sábado, 23 de agosto de 2008

El sabor de las ofertas

Estaban ahí, estupendas y con un precio que era una auténtica tentación. Así que el paquete entero, un montón de chuletas de cerdo blanco, más insípido que la maravilla del cerdo ibérico, pero baratas a más no poder. Así, que el envase entero con sus tres kilos y medio de chuletas. Y luego, el ¿a ver qué hago con tantas chuletas? Hombre, en principio, congelarlas. Pero ¿y si ya han sido congeladas con anterioridad? Bueno, pues a comer chuletas. El primer día, las puse sobre las brasas, puse unos cuenquecitos con salsas distintas y a disfrutar de la carnaza de cerdo blanco, pero el problema estriba en que tampoco es cuestión de andar comiendo chuletas a la brasa una semana entera. Así que a las brasas siguió la necesidad de cocinarlas para no comer dos días seguidos el mismo menú. De ahí, vinieron estas deliciosas
Chuletas en salsa de limón y tomillo.- Se toman las chuletas que vayamos a comer y se les quita el hueso. Se ponen en un cuenco capaz y se les añade ajo muy picado, pimienta, tomillo, sal y zumo de limón. Se dan unas vueltas y se dejan macerar para que tomen el adobo por lo menos un par de horas, pero si pueden ser doce, pues mejor.
Se pone una cazuela amplia con un aceite a calentar. Cuando el aceite está suficientemente caliente como para freír las chuletas, se pasan por harina éstas y se van friendo por tandas, reservándolas cuando están casi doraditas, pero no fritas del todo. En el aceite sobrante se echa un vaso de leche, una pizca de pimienta recién molida y un punto de sal, dejando que de un primer hervor. Entonces se añaden las chuletas que teníamos reservadas y se cocinan hasta que hayan tomado el sabor de la salsa.

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