miércoles, 29 de julio de 2009

Las Colombinas

























Las fotos, como siempre, no son muy allá, pero en esta se aprecia al menos, en el interior del almirez de madera, la textura que tienen las especias al final del triturado. En el bol está ya el pollo macerando con las especias y una mijita de aceite.






Son las fiestas de mi pueblo. De Huelva. Empiezan hoy y me apetecía ir, pero Lolita trabaja mañana muy temprano, así que celebramos las Colombinas en casa. Ella, Manolete y yo. Ponche y pinchitos morunos. Pusimos el transistor a todo volúmen, el picú este moderno de los cedés también a todo trapo y el televisor para terminar de marear la perdiz y dar ambiente como de feria. De vez en cuando la Lola hacía como si fuera el de la tómbola y yo con un plumero era el tio del tren de la bruja. Así que Colombinas y sin salir de casa.
Del ponche ya os conté el otro día algunos detallitos y a los pinchitos creo que ya les he dedicado alguna página (por cierto ¿el Pincho Moruno, donde andará?), lo cual no obsta para que os dé cuenta de lo que hice esta tarde, preparar mi propia mezcla de especias, mi propio Ras el hanout (árabe = lo mejor de la tienda) y hacerme mis pinchitos personalizados o tuneados, como se dice ahora.
En realidad no hay una receta concreta del Ras el hanout, en el cual pueden intervenir desde cinco o seis hasta cuarenta especias distintas. Así que lo que hice fue ponerme delante del especiero e ir sacando las que me parecían más oportunas y que luego os cuento, aunque tampoco puedo jurar que me acuerde exactamente de lo que hice esta tarde, pero lo que sí es seguro es que me salieron estupentos los pinchos haciendo esta
receta de Pinchos morunos (con mi particular Ras el hanout).- Bueno, a ver si nos vamos acordando. En primer lugar metí en la picadora un poco de sal, pimienta en grano, culantro (o cilantro como lo llamáis los que no sois de Huelva) también en grano y anís. El anís, también en grano, no me seáis catetos y vayais a ponerle una copita de Marie Brizard. De anís, muy poco, menos que de culantro y pimienta, y por supuesto menos que de cominos, que también le puse. A ver, a ver... Ah y un poco de jengibre rallado, cúrcuma por lo del color, pimentón dulce, tres o cuatro, que no me acuerdo bien, pimientas de cayena, orégano... Espérate un momento que me voy a la cocina y me pongo a ver los botes y me acuerdo de algo más... Ya estoy aquí, sí, que le puse también un poco de canela, un clavo sólo y nuez moscada. Quede claro que esto es lo que yo piqué primero y majé después en el almirez, pero que cada cual podrá poner lo que quiera, por ejemplo cardamomo y alcaravea deben de ir muy bien, pero como yo no tenía, pues no lo puse.
En fin, que como tampoco tenía cordero, que habría sido lo propio, pues saqué del frigorífico unas pechugas de pollo que había comprado para otra cosa, las troceé y las embadurné con esta mezcla de especias. Por cierto, ya hemos cenado y hace media hora que me comí el postre, las manos me las lavé siete veces, y después de cenar otras cuantas más, pues bien, todavía me huelen a pinchito, con lo cual os quiero decir que cuidadito, sobre todo si después de macerar el pollo tenéis una cita con una chavala, o con un chaval, depende.
Bueno, termino, que me enrollo y no termino nunca. Que quería deciros también que le puse un poco de aceite al pollo por dos razones fundamentales, una para que las especias se adhirieran bien, y otra más fundamental aún, para que no me quedara después más seco que el ojo de Maillo.
Luego a las brasas, con un poquito de sal por encima si le pusimos poco o entendemos que le pusimos poco, que es como queda mejor y como lo hacen en las Colombinas, que todo viene por lo mismo. Como se puede observar en la fotografía superior, utilicé un plato de esos grandísimos para poner una ensalada simplísima de lechuga aliñada con sal y limón solamente, y sobre ella los pinchos, con cada brocheta de su padre y de su madre, pero no por cuestiones artísticas, sino porque es lo que tengo, que cada vez que preparo algo de esto para una barbacoa en casa de alguien, pues allí que se quedan las brochetas, y estoy que no gano para alambritos.
Bueno, qué más os iba a decir... Ah, nada, que hagáis cada uno vuestra mezcla, vuestro Ras el hanout y que os salga como a mí me salieron los pinchitos morunos, la verdad sea dicha de paso, la mar de ricos.

martes, 28 de julio de 2009

Aclaración a la entrada anterior

Disculpen vuesas mercedes, pero creo que no quedó muy claro lo que aparece en la fotografía de la entrada anterior. Verán, se trata de una pastela magrebí, norteafricana o andalusí, que se hace del modo que se explica en este mismo blog (pastel de perdiz creo que le llamé). En cuanto a la forma, sencillamente en lugar de envolver la pastela en hojas de pasta filo del modo habitual, la envolví en la forma que se aprecia (con dificultad, creo que me tendré que comprar otra cámara de fotos) a la izquierda, es decir formando una especie de canuto y dentro el cordero y los jugos de su cocción mezclados con huevos batidos, excepto un poco que aparté para remojar el cuscus este que venden ahora precocido por todos lados (hace doce años o te traías el cuscus de Marruecos o te lo traías de Francia, pero por aquí no se encontraba ni para atrás). El resto creo que es evidente, con más hojas filo hice un crocante de canela y azúcar glas, y las almendras las tosté y las distribuí artísticamente. También utilicé sésamo, que en todo caso forma parte de la decoración de una pastela tradicional. Todo está en una gama cromática que creo bastante elegante. El color rojo del pimentón, extraño a esta composición, juega sólo un papel estético o plástico, pero es necesario al cerrar una composición que ya no se cae, sino que se equilibra.
Como también podréis observar, se sirve directamente sobre el mantel y se come, como es normal, a pellizcones y con las manos.
Esta que se ve en la imagen, cayó junto a una botella de manzanilla La Guita (que Mahoma nos perdone) y la culminamos con unos pastelillos de Gloria que estaban para morir, pero no para morir por Dios, por la patria ni por el rey, sino para morirse de auténtica felicidad, celestial en este caso y que Dios nos perdone también.

domingo, 26 de julio de 2009

Es lo que hay


Esto es lo que hay. Pastela de cordero con cuscus de pasas y almendras.
Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua de los cojones, Borracho: ebrio, y cuando buscas ebrio dice que poseido con vehemencia de una pasión. Su puta madre, y yo que coño le he hecho a la Real Academia de la Lengua, que por cierto, estofada está que te mueres. Me cago en tó. Ná más que hay tontos en el mundo.

miércoles, 22 de julio de 2009

Verduras y caña (a la espera del Mont Ventoux)





A las doce y cuarto estoy ya sentado delante del televisor. Hoy se supone que debería haber sido la etapa reina, y la verdad es que no ha estado mal. Haber ha habido caña, pero de aquí al samedi, habrá más, eso está claro.
Ahora, eso sí, todo quedará meridianamente claro en la contrarreloj de mañana y, sobre todo, el sábado en la ascensión al Mont Ventoux. Para que se hagan una idea, en los últimos veintisiete o veintiocho kilómetros pasan de estar a 300 metros de altitud, a casi dos mil. Una barbaridad.
Bueno, pues para ver la etapa tan ricamente, hoy se come frio. Además estamos solos Manolete et moi, avec ce que il n'y a pas problème. Gazpachito que quedó de ayer, y cómo no le pongo pan, pues no se oxida y está igual de bueno. En un momento de transición, tras el descenso del Roselend, que aprovechó el noruego Thor Hushovd para iniciar una larga escapada, y cuando el líder de la regularidad ascendía en solitario el Saisies, aproveché yo para hacer la
receta de Huevos rotos con patatas y chorizo.- (para dos personas humanas) Se saltean dos ajetes picaditos en aceite de oliva virgen extra, una lámina sólo, y a continuación se añaden unas patatitas cortadas en cuadraditos y previamente fritas. Añadimos toute de suite un rodaja de chorizo, de un centímetro de grosor y hecha taquitos a continuación. Se cascan dos huevos encima, se le pone a todo un poquito de sal fina, y se espera a que cuajen les oeufs. A la hora de ponerlos en el plato, se rompen con el canto de la espumadera. Son sólo tres minutos, cuando volví, el noruego continuaba su escapada - no lo pillarían hasta después de tomarme un cafelito para no quedarme dormío y cuando me estaba fumando tan ricamente un don Julián del número 5 -.
El tercer y último plato, que de postre tomamos fruta, fue uno que tenía elaborado desde por la mañana, quiere decir que se puede comer frío o a temperatura ambiente, que fue como nos jincamos Manolete y servidor unos estupendos

Milhojas de berenjenas, calabacín y pimientos (del piquillo por no ponerme a asar pimientos).-En el horno se colocan rodajas de berenjenas no demasiado finas, pero tampoco gordas, vosotros me entendéis, pero si no me entendéis lo hacéis como os dé la gana. Cuando están hechas se colocan en el fondo del plato donde se vayan a presentar, dentro de un cuadrado o de un círculo no mercantil, sino de metal, que no es lo mismo. Se pasan por aceite rodajas de calabacín cortadas finas, que tomarán algo de aceite pero no importa, no sólo porque llevo torta (Fofito dixit), sino porque se colocan encima de las berenjenas, que están más secas que un tollo y esto les vendrá bien. Sobre las berenjenas y los calabacines, se colocan pimientos asados o del piquillo si no tenemos ganas de ponernos a asar pimientos, dejarlos sudar después tapados con un trapo y cuando estén fríos, pelarlos y cortarlos en tiras o como quiera cada cual. Así que del piquillo. Y encima de todo una salsita de tomate que habremos hecho sofriendo primero cebolla y apio, echando tomate triturado, sal, albahaca, perejil, pimienta y una mijita de azúcar para quitar acidez a los tomates. Pues esta salsa, cuando esté bien cuajada y para nada líquida, es la que se pone por encima. Se adorna, como se ve en la foto, que la he hecho yo, con un punta de espárrago y perejil recién picado y espolvoreado por encima.

Y ya está, veremos mañana en la carrera contra el cronómetro, donde los hermanos Schleck en principio no tienen por qué dar problemas. Allí Contador se los lleva de calle, y en la ascensión al Mont Ventoux seguro que también estará a la téte de la course. Queden ustedes con Dios.