domingo, 22 de marzo de 2009

90 días de penitencia (48)

Desayuno:
. Café cortao
. Tostadas (de pan integral) con jamón

Esto es sano. Que adelgace más o adelgace menos, es otra cosa, pero sano, sanísimo. Ah, las tostadas, sin aceite ni nada, sólo jamón.

Almuerzo:
· Ensalada de zanahorias y naranjas
· Insalate fruti di mare
· El arroz caldoso de mi madre (bueno, parecido)
· Un número inderteminado de vasos de buen vino tinto del Alentejo

· Nopán
· Mango con tartar de fresas

Rallamos tres zanahorias hermosas y las colocamos en un cuenco, mezcladas con gajos de mandarina. Sal y zumo de limón. Se acabó, con aceite no está tan agradable.
La ensalada italiana me la pusieron en un ristorante que se llama la Piccola Roma. Detrás de la piazza Colona, está la de Montecitorio; pues si sigues en la misma dirección y pegadito a la fachada del palazzo di Montecitorio, encuentras la Via Uffici di Vicario. Pues allí, en una entreplanta, está el tío. Se trata de unos brotecitos tiernos –si se desea se le pone cebolleta y pimientos -, tomatitos sherry, y dispuestos alegremente por la ensalada unos aritos de calamar, cocido con laurel, almejas recién abiertas al vapor, gambas, langostinos y algún mejillón sin la cáscara como es natural. Se aliña con limón y sal, más aceite de oliva virgen extra de la mejor calidad, que es el único que debemos usar para todo. Se le pica perejil o si les apetece, culantro, muy picadito y por encima de la ensalada y del resto del plato.
Mi madre se entrenía más haciendo el arroz caldoso de Huelva que ya os he dicho como se hace en otra entrada. Ella por ejemplo le echaba medio kilo de coquinas que primero abría, guardaba el caldito que dejaban y sacaba los meollos uno a uno. Yo le echo un puñao de almejas y a huir. En fin… que ya esos tiempos no volverán, entre otras cosas porque ya no hay acedías del palangre (no hay palangreros) como las que compraba mi madre para hacer croquetas. O tempo, o mores.
El tartar de fresas con el mango ya os lo he puesto varias veces, así que lo buscáis, pero insisto, es genial.

Merienda:
· Té con músic
. Rosco de hoja con cabello de ángel
Bueno, bueno, el Hey Joe del Hendrix. Los Keys hacían una versión fenomenal, que me acuerdo del Lago con el bajo sacando los mismos acordes que el Jack Bruce. Joder, que no se haya vuelto a la música que se hacía entonces es signo de que el mundo se va a acabá. Eso está claro. Ahora, eso sí, a mi me va a cogé jartito de tó. Junto al té, uno de esos roscos de hojaldre rellenos de cabello de ángel y con una cobertura de azúcar !Hummm¡

Cena:
· Brochetas de pollo macerado con yogur y especias
· Huevos cuajados en salsa de pimientos
· Una cerveza
· Nopán
· Natillas

Bueno, a ver si me acuerdo de cómo hice las brochetas estas, porque esto lo voy escribiendo de un día para otro, por mucho que Pepe Martín me diga que tengo que ir haciéndolo en directo. Pero claro, la tarea la tengo que hacer yo, no él. En fin, creo que puse tres dientes de ajo en el almirez con un poco de sal, un poquito de comino, jengibre, cúrcuma y perejil (porque no tenía culantro, que si no, le hubiera puesto mejor culantro). Lo majé todo a conciencia hasta que ligue una pasta y entonces le añadí el zumo de un limón pequeño. Cogí un yogur de esos griegos y le añadí la pasta aligerada con el limón, lo batí todo bien ayudándome de un tenedor y entonces troceé cuatro o cinco pechugas de pollo y lo mezclé todo bien mezcladito. El cuenco lo tapé con film transparente y lo dejé en la nevera un par de horas. Luego ensarté los trozos de pollo en brochetitas pequeñas y a la plancha, bien caliente, con ellas. Las serví con ensalada de brotes tiernos y tomatitos sherry partidos a la mitad.
Para lo de los huevos puse una cebolla troceada grosera en una cazuela con aceite de oliva virgen extra. Nada más cambiar de color la cebolla, le añadí dos pimientos, uno rojo y otro verde, de los de asar, troceados, más tres tomates maduros pero recios, sin piel ni pepitas. Arreglé de sal y pimienta este tipo de pisto y le añadí dos guindillas picadas finas a las que le quité las simientes como es natural. Con la cazuela a medio tapar dejé que se hicieran las verduras hasta que estuvieron hechas pero no pasadas de punto, que se notaran en la boca. Abrí unos huecos entre las verduras y casqué allí unos huevos, uno para cada uno de los que íbamos a comer, que éramos cinco, por si lo quieren saber. Tapé la cazuela y lo dejé a fuego lento hasta que los huevos estuvieron cuajados.
Las natillas, de las que se compran hechas, pero de buena marca, que hay natillas y natillas, como todo en la vida.

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