lunes, 24 de junio de 2013

El noble arte de la mixtura

Gambón crujiente con toque frutal y especiado. Así de simple. Se envuelven los gambones, pelados y levemente salados, en hojas de arroz de esas que venden en los chinos y se fríen en aceite muy caliente. Ya está el Crujiente de Gambón. Ahora el Chutney de Mango, que es como una mermelada de frutas pero con especias. Se pela y trocea el mango hasta donde lo permite el hueso y empiezan las asperezas. Se ponen en un cazo a hervir dos dedos de agua y se echa el mango,algo de jengibre fresco también picado, pero no demasiado, y un diente de ajo o dos si son pequeños. Cuando estén tiernos añadimos un poco de cardamomo, pimentón rojo dulce, azúcar, vinagre, sal y un chorreón generoso de limón. Damos un hervor y sacamos del fuego para meter la minipimer o, lo que sería más correcto, pasamos todo por el colador chino. Volvemos a poner al fuego el chutney y dejamos que espese a gusto de cada cual. Se pueden añadir pasas o ciruelas u orejones cortados en tiras. Eso a gusto también de cada cual.
Los crujientes los hago con hojas de arroz chinas, y el chutney es una manera que tienen los indios de la India de conservar la fruta. La combinación está muy de moda en restaurantes de toda España y yo he comido crujientes muy buenos en Trigueros, en lo de Antonio Abad.
El plato se puede presentar como el de arriba o, preferentemente, mejor, pero es que iba con prisas y esto es lo que salió. Hace unos días lo hice mucho más mono. Abur

domingo, 16 de junio de 2013

Greene con ajillo de atún

Después del atracón del jueves, el viernes dos comidas (me invitaron mis tutorizados del Instituto en un restorán de San Juan, y luego comida con los de mi equipo de baloncesto, pero no os asustéis, que la última temporada que jugue quiero recordar que fue la 72/73 o algo así. Luego, por la noche y apenas sin tiempo para descansar, cena con los viejos amigos del festival de cine Iberoamericano. Cuando nos reunimos, como solemos ser muchos, cada cual lleva lo que se le antoja. Servidor procura que sean en casa porque así no tiene que ir ya en toda la semana al Mercadona. De esta me quedaron en casa estupendas empanadas bolivianas, otra empanada de queso y cabello de ángel casi entera, la mitad de una caja de gambas, un barreño de huevos de choco aliñados, dos cajas de dulces, tarta de limón, helados de La Ibense, no cualquieras, y no tengo ganas de ir al frigorífico a ver qué mas quedó de la cena del viernes. Del vino ya ni hablo, que me llenaron la bodega con denominaciones varias y sólo cayó una de blanco y algunas cervezas sin alcohol en la cena, que se ve que ya vamos siendo mayores. Pero de esto no quiero hablaros hoy, aunque es prólogo obligado para explicar que el