viernes, 14 de marzo de 2008

De Valverde al cielo

Tengo mi desordenada vida curiosamente ligada a Valverde. Al margen de que mi tío Antonio se fue después de la guerra para allá a poner unos puestos de pescado en la plaza de abastos, y que allí nacieron sus hijos menores, mis primos, que siguen viviendo allí la mayoría, he mantenido y mantengo una buena amistad con un montón de gente: Con Manolo Becerro, primero con el padre, ya fallecido, un tipo extraordinario con el que compartí clandestinidades, y luego con el hijo, que ahora está en El Mundo en Sevilla, pero que empezó en Huelva, aunque lo conocí con anterioridad. También conocí, aunque le he perdido la pista, a Pepe Mantero, que era cura y armó un taco con su salida del armario. También tengo una muy buena amistad con Andrés Marín, mucho más joven que yo, pero intelectualmente muy cercanos, el cual ha vuelto a la edición onubense de El Mundo después de unos años en Málaga. Con Enrique Martín, conservador del Museo de Huelva y padrino de mi hijo pequeño, Manolete. Con Salvador Mora, que ahora tiene la suerte de vivir en Los Pinos, ocupado con la revisión de guiones cinematográficos, pero con el que estuve unos años en Diputación, despachos juntos, con una puerta en medio que siempre estaba abierta. Familia, amigos... Y el sabor del pueblo metido en los adentros. Esto que ahora os presento es el intento de acercarme a aquellos sabores de mi infancia con este
Guiso de revoltillos.- En la olla a presión y todo en frío, ponemos una cebolla grande - para que luego tengamos una salsa bien espesita- y cuatro o cinco dientes de ajo. Añadimos unos granos de pimienta, un pimiento rojo picado menudo, dos zanahorias y un par de hojas de laurel, azafrán majado con sal, unos granos de hinojo - para que la digestión sea más tranquilita, aunque los revoltillos se digieren bien - un par de pimientas de cayena o tres, si son pequeñas, unas hojas de hierbabuena y un ramito de culantro - hojas de cilantro fresco - y un vaso de los de agua, de vino blanco del Condado. Echamos los revoltillos, un par de kilos por ejemplo, y un hueso de jamón más unas patitas de cordero. Cubrimos apenas de agua y tapamos la olla. Desde que empieza a silbar contamos veinticinco minutos. Abrimos la olla y ponemos la sal que consideremos necesaria, añadimos una patata, o dos, o tres, según, troceadas. Dejamos a fuego lento hasta que las patatas estén tiernas y ya está.
Se sirve en plato hondo y lo propio es estrujar patatas y zanahorias con el dorso del tenedor y hacer de este modo un puré absolutamente delicioso. Ale, a disfrutar.

2 comentarios:

Zapateiro dijo...

Por casualidades de la vida dimos el uno con el otro y, también por casualidades de la vida, descubro que casi todos los amigos que nombras de Valverde tienen algo que ver conmigo:
Manolo Becerro era mi tío y es mi primo, Andrés Marín es mi amigo y Salvador Mora es también tío mío. Buena gente Bernardo.

El mundo es un pañuelo.

Un saludo.

Bernardo Romero dijo...

Desde luego que es un pañuelo. Lo malo es que está lleno de mocos. Pero en fin, me alegra estar conectado con Valverde más de lo que ya lo estoy: los que nombras y otros más, como tú ahora. Un abrazo.
Posdata: tu tío Manolo nos preparaba un piscolabis cuando de madrugada volvíamos de hacer pintadas en la Sierra o en la Mina, también en Valverde. Buenos tiempos aquellos de clandestinidad y mosto con chorizo a las tantas en casa de Manolo Becerro. Buenos tiempos. Ahhh, creo que me estoy haciendo viejo. Agur.