domingo, 3 de agosto de 2008

Los toros y los garbanzos

Ayer los toros, bien. Entretenida corrida con ejemplares de Pereda y La Dehesilla, que viene a ser lo mismo. Unos embistieron de forma clara y dieron buen juego, y también los hubo que fueron auténticos marrajos. De esto más que de otra cosa escribí para el periódico, ya que la crítica, lo que se dice crítica rigurosa y con buena literatura además, corresponde al maestro Crivell. Ponce no tuvo suerte ni con el primero, al que desorejó más por el cariño que le tiene la afición onubense que por otra cosa, aunque anduvo voluntarioso y le sacó lo que pudo e incluso más al de Pereda. Con su segundo, simplemente no pudo. El animal no se dejaba torear y se defendía derrotando al final de cada pase, como hicieron los respectivos segundos de El Cid y de Cayetano, sobre todo el que cerraba plaza y que le tocó en suerte a Rivera. A este no había por donde cojerlo, sino más bien lo contrario, pues poco le faltó al animal para llegarle con el pitón en un par de ocasiones que se colaron sus continuos derrotes entre el torero y su capote de torear. En cambio en el primero de Cayetano, que debutaba en el Coso del barrio de La Merced Descalza para la Redención de Cautivos, cortó dos orejas a pesar de que apareció la porra del señor guardia urbano, quiere decirse que el estoque salió una cuarta por el costillar abajo del toro y eso, en mi pueblo al menos, que curiosamente es éste llamado Huelva que tan cambiado está, no debería tener premio alguno. Pero en fin, cosas de la afición onubense y cosas del señor presidente, mi admirado Domingo Prieto, un hombre que saber de toros sabe, pero le pierde su buen carácter, esa persona bonachona y curtida en mil batallas, por lo tanto buena de las de verdad. Cosas de Huelva y cosas del presidente, así que dos orejas para Cayetano que le abrieron la puerta grande de par en par. En cuanto a El Cid, que se le esperaba y se le empieza a tener devoción en esta plaza como en todas las de España, estuvo bien, muy bien. Es torero de buena planta, quiere decirse alto - todos los toreros altos tienen mejor estilo y mejores hechuras para torear -, y por lo tanto tiene la posibilidad de ejecutar las suertes con la delicadeza que permite el poder torear con los hombros caídos, gustándose y transmitiendo al respetable. Si a eso le sumamos que el hombre pone de su parte todo lo que puede y más, tenemos delante de nosotros a toda una figura, El Cid.
Al primero le quitó una oreja y al segundo otra. De modo y manera que una y una son dos y también se le abrió el portón que da al río y al puente que va a las playas, por donde cuando la marea sube o la marea baja, se cuelan las brisas marinas, pero por donde cuando la mar está tranquilita y la marea en el repunte que le llaman, no se mueve una hoja de un árbol. A partir del tercer toro, con los tres últimos que además fueron los peores de la corrida, hubo bochorno, calor húmedo de este de Huelva que no tiene igual. Pero peor ocurrió en la Maestranza ese día verídico que contaba Paco Gandía, ese de cuando fue a los toros al tendido de sol, un día de agosto con más calor que todas las cosas y tuvo la ocurrencia el hombre de jartar de garbanzos al niño... Para que no nos ocurra esta tarde lo mismo, nos vamos a hacer unos garbanzos con verduritas al estilo marroquí, especiados y livianos, sin grasa alguna y absolutamente digestivos, una manera deliciosa de comer garbanzos en estos días de tanto calor. Veamos como se elabora, en una cazuela normal, este
Tayín de garbanzos a los mil aromas.- Se pondrá en una cazuela amplia y de fondo grueso a poder ser, una lámina de aceite de oliva, cuando empieza a calentar se añaden unas hebras de azafrán y un poquito de pimentón. A continuación un poco de comino majado, una punta de canela y jengibre seco recién rallado. Cuando aquello empieza a decir aquí estoy yo, quiere decirse cuando empieza a desprender unos maravillosos aromas, se añaden unos garbanzos que habremos cocido previamente (valen los que vienen en bote, yo de hecho, son los que he utilizado hoy), un par de tomates maduros, sin piel ni semillas y bien troceaditos, más una cebolla de esas moradas a poder ser, que habremos pasado por el rallador mejor que por el cuchillo (es más cómodo y queda más fina además). Se baja el fuego y se salpimenta. Se añade perejil troceadito y si se dispone de unas ramitas de culantro (ramas de cilantro verde, para los que no son de Huelva), pues mejor aún. Se espera a que se queden los garbanzos en el jugo de las verduras y con los aromas bien prendidos y a disfrutar. Esto, desde luego, está muy lejos de los garbanzos del pobre niño de Gandía, ese que se jartó de morcilla y de chorizo y largo fiesta desde el reloj de la Maestranza hasta el mismísimo callejón. Salud y a disfrutar.

1 comentario:

Juan Duque Oliva dijo...

Me seleccionaron para el programa Ven a cenar que no he visto nunca, pero mande el formulario por matar el rato, contando después con llamarte y preguntarte que pondría.

NO fui, menos mal, respiro tranquilo por que no tengo ni zapatera idea de cocina ni de toros, me dan pena.

Pero que bien los cuentas.