Mi querida Lola me hace un encargo: tienes que hacer una tarta para esta tarde que es el cumpleaños de mi padre. Dicho, o mejor dicho, ordenado y hecho. Como el otro día me trajo una caja de fresas y ayer compré unas cerezas estupendas en la frutería de Juan, pues una tarta de fresas y cerezas. Cuando tengo la base en el horno, y estoy meneando la crema que va por encima, me llama por teléfono: que no tienes que hacer nada por que ya han comprado una tarta, así que te vienes y ya está. Pues muy bien, correcto, pero ya la tarta está practicamente terminada, queda terminar la crema, sacar la base del horno, desmoldarla y echarle la crema para luego colocar la fruta y un hilito de almíbar por encima para darle brillo y más dulzor aún. Así que nada, la terminaré.
Saco la base del horno, dejo la crema reposar y limpio la fruta, deshueso las cerezas y corto las fresas a la mitad. Pero como son ya las dos y media de la tarde, pues dejo la tarta y reciclo unos restos de ayer y de antes de ayer para almorzar. Calamares rellenos de huevas y gambas, por ejemplo, que a Manolete no le gustan, así que me invento un arroz indio (de la India), que se hace en un momento y a mí, que como hoy con la tarta siempre estoy haciendo el indio (del Atlético, los de las plumas), pues me sale estupendo. Os voy a regalar las dos, la tarta de cerezas y fresas, pero antes el dicho
Arroz indio.- Es preferible utilizar un arroz de esos largos tipo basmati, pero si no tenemos, pues no importa. El arroz se lavará bien, hasta que no suelte almidón, es decir, hasta que el agua se quede clarita. Entonces lo dejamos en remojo mientras preparamos un refrito con cebolla, ajo, pechuga de pollo troceada en dados, almendras crudas (como iba con prisas, las puse con piel y todo, no pasa nada), unos garbanzos de bote, de esos que vienen ya cocidos, más unas cuantas especias que si no recuerdo mal, fueron: un clavo y una cucharadita de cominos que los majé juntos y con sal en el mortero; un poco de jengibre seco y rallado, una punta del cuchillo de canela molida, pimienta molida, un poquito de cúrcuma y su poquito de sal. En una cazuela puse el arroz con el agua fría a cocer, poniéndole también un poco de azafrán y sal. Cuando el arroz estuvo listo, cocido pero entero, lo escurrí bien y lo dejé tapado mientras ponía la mesa.
Me quedó todo la mar de mono, el mantelito, las servilletas a juego, los cubiertos, la vajilla de los domingos... Sólo me quedaba que Manolete dejara el ordenador y que el Negro se despertara, así que procedí a terminar el arroz volviendo a poner al fuego el refrito y añadiendo el arroz, espolvoreando todo con perejil recién picado. Una delicia. Pero los niños no terminaban de bajar a comer. Dos gritos y nada, así que me puse a comer solo y entonces bajaron: "ojú, viejo, no esperas a nadie". Tócate las narices. Ya os digo, haciendo el indio soy el rey, que digo el rey, el puto amo. Bueno, vamos con la siguiente, con la
Tarta de fresas y cerezas.- Primero hacemos la base mezclando tres cucharadas de azúcar glass y dos tacitas de harina con cien gramos de mantequilla y dos yemas de huevo, más un poco de vainilla en polvo, de esa que venden en botecitos como los de especias. Se amasa bien y se deja reposar tapada con un paño, al menos media hora. Mientras podemos ir haciendo la crema, para que cuando salga del horno la base, que la pondremos después de la media hora, esté ya fría y haya cogido cuerpo como para ponerle encima las frutas. Pues bien, la crema la hacemos poniendo en el fuego un cazo con medio litro de leche y otro poquito de vainilla en polvo, tres cucharadas soperas de azúcar y como una nuez de mantequilla. Esto es menester hacerlo a fuego lento, sin dejar de menear con las varillas de metal y procurando que no hierva. Paciencia, ya lo sé, hay que tener paciencia, pero es que no queda otra. Bueno, hacer trampas y subir un poco el fuego para que espese antes, pero ya os digo, eso es trampa. A los cinco minutos de estar removiendo, añadimos dos yemas de huevo y dos cucharadas de harina de maíz que disolvemos previamente en un poco de leche fría. Se incorpora de nuevo y ahora sí que no se debería subir el fuego, removiendo sin parar hasta que espese. Cuando haya espesado, se retira del fuego y ya fuera espesará más, lo suficiente.
Pero bueno, dejamos la masa de la base reposando y ya ha pasó la media hora preceptiva, así que la estiramos sobre el mármol con el rodillo y forramos con esta masa un molde de esos redondos con la base desmoldable, pero mojando el aro y la parte plana del fondo con aceite y añadiendo pan rallado para que después salga perfectamente la base que estamos preparando. Bién, al horno, precalentado a 190º, como un cuarto de hora. Cuando esté, desmoldamos y rellenamos con la crema que teníamos reservada, colocando encima las fresas y las cerezas que ya teníamos preparadas. Cuando todo está se añade un poco de almíbar, que haremos con azúcar y agua en un cacito al fuego, y que también esperaremos que esté frío para echar por encima de la fruta un hilito de almíbar. Se acabó. Es fácil, aunque como me enrollo como una persiana, pues a lo mejor parece que es más complicado, pero si sois capaces de extraer de toda esta perorata la receta, veréis que es facilísima y riquísima.