miércoles, 8 de julio de 2020

Recetas con mucho cuento 2


Estamos viviendo más un disparate que una pandemia, y este disparate en el que anda metido la comunidad científica, también porque anda muy despistada, perro sobre todo la mediocridad de la clase política que sufrimos, es mucho más peligroso que una pandemia de tres al cuarto como esta, que sólo se ha llevado por delante al 0,0006% de la población mundial. Recuérdese que la peste cipriana o la antonina, en tiempos imperiales, se cargaron a una cuarta parte de la población cada una, eso sí que eran epidemias como Dios manda, o castiga en este caso. También las pestes medievales llevaban lo suyo, pero en uno y otro tiempo, la vida valía bien poco, entre otras cosas por lo poco que duraba, y ahora recuerden que la esperanza de vida rondaba la treintena en esos atribulados tiempos, aunque peor fue entre la caída del imperio romano y el respiro que el humanismo y el renacer de la cultura clásica dieron a una Europa que por primera vez a lo largo de toda la historia, y única de momento, vio descender su número de habitantes, crisis demográfica que no debió ser por lo bien que se vivía, sino porque entre los siglos V y XIV, las epidemias, las hambrunas y las guerras eran el pan de ellos de cada día. No vayan a pensar ustedes que las tremendas fortalezas del siglo XII, por poner un ejemplo muy lindo, las levantaban porque les encantaba jugar con el Exin Castillos. No, las construían para defender sus pocas miserias. En fin, que nunca el hombre ha vivido como ahora, con tanta comodidad y con una esperanza que en países como Japón o España, los que cuentan con una población más longeva, alcanza los ochenta y tantos años, lejos como se ve, de la treintena de hambre y terror que vivieron nuestros tatarabuelos en esos complejos y turbulentos años medievales, cada día más conocidos por cierto. En fin, que os cuento todo esto porque hoy vamos a hacer unas castañuelas o castañetas, pero guisadas, que no siempre va a ser a la plancha o en la parrilla sobre las brasas, que también por supuesto. El caso es que una vez más fue en el Ultra Marino de El Rompido, donde en una de esas creaciones a veces delirantes de Juan López, me pusieron por delante unas castañuelas que la verdad es que estaban riquísimas.
Las castañuelas (porque se parecen a unas castañuelas, sobre todo cuando las abres, aunque también a otra cosa, fermosas por cierto)  o castañetas, como les llaman por algunos lugares de la Sierra, son las glándulas salivares del cerdo, lo digo por si alguno quiere ya ir dejando de leer. Vamos a ver.
Castañuelas al vino blanco del Condado
ingredientes:

  • castañuelas
  • patatas
  • pimentón
  • cebolla
  • ajo
  • zanahoria
  • vino blanco
  • tomillo
  • perejil
  • pimienta
  • sal

elaboración:
Limpiamos y abrimos las castañuelas. Cocemos una patata y la cortamos en rodajas más bien gruesas. Reservamos. En una cazuela ponemos aceite, una hoja de laurel, media cebolla, ajos y zanahoria a sofreír, todo convenientemente picado, como es natural. Ea, pues cuando esté pochada, añadimos las castañuelas, dos vueltas y medio vaso -de los de agua- de vino fino y si es del Condado pues mejor. Cuando se evapore el vino apartamos todo del fuego y sacamos las castañuelas una a una. Añadimos agua a la cazuela y metemos la minipimer para triturar todo bien triturao. Anda que no. Las castañuelas otra vez para dentro, añadimos pimentón, tomillo y perejil, todo bien picado. Ponemos de nuevo sobre el fuego, subimos el fuego, pimienta y sal. Ea, se acabó. Mirad la foto para que veáis como las presenté. Patatas con pimentón y sal, como si fuera a la gallega, y encima las carrilleras napadas con su salsa.

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