Esto de cocinar con vino tinto no es muy normal por estos sures. La razón es simple, aquí el vino siempre fue blanco. El tinto, como el que dice, entró en las costumbres y hasta en las mesas hace dos días, luego es fácil colegir que se haya estado usado en la cocina el vino que había, el blanco. Hoy he hecho una salsa tradicional de ajos y laurel, con tomillo, pimienta en grano y vino... tinto. Ahí está. Una reducción de vino tinto que me ha quedado la mar de espesita y ligada, estupenda de sabor por los pocos ingredientes que llevaba, lo cual unido a la carne que he utilizado, la tan tierna y agradable carrillera de ibérico, ha resultado un plato sensacional. Ahí va la receta.
Carrilleras al vino tinto.- Dos hojas de laurel, unos granos de pimienta negra, tres dientes de ajo partidos a la mitad y tomillo. En cuanto el ajo empieza a dorarse, un momento antes, se añaden dos cucharadas de tomate triturado y se dan unas vueltas rápidas. Se aparta el cacharro del fuego, se añade pimentón y se dan unas vueltas. Echamos las carrilleras troceadas y al fuego de nuevo. Fuego medio y a mover hasta que la carne cambie de color, lo cual hará enseguida. Se cubre todo con vino tinto, joven del año o crianza como mucho, pero que sea bueno, y a dejar que reduzca con el cacharro a medio tapar y a fuego medio, tal como estaba. De vez en cuando nos acercamos, metemos la nariz, sonreímos ante el espectáculo que tenemos allí montado, y movemos un poco para que no se pegue la carne. Cuando quede en su salsa, que debe estar bien trabada y de un bonito color como achocolatado, apartamos del fuego el cacharro y servimos junto a unas patatas panaderas, por ejemplo. O sola la carne, según nos apetezca.
1 comentario:
Querido Bernardo:
Esa salsa pide al lado un pan de San Bartolomé pa mojá. Besitos.
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