mejor dentro de un par de años ya no se puede sentar en el primer sillón municipal y son otros los que siembran la playa de su pueblo con dos y tres dormitorios, cuarto de baño, aseo y piscina comunitaria. Si en el fondo hasta le comprendemos. No compartimos su manera de proceder, porque está arruinando el futuro de su pueblo, de sus hijos y de sus nietos, pero le comprendemos. Es mucho el vértigo que da sólo el pensar en perder el silloncito ¿Verdad, alma mía?
Pues bien, en este orden de cosas, o desorden más bien, hemos encontrado un imán plástico, de esos que se utilizan para sujetar papelitos en la puerta del frigorífico, que lleva la rúbrica de una asociación de municipios costeros y una alegre gamba, que estará metida también en lo del ladrillo, por la sonrisa que muestra, explicando el mejor modo de cocción de este fenomenal marisco.
Cuenta el alegre crustáceo que se llena una olla de agua hasta un poco más de la mitad y se echa un puñado grande de sal gorda. A continuación, continúa el animalito, se espera a que el agua empiece a hervir y se echan todas las gambas, de forma que queden cubiertas de agua. Después, el camarón explica que cuando el agua empieza a hervir se retira del fuego y se pasan las gambas a otro recipiente con agua y cubitos de hielo. A los pocos segundos ya se pueden sacar del baño las gambas y ponerlas en la fuente donde se vayan a servir espolvoreadas con sal. Y ahora digo yo, se imaginan ustedes un kilo de gambas en una olla, con el agua que estaba hirviendo cubriéndolas, y fría en consecuencia después de la cantidad de crustáceos que se echan juntos. Se imaginan ustedes como estarán esas gambas después de que pase lo menos media hora hasta que el agua empiece a hervir de nuevo. Pues bien, ya puestos, lo que habría que hacer es tirar las gambas y hacer una sopa de marisco con el agua, no al revés tal como dicen los promotores turísticos que, evidentemente, lo que pretenden es alejar el turismo de la costa para continuar con la cosa del adosado y el pisito residencial y turístico.
Uno piensa que podría haber una manera más oportuna para la
cocción de las gambas, aunque lo mejor es irse a los cocederos que abundan en el puerto interior y comprarlas allí mismo, que bien baratas y estupendas que salen, pero en fin. Podríamos poner agua a hervir, como cuatro litros, con sal, y cuando hierva a borbotones – premio – se echan las gambas, pero pocas, nunca más de medio kilo. Se espera a que suban a la superficie, avisando de que están cocidas, y se sacan, lo cual ocurrirá, dependiendo del fuego, que deberá ser fuerte, a eso de los dos minutos o dos minutos y medio. A continuación, sí que es menester enfriarlas en agua con hielo, para que luego las podamos pelar mejor.
Si las gambas son frescas, se les deberá echar un puñado de sal por encima, ya que son muy sosas. Pero es bastante improbable – o muy caro, que viene a ser lo mismo - que se consigan gambas frescas, las cuales se distinguen de las que han sido refrigeradas, en que el bigote permanece inalterable, es decir, larguísimo. Las refrigeradas, con una congelación de menos de quince días, tienen casi todo su bigote, pero lo normal es que éste se quiebre en el proceso de congelación y luego en el de cocción. En el caso de las ultra congeladas, las que sabe Dios el tiempo que llevan congeladas, el bigote es prácticamente inexistente y presentan al final de la cabeza tan sólo el recuerdo de aquél, trocitos pequeños que nos indican, grosso modo, el tiempo que llevan capturadas. En todo caso, una buena cocción, puede con todo y las gambas refrigeradas, las más usuales en el mercado onubense, están deliciosas y conservan suficiente bigote como para adornar el plato con sus finas líneas de la color rosicler, que diría el poeta, y en alegre desorden revueltos. Al lado de las gambas, suele aparecer, o bien una cerveza fría o vino blanco afrutado. Pero del Condado, por supuesto. Y las mejores, las blancas de Huelva, de eso no deberán tener la más mínima duda.

2 comentarios:

Agustin dijo...

Señor Bernardo: no se puede figurar lo de acuerdo que estaba con usted en el dosmilocho con respecto a "los gambas" que pretendían, pretenden y pretenderán promocionar Huelva turisticamente aportando al patrimonio cascotes, ladrillos, masificación, más basura y más polvo no placentero, y todo por unos dineros fáciles, fáciles de gastar. ¡que Dios nos coja de vacaciones!. Ahora en el dosmilonce, los “gambas" siguen navegando y los demas, intentando incarles el diente (con dos dientes menos).
Pero lo mas lamentable del tema es que yo, humilde tragaldabas a perfeccionar, no haya podido conseguir el libro La Cocina de Huelva, que usted escribió a dos manos y un puchero, con doña Remedios Rey, y que editó la Diputación. Con ese libro, ustedes hicieron más por Huelva, que la ley de costas por los aparcamientos de pago.
En fin, que tras tres tristes años persiguiendolo, el camino se me va estrechando y todo me conduce a que no me está quedando mas solución que mangarselo a mi cuñado, con lo que de quiebra familiar puede significar.
¿Por casualidad no conociera usted algun lugar donde lo pudiera conseguir sin violentar la ley?.
Desde Pozuelo de Alarcón, en Madrid, le saluda afectuosamente
Agustín De la Casa

Bernardo Romero dijo...

Que yo sepa lo tienen en El Corte Inglés, usted lo pide en el de Pozuelo y ellos lo piden a Huelva. Pero lo distribuye Enlace y eso quiere decir que se lo pueden pedir en cualquier librería. Ese libro es del 89 y en 2008 publiqué Huelva en su salsa. 1000 recetas de cocina. Creo que está mejorado y que es más completo, pero en fin, sobre gustos no hay nada escrito. En cuanto a lo del ladrillazo que nos han dado en todo el bebe estos elementos, empecé a escribir hacia 2006, cuando ya se sabía lo que se nos venía encima. Por entonces una organización empresarial de constructores puso el grito en el cielo y pidió mi cabeza (muy solicitada siempre, por cierto) al periódico en el que entonces escribía. Por despachos de alcaldes ladrilleros han circulado mis artículos subrayados con amarillo fluorescente antes de pedir mi cabeza al periódico, a este y a otros en los que antes estuve. En resumen, ya sólo escribo, eso sí, gratis y fresco, en un periódico digital (www.huelvaya.es) y me dedico ahora, felizmente a la literatura, algo que siempre quise hacer. Un abrazo