viernes, 8 de junio de 2012

Sentido común

De zanahoria, de melón, de remolacha, de fresas o de lo que usted quiera. Con coquinas, con kikos o con coco. Añada lo que le venga en gana y sea usted capaz de combinar en sus más íntimos pensamientos. Los gazpachos se visten y adornan de la verdura o de la fruta que más le apetezca en cada momento, pero no me digan que, aunque sea de vez en cuando, no apetece un gazpacho corriente y normal. Medio pepino, cinco tomates maduros, un pimiento, un diente de ajo y se acabó. Los tomates me los pelan bien y les quitan todas las simientes. De pan, nada monada. Agua fría, vinagre pero no demasiado, aceite generoso y sal. Eso es todo amigos. A disfrutar. Ah, y si hacen lo del tomate, de no ponerle simientes, y lo del pan, no poner nada de nada, verán cómo eso de que se repite, es un cuento. Lo que si hay que ponerle al gazpacho es sentido común. Por último un truco que ya les he comentado alguna vez: corten menudas las hortalizas y dejen que reposen, tapadas con film transparente, en la nevera un par de horas al menos. La ósmosis le ayudará a que los sabores se mezclen como si el gazpacho estuviera majado pacientemente. Si hacen esto, lo podrán mezclar en la batidora eléctrica pero les saldrá como los gazpachos antiguos. Bon profit.

3 comentarios:

X dijo...

Nunca he probado esos gazpachos modernos aunque de sobra los conozco. Seguramente ya te lo diría el verano pasado o hace dos cuando pusiste uno de fresas o de sandía o a saber. Que por cierto, ganas no me faltan, pero pereza me sobra.

Pero a lo que iba: mi madre hace el gazpacho de toda la vida (el de pepino y tomate, en fin) de una manera muy poco ortodoxa, a saber: no le pone pimiento; de pan, poco; y el espesante que utiliza es una patata pequeña. El porqué es entre curioso e incierto. Así lo hacía mi abuela a petición de mi abuelo, a quien imagino que no le agradaba el pimiento (de rebote, a mí casualmente tampoco) y tal vez sí lo quería más espeso. Pero es que fue mi abuelo quien enseñó a mi abuela a hacerlo así y este, no sé si alguna vez te lo he comentado, era oriundo de Encinasola, un pueblo que por ser de tu provincia es probable que conozcas. Claro, me dirás que por Huelva no hacéis los gazpachos así y me lo creo, por eso digo que el origen de esta elección de ingredientes es incierta. Seguramente, igual que cada maestrillo tiene su librillo, cada ama de casa tiene su gazpacho y ya está, tampoco hay que darle más vueltas, pero igualmente quería contártelo per si de cas. Au!

Bernardo Romero dijo...

Te he respondido en el viejo Atlantis, pero por si no apareces ya por tu nave, te lo repito aquí. Esos son los gazpachos de invierno, muy propios de toda la sierra y por supuesto de Encinasola, donde estuve hace poco en un jurado gastronómico. Tienes que ir para allá algún día. Es muy recomendable, sobre todo si te gusta comer bien. Es sorprendente el nivel gastronómico de los bares y restaurantes de Encinasola. También hay un hotel con mucho encanto y un formidable restaurante. Un abrazo

X dijo...

Vaya, pues muchas gracias, yo pensaba que sería algo más individual y no costumbre, a mi madre le encantará saberlo. Un abrazo y a ver si voy, me encantaría.