
Cuentan que la fideuá es una idea de un marinero de Gandía que simplemente cambió el arroz de la paella por fideos. Pues muy bien. Ahora vamos nosotros y nos lo creemos. La cosa es mucho más simple. Los fideos han sido y seguirán siendo habitante natural de las despensas en los barcos del Levante y también de por aquí, como suponemos que en medio mundo por no hablar de en los cinco mares, porque a lo mejor me quedo corto. Son de buena conservación y mejor almacenamiento, y al fin y al cabo son cereales, base de una buena alimentación, incluso de las más exigentes, como la de que necesita, ayer como hoy, toda marinería.
No vamos nosotros a llamar por lo tanto fideuá a las elaboraciones de este tipo que se hacen por Huelva, que son innúmeras, por mucho que en los restaurantes que proliferan y de qué modo en estos tiempos por Huelva, a los fideos con choco le llamen fideuá de sepia, o a los fideos con caballa no le llamen de ninguna forma porque ni conocen ese plato tan marinero, ni falta que les hace. Vamos a lo nuestro, que es a intentar recuperar las esencias de la cocina de Huelva, y llamemos a los fideos con langostinos, por ejemplo, fideos con langostinos, y no fideuá de llangostí. Tampoco es menester tirar de bibliotecas ni de archivos, sino de la simple memoria, para encontrar elaboraciones con fideos como las que se hacían en las embarcaciones de Punta Umbría que salían al langostino o al pez espada, a lo que fuera cada una de ellas. Unos ajos, una cebolla, un pimiento y pimentón más un tomate que trocear, un puñao de fideos y a huir. Esto con lo que la mar te pusiera en la borda, ya fuere una caballa, un choco, una herrera o un puñao de langostinos. Las recetas siempre eran más o menos iguales, dependía de lo que hubiese, así que ayer mismo me hice unos fideos en casa con lo que tenía. Y en este caso lo que tenía no estaba nada mal.
Fideos con langostinos y gurumelos.- Cogemos un puñao de langostinos, siete u ocho, según el tamaño, pero de buena calidad. Los pelamos y reservamos sus cuerpos, echando a hervir las cabezas en agua con unas gotas de limón, un chorrito imperceptible de aceite, una hoja de laurel, sal y medio vaso de vino blanco. Cuando lleve por lo menos un cuarto de hora hirviendo, lo colamos y reservamos este caldo.
En un recipiente similar a la paella, pero más pequeño y con paredes, proporcionalmente, algo más altas (el que veis en la foto), se pone una lámina de aceite, se añaden cuatro dientes de ajo picados groseramente, una zanahoria pelada y picada, un pimiento de los de freír y creo que ya está. Ah, y un tomate maduro, pelado y sin simientes. Cuando vemos que el ajo empieza a dorarse, se añaden dos o tres gurumelos (Amanita ponderosa), pelados y troceados (si no sois de Huelva, que de verdad que lo siento, se puede utilizar cualquier otra seta: Amanita caesaria, Boletus edulis...), se da unas vueltas a todo y se espera a que el gurumelo cambie de color y palidezca, perdiéndose su hermoso color blanco. Entonces se añaden los langostinos, con un corte por el dorso para extraer el hilo negruzco que les da mal sabor. Se dan unas vueltas y se añaden los fideos, a puñao por comensal. Se pringan bien removiéndolos en el refrito, se añade sal, pimienta y pimentón dulce, se vuelve a marear todo y se añade un vasito de vino blanco. Se sube el fuego y se espera a que se evapore el vino para añadir el caldo de cocer las gambas y lo que reste de agua del grifo si es que tienen ustedes en su pueblo o en su ciudad un agua tan buena como la de Huelva capital, que todos los años queda en los primeros lugares en las catas de agua del grifo, del agua corriente, que se realizan en España. Y ya está. Cuando faltan dos minutos para que se hagan totalmente los fideos, se añade perejil recién cortado. Se deja un minuto más y se apaga el fuego, tapando con papel de aluminio o con una tapadera si es que la tenemos de ese tamaño, la paella y a esperar tres minutos más para que los fideos reposen y se terminen de hacer. Se come enseguida, pues los fideos pierden el calor en un santiamén. Hasta luego, cocodrilos.