martes, 15 de febrero de 2011

Los brownies del americano

La primera vez que probé un brownie creo recordar que fue en la Sevilla de principios de los setenta. Había un local en la Avenida Asunción, cerca de dónde yo vivía, que (decían) lo había montado un americano de la base de Rota, o algo así. No lo sé con exactitud, porque son muchos los años y difusos los recuerdos. El local se llamaba Sloppy Joe's y todavía existe, multiplicado además. El invento, funcionó por lo que se ve. Ahora es toda una franquicia que se dedica a repartir pizzas, que son como tortas. Vamos a ver, no es que repartan tortas, que a lo mejor también, sino que las pizzas son como las tortas de pascua cartayeras, pero saladas. En realidad, las tortas de pascua y las vecinas cocas de Isla, con parientas de la coca mallorquina, que a su vez es tía abuela de la pizza italiana. Ya nos vamos enterando. Las pizzas italianas emigraron a los EE.UU. con los italianos del sur fundamentalmente, que se fueron para allá por millones (no es exageración) a finales del XIX y principios del XX. Allí, un alimento tan divertido como completo, hizo furor, como en la costa oeste lo estaba haciendo la comida rápìda, dulzona y agradable, barata también, que los chinos le hacían a la tropa proletaria del ferrocarril. De allí, y no de Cantón, se fue a difundir una comida china que no es comida china exactamente, sino una versión rápida y barata de una de las modernas maravillas del planeta. Recuerdo que Vázquez Montalbán decía al respecto que la cocina occidental era un tabique de adobe y la comida china, la de verdad, era la mismísima muralla china. Pero en fin, sigamos. En Sevilla y en la calle Asunción se abrió un local en el que probé por primera vez una especie de madalena de chocolate que servían con chocolate caliente en su interior. Eran los brownies, un postre americano facilón y resultón, asequible como todo lo que estos modernos fenicios han repartido por sus colonias, que somos todos. El caso es que el otro día me disponía a hacer una tarta de chocolate con canela, pimienta y chile, cuando aquí la parienta me paró en seco: "déjate de tonterías y hazme unos brownies". Coño, dicho y hecho, recordé los brownies del Sloopy Joe's, los buenos tiempos sevillanos y empecé a contarle a Lola cómo era la Sevilla de hace cuarenta años, muchos años antes de que ella naciera. Los brownies me salieron bien, pero hablando y cocinando me di cuenta de que tengo más años que el palmar de Niebla. En fin, aquí os dejo los brownies, que los serví sobre una salsa de chocolate caliente (también os dejo la receta) y un poquito de yogur griego tuneado con colorines de azúcar.
Brownies de chocolate.- Se toman cien gramos de azúcar normal y corriente y se baten con cuatro huevos hasta obtener una crema. A esta mezcla le añadimos cien gramos de harina y se vuelve a batir todo hasta obtener una crema homogénea. Por otro lado, o lao, se derriten en el microondas (con una mijita de agua, casi nada) cientoveinticinco (premio) gramos de chocolate fondant y se mezclan con otros cientoveinticinco (premio otra vez) gramos de mantequilla. Esta nueva mezcla se incorpora a la anterior y entonces se añade un puñao de nueces peladas, como diez o doce nueces más o menos, creo recordar que le puse yo. Ea, pues ya está. Al molde o moldes mejor dicho y al horno, a 190ºC hasta que veáis que están hechos los brownies con la historia de siempre, la aguja de hacer punto que se mete y si sale limpia tal y tal. Yo, simplemente, cuando huelen es que ya están hechos y a tomar por culo (perdón).
Salsa de chocolate.- Se derrite chocolate fondant con un poco de agua y cuando está derretío se le añade una cucharada de miel más azúcar a gusto de cada cual. Se incorpora todo meneando con las varillas y a fuego moderado. Se sirve caliente por encima o abajo del brownie, pero también se puede hacer antes y calentarla en el microondas a la hora de utilizarla.

4 comentarios:

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Si es que hay que quererte a la fuerza Bernardo. Lo mejor de la receta el introito.
Por lo que dices vivías cerca de la barbería donde paraba Silvio.
Las pizas de Sloppi me encantan, aunque muy de vez en cuando. Son las únicas que como. Cuando me acuerdo voy y me pongo como el kiko, después paso una tarde de ardores y gases de cojones pero le he dado gusto al body.
Un abrazo

C. M dijo...

Bernado.. sin palabras me has dejado

X dijo...

Mi parienta también hace brownies, oyes, y creo que la receta es, si no la misma, su hermana gemela, que se diu. Con yogur griego no los he probado (ácido contraste que promete ser interesante), empero.

Bernardo Romero dijo...

Ahí va, en la calle Pedro Pérez Fernández, uno que hizo cosas con los Álvarez Quintero, creo que era. Estaba al lado de lo de Industriales, donde daba clases el Guerra (el siniestro, no el diestro, que éste último creo que no tenía la egb terminá). En aquél tiempo el barbero no oficiaba de barbero, sino que quitó la peluquería y puso un pub donde acudíamos a beber cerveza negra, comer salchichas alemanas de un calibre enorme y por supuesto a admirar al Silvio, que andaba por allí poniendo cerveza a la distinguida clientela y medio recogío después de lo de la inglesa millonaria que no tuvo más remedio la pobre que dejarlo e irse pa Inglaterra con sus papás para criar al crío. Joer, qué tiempos.
A María, esencialmente quiero decirle que uno también se queda sin palabras cuando mira p'atrás y ve lo que va dejando por el camino. Sin palabras de puritito vértigo.
Mi admirado X, servidor no hacía brownies desde hace un montón de años, entre otras cosas porque de vez en cuando tengo la suerte de probar los que hace Julia, una amiga realmente sensacional, que los hace que no te puedes ni imaginar. De modo que eché mano de la biblioteca culinaria que exorna parte de mi biblioteca particulaire, y buena parte de un mueble del ikea que tengo en la cocina, y encontré la receta de los brownies en una enciclopedia en colorines que rara vez la he usado. Lo del yogur y la salsa caliente, ya es cosa de moi (pronúnciese múa, como los besos). En fin, troncos y tronca, me alegro una barbaridad de veros por aquí. A ver si me armo de paciencia y me doy un voltio por las afotos de María (¡que envidia!), que no para de darme ideas desde su extraordinario blog (no cómo este que es mayormente para los amigos, la family y los nuevos amigos que me voy encontrando por estas redes. También tengo que recorrer la nave limpia y luminosa de X y el diario con más sentimiento, naturalidad y arte que tengo el gusto de haber leído en mi vida, el del gran Rafaé, que viendo su retrato no me extraña ná que el médico pretenda ponerlo a dieta (yo también debería volver a las penitencias pretéritas). Hasta pronto pues.