domingo, 30 de agosto de 2020

Otra de indios

Han abierto un restaurante indio, o hindú, como prefiráis, en Huelva, un poco más arriba de la Cruz Roja, en la cuesta paralela a la del Carnicero que no sé cómo se llama, puede que Paseo de Buenos Aires (pues vaya paseo). Iré, fijo. Me encanta la comida india. En fin, mientras voy y no voy, me he hecho este arroz con pollo a la manera india, aunque me imagino que no es ni aproximada a la cocina del indio de La Merced, pero la verdad es que estaba tela de buena.

Arroz basmati con pollo 

ingredientes:

  • arroz basmati
  • pollo (contramuslos si puede ser)
  • cebolla
  • ajo
  • pimientos
  • jengibre
  • cúrcuma
  • canela
  • vino blanco
  • soja
  • naranja
  • culantro
  • cebollino
  • pimienta
  • sal

elaboración:
Refrito de cebolla, ajo y pimientos (yo los he puesto rojo y amarillo, por lo del color, pero vosotros los queráis. En cuanto la cebolla empiece a pocharse, ponerse transparente, y antes de que tome color, añadimos el pollo cortado en tiras. Dos vueltas y añadimos jengibre rallado o cortado en rodajitas muy finas, cúrcuma, canela y un como medio vaso de vino blanco. Salpimentamos. Dos vueltas y media, exprimimos un cuarto de naranja más o menos, un chorreoncito de salsa de soja y se acabó. Un apretón al fuego, dos vueltas y en cuantito veamos que el pollo está casi hecho, añadimos el arroz. A esperar a que esté el arroz tierno y a servir espolvoreado con culantro y cebollino. Ea. vais a ver cómo os gusta.



sábado, 15 de agosto de 2020

Una para veganos (creo que repe)

 


Un curry de verduras rápido y sabroso. Ponemos lentejas en remojo al menos un par de horas, con objeto de que luego se hagan en poco tiempo, ya que la historia de este plato es que la verdura quede crocante. Cortamos en bastoncitos zanahoria, calabacín, cebolleta y pimientos rojos y verdes, ponemos un wok o similar a calentar y cuando el hierro esté bien caliente, chorreón de aceite y a saltear las verduras hasta que estén brillantes, poco tiempo. Sal y pimienta, curry del que más os guste y dos vueltas rápidas. Cubrimos someramente de agua y a esperar que a fuego medio el agua se evapore. Deben quedar las lentejas en su punto y las verduras que crujan en el diente. Si no tenéis dientes, pues a la minipimer y os lo pimplais con una pajita.

Ensalada al minuto


 Ya sé que soy muy pesado con estas ensaladas, pero es que se hacen en un minuto y están buenísimas. A ver, cortamos un pepino y un tomate, más un huevo duro en cuartos y luego a la mitad, por ejemplo. Pues ya está. Un yogur blanco con un chorrito de limón, sal y pimienta. A batir y se coloca en el centro un cucharón de esta mezcla. Por encima ponemos eneldo y menta o hierbabuena recién picada. Se acabó.

domingo, 2 de agosto de 2020

Fresquito y aromático



El ponche de Huelva y de las Colombinas

El Ponche es la bebida tradicional del verano, la bebida de Colombinas por excelencia, pero pocos saben que tanto las Fiestas en Conmemoración del Descubrimiento de América, como la bebida a estas fiestas asociada, son aportaciones de la colonia extranjera asentada en Huelva a finales del siglo XIX. 
Su procedencia habrá que ir a buscarla a la India, donde se consumía una bebida, al parecer y a su vez de origen persa, que combinaba cinco elementos, de ahí su nombre, algo así como panj que se pronunciaría pancha, apelativo que los británicos pronunciaron con su punch, y que mucho después, en la Huelva minera y portuaria, se castellanizaría como ponche. Y cinco, panj, punch o ponche es la clave, pues cinco son los elementos que debe llevar, los cuales varían como es natural de un lugar a otro, pues lo lógico es adaptarlo a los productos de cada lugar y a las condiciones climáticas de los mismos. Aquí no se utilizaría té, ni aguardientes de orujo, ni se tomaría templado. Aquí lo que apetecía y apetece es tomarlo fresquito. En cuanto a los ingredientes, cinco son. En primer lugar la bebida alcohólica más abundante, el vino del Condado de Huelva, afrutado e ideal para esta combinación ya plenamente onubense, como terminó siéndolo buena parte de la colonia extranjera afincada en Huelva y si no, pues échenle una ojeada a la guía telefónica y verán la de apellidos foráneos que se van a encontrar. El segundo ingrediente y el tercero hoy vienen ya juntos, pues son el agua carbonatada o sifón y el azúcar, quiere decirse la gaseosa, el cuarto es el correspondiente a las especias, y aquí lo normal es ponerle canela y quizás (a mí por lo menos me encanta) un clavo de olor, para terminar con la fruta, y qué mejor elección que el aromático melocotón de la Sierra.
De modo que vino, agua y azúcar = gaseosa, melocotón, canela y clavo. En cuanto a las cantidades, vosotros mismos. cada cual a su gusto; más o menos vino, más o menos azúcar (o simplemente ninguna porque la gaseosa ya la lleva) y la cantidad de fruta y especias que cada cual estime conveniente o más le agrade.
Una última advertencia. El ponche tan fresquito, tan aromático y tan apetecible, se bebe que da gusto. De ahí que sea conveniente no añadir más azúcar, e incluso no poner demasiado vino, pues se sube a la cabeza sin que te des cuenta. Y por supuesto cuidado con esos afamados ponches que pregonan por ahí, a los que le añaden hasta caramelo líquido y licores de lo más pintoresco. Esos, aparte de renunciar a los principios de una bebida aromática y refrescante como el ponche de Huelva, son cabezones y al día siguiente lo normal es que te cagues como las mirlas, de modo que mejor os lo hacéis en casa a vuestro gusto y a disfrutar.

