jueves, 29 de mayo de 2014

Una de indios

En Bolliwood terminarán por rodar películas de indios, si no, al tiempo. Bien, después de este chiste tan tonto como fácil, vamos a lo que vamos. Dos recetas indias, del mismo India.
Ensalada de pepinos, comino y pasas (raita).- Cortamos dos pepinos en rodajas finas y los dejamos reposar un rato con un poco de sal espolvoreada por encima. Transcurrido ese tiempo exacto, un rato, pasamos los pepinos por el chorro de agua del grifo, escurrimos y ponemos en un bol amplio. Echamos encima dos yogures naturales, y si es del tipo griego, pues mejor. En el almirez majamos un poco de comino con su poquita de sal para que actúe de mordiente, como media cucharada de las de café, por ejemplo. Echamos un puñao de pasas sin semillas (no es por ná), sal porque en el majado del comino debería ir poca, y pimienta recién molida al gusto de cada cual. Metemos la mezcla en el frigorífico para que esté fresquita y cortamos culantro (cilantro para los que sois forasteros) y un toquecito de hierbabuena, todo bien picadito, que nos va a servir para decorar la ensalada en el momento de servir. Ya está. ¿A que es fácil? Ea, pues ahora otra india también.
Kebabs indios (sheehk kabab).- Picamos tres cuartos de kilo de carne de pollo y le añadimos una cebolla pequeña o media si es grande, una guindilla picante (tipo jalapeño, por ejemplo, que se encuentra fácilmente), cinco dientes de ajo, una cucharadita de jengibre seco rallado, unas ramas de culantro (cilantro) y comino molido con un poco de sal. Para rematar le podemos añadir una mezcla de especias, yo le he puesto mi Ras al hanut, pero vosotros le podéis poner especias de esas que venden para hacer pinchitos, aunque también podéis tener vuestra propia mezcla: de hecho los indios usan una mezcla parecida a la que llaman garam masala, aunque como los musulmanes lo único que han hecho ha sido llevar cosas de un sitio para otro, pues el origen del ras al hanut debe ser el garam masala, que es tela de parecido por no decir que es lo mismo.
Bueno, pues ya está, le damos forma de salchicha que ensartamos en pinchos de madera previamente mojados para que no se pegue la carne. Y los pasamos por una sartén amplia y de fondo grueso, engrasada con aceite. Sellados por todos lados, ya estarán listos para hacerlos en el momento que sea. En la barbacoa salen estupendos, pero si no, pues los metéis en el horno y a huir. Los presenté con una mayonesa alegrada con curry y pimentón dulce de la Vera, aligerada con un poquito de agua. También le puse un poco de arroz basmati, pero quedan perfectamente con algo de ensalada verde, por ejemplo lechuga y ya está, o cebolla con limón exprimido levemente por encima... En fin, vosotros mismos.

jueves, 15 de mayo de 2014

Las primeras que probé

Hace ya un porrón de años probé por primera vez las tortillas de camarones. Las hacía una señora en la calle, en Cádiz, claro, en una sartén amplia, como una paella, y con poco aceite. El caso es que las sacaba como estas más o menos de la imagen, etéreas, finas, translúcidas y sabrosas. Luego las he probado muchas veces, en la Barra del Faro, por ejemplo, que son las que más fama tienen, y en otros lugares con sabor de la Tacita de Plata. En Huelva ha habido un tiempo en que se pusieron de moda y las ponían en algunos bares y restaurantes, alguno de postín. Impresionante lo malas que eran.
En la mayoría de los casos se trata de un engrudo oscuro y congelado que fríen de cualquier manera y eso no, hombre para eso no se molesten ustedes en poner en las pizarras o en el papel de 120 gramos de sus delicadas cartas que eso son tortillas de camarones porque no lo son. Servidor las podrá hacer mejor o peor, pero al menos hace tortillas de camarones para sí, y para sus amigos y coleguitas, no pegotones de engrudo marrón oscuro absolutamente indigestos, plenos de aceite y mala leche, porque hay que tener muy mala leche o mucho desconocimiento para poner por tortillas de camarones esas cosas horrendas.
Os voy a decir cómo se hacen las tortillas de camarones y vais a ver qué fácil es. Se mezcla harina de trigo sola o mezclada con algo de harina de maíz (lo de la harina de garbanzos es un queo como lo copa de un pino) con agua y un poquito de sal. Una vez bien mezclada y logrando una talvina muy líquida, repito, muy líquida, se añade cebolleta fresca y perejil, más los camarones como es natural. Se pone el aceite a calentar y cuando está caliente pero nunca arrebatao, se echan las cucharadas de la mezcla sin temor alguno. Veréis que forman la de Dios es Cristo en la sartén, pues muy bien, eso es señal de que van a salir divinas de la muerte. Una vez que se ha tranquilizado la tortilla y ha dejado de chillar y formar escándalo en la sartén, se le va echando encima aceite caliente con ayuda de la espátula, no con las manos miarma, que te puedes quemar. Apartarlas sobre una fuente cubierta con papel absorbente y rogad que os dejen alguna, porque todo el que se arrima, una se lleva. Eso, fijo.
Probad al principio a hacerlas de una en una e id cogiendo la textura ideal añadiendo más agua o más harina hasta que queden a vuestro gusto. Es cuestión de hacerlas unas cuantas veces. Cuando cojáis práctica, ya podréis hacerlas en una paella, pues el personal las come con más rapidez de la que se hacen  y corres el riesgo cierto de no probarlas siquiera. En fin, vosotros mismos.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Tomate rosao

Si queréis hacer un salmorejo o un gazpacho espectacular, contad con este tipo de tomate propio de la Sierra de Huelva y de muchas zonas del Andévalo. El tomate rosao es una auténtica delicia, además de que cómo podréis apreciar en la imagen, tiene pocas cavidades para las semillas, luego más carne. Del sabor ya ni os cuento, de modo que os vais a la plaza y los buscáis porque en algunos puestos los tienen. Este que veis ahí arriba cayó en una ensalada normal y corriente para acompañar a unos pescaítos fritos, pero son ideales para lo que antes os decía, sobre todo si tenéis en cuenta que ni en el salmorejo ni en el gazpacho es menester utilizar pan (si tenéis que ir a segar de sol a sol, entonces sí), que a la gente normal le engorda, termina oxidando el conjunto y luego se repite. ¿Que el salmorejo no espesa? po ya está: utilizad tomates rosaos y ganaréis en sabor y en textura. Para el gazpacho, igual. De nada, a mandar.

viernes, 9 de mayo de 2014

Un boquerón con su tzatziki en tacita pequeña

Vais a ver qué fácil. Cogemos boquerones y los lavamos bien lavaos en agua limpia. Una y otra vez, hasta que el agua salga casi limpia del todo. Entonces lo escaldamos en agua hirviendo con sal y limón durante medio minuto. Ya está, ya tenemos el boquerón blanqueao y listo. Ahora a por el tzatziki, que es igualmente la mar de simple. En la picadora eléctrica o donde cada cual disponga o Dios le dé a entender, se pone un diente de ajo, unas hojitas de hierbabuena, un chorreón de vinagre, aceite de oliva, sal y medio pepino rallado y escurrido. Esto es muy importante, que el pepino esté escurrido, quiere decirse que cuando lo hayamos rallado lo estrujamos con las manos mismamente para dejarlo sin el exceso de agua que como es natural tiene su excelencia el pepino.
Ea, po ya está, criaturitas mías de mi alma y mi corazón. A batir hasta que esté bien batío y entonces le añadimos tres o cuatro yogures naturales, de esos que llaman griegos que son más consistentes.
En la foto vemos que en la tacita hay un fondo de tzatziki con el boquerón medio metío dentro y luego un poco de hierbabuena picada para adornar. Al lao, que no se ve, hay una cucharita pequeña para tomarse esta delicia veraniega: Tzatziki con un boquerón blanqueao.

domingo, 4 de mayo de 2014

Pizza de calamares a la luz de la Luna

A la luz de la Luna, del Diego y del Catorce, que nos iluminaron el día y luego ya estaban acostaos, como es natural, pero los mayores nos zampamos para cenar esta pizza que aquí veis retratada. Fácil y molona.
Pizza de calamares.- La masa con algo más de levadura de lo normal, para que levante luego. Una vez que ha reposado y tal, le pasamos el rodillo hasta dejarla muy finita, pero luego y una vez preparada con todos sus avíos, se deja reposar como un par de horas más y sale como aquí no se aprecia demasiado, aunque en el borde sí. Bueno, al final te sale un pan que te mueres de lo rico que está. Los ingredientes que puse fueron los siguientes. Abajo una capa de tomates maduros cortados en láminas finas, sobre los tomates los calamares bien limpios y rellenos de sí mismos, quiere decirse con sus rejos y sus huevas (les di un hervor para que estuvieran blanditos), entre medias algunas aceitunas negras y mejillones abiertos al vapor. Orégano y queso, ya está. Ah, no, bueno, un poco de aceite sobre la base y luego otro hilo por encima de todo. Ahora sí, ya está. Condieu.

jueves, 1 de mayo de 2014

Choquitos metíos en su pisto

Es como un pisto, pero sin berenjenas por una razón poderosísima, no tengo y está todo cerrado, además estoy en pijama y paso de vestirme para ir a por berenjenas. En fin, os cuento cómo van estos choquitos metíos en su pisto o si os quedáis más tranquilos, Chocos con calabacines.- Se pica media cebolla y un par de dientes de ajo y se ponen en una cazuela donde les espera una lámina de aceite. Se pochan una mijita sólo y se añaden los chocos. Ea, a fuego lento y tapado el cacharro (en la foto está destapada la olla para que veáis cómo se hace, cojones). Aparte picamos un par de tomates maduros, sin piel ni pepitas, que añadiremos a eso de los cinco minutos más o menos a la olla, aprovechando para poner una pizca de tomillo, otra de pimienta recién molida, pimentón y su poquita de sal (cada cual a su bolo con las cantidades). En una sartén y aparte, y cuando digo aparte es aparte y para eso he puesto esta foto, para que lo hagáis aparte, se fríen un pimiento de los de freír, anda mira tú por donde me ha salido un pareado, un pimiento de freír para freír, ojú. Bueno, pues eso que troceamos un pimiento de freír y lo freimos y reservamos cuando esté frito. Tomamos entonces un calabacín de buen porte pero no para realizar tipo alguno de actividad ajena a los menesteres coquinarios, sino para trocearlo en plan feminista, en cuadraditos pequeños. Se fríe también el calabacín, aunque no sea de freír, y se reserva. Ea, po ya está. Cuando los chocos estén tiernos se incorporan el calabacín y el pimiento que teníamos reservado y se le da a todo un calentón. Se suele servir, o por lo menos en casa se hacía así, sobre un fondo de patatas cortadas en cuadraditos y fritas. Taluego.