sábado, 1 de agosto de 2020

De lo inmutable



Fui a comprar un paquetito con media docena de barritas de bacalao, todas iguales y la mar de bien dispuestas. Para pavías de bacalao, anunciaba el elegante envase, pero también avisaba del precio, siete pavos, a más de un euro la barrita. Muy caro para mí. Cerca había unos bacalaos salados, el corte más innoble, a nueve pavos. Hice un rápido cubicaje y me dije que de ese corte sacaba yo para hacer media docena de pavías, treinta tortillitas de bacalao y un potaje de papas con bacalao. De modo que introduje en el cesto ese corte que ya se estarán imaginando. Pues ese, el de las aletas ventrales superiores, ese que parece que de ahí no se puede sacar nada, pero sí que se puede. Lo primero que hay que hacer es cortarlo adecuadamente, pensando en el destino final de cada trozo. Los puse a desalar, cambiando el agua tres veces, cada ocho horas, de manera que al día siguiente pude extraer no seis, sino nueve excelentes piezas para hacer pavías, no tan bonitas como las del paquetito, pero más jugosas y consistentes, también alcancé a llenar una fiambrera pequeña hasta arriba de migas con las que he hecho estas tortillitas de bacalao, y en otra fiambrera similar introduje algunos trozos más grandes con los que ayer hice unas papas de bacalao que estaban para chuparse los dedos..
Pasa con esto algo parecido a lo que ocurre con los tomates, que te los venden muy bonitos, todos perfectos y del mismo tamaño pero no saben a nada. En cambio vas al frutero y le compras tomates de su huerto, y son todos distintos, alguno con una picadura y formas feísimas, pero ¿qué pasa?  pues que están estupendos y saben a eso, a tomate. De modo que hoy os traigo unas tortillitas de bacalao como las que hacía mi madre, que en este proceder no he hecho ni el más mínimo cambio. Inmutables, para recordar los sabores de antes, de ese tiempo pasado en el que los tomates se comían entre abril y septiembre y los rábanos en diciembre. En fin, aquí tenéis la receta para las tortillitas de bacalao. 
Tortillitas de bacalao
ingredientes:
  • bacalao 
  • ajo
  • perejil
  • harina
  • levadura
  • huevo
  • azafrán
  • agua
  • pimienta
  • sal
elaboración:
Como es natural primero desalamos el bacalao y luego de los recortes aprovechamos para sacar las migas con las que haremos las tortillitas. Las migas van tal cual, no hace falta cocerlas ni hacerles nada. Desaladas y ya está.
En un bol batimos un huevo y le añadimos un diente de ajo muy finamente picado y perejil también picado pero no hace falta tanto. Añadimos harina (yo lo hago a ojo, pero podéis poner por ejemplo cien gramos de harina para 150 ml de agua, más o menos, que eso se va viendo luego), un poco de azafrán majado con sal (esta vez he puesto cúrcuma, no sé porqué, simplemente se me ha antojado), levadura en polvo, pimienta y más sal si hiciese falta, pero tened en cuenta que ya el bacalao, por muy desalado que esté, algo de sal sigue llevando, y que el azafrán lo hemos majado con sal, de modo que cuidado, pero algo de sal hay que ponerle. Pues nada, ahora vamos añadiendo el agua (tibia mejor) y vamos mezclando con las mismas varillas de batir hasta conseguir una talvina no tan líquida como la que hacemos para las tortillas de camarones, pero tampoco muy espesa, que se vea clarita. Añadimos las migas de bacalao, damos un par de vueltas y dejamos reposar en la nevera al menos media hora la talvina. Como ocurre con el pescao, deberemos poner bastante aceite, de manera que las cucharadas de la mezcla puedan flotar al echarlas en él, y deberá estar caliente, no para que se arrebaten porque entonces no se harán bien por dentro. Se doran por un lado, luego por el otro y a servir rápido porque gustan de comerse calentitas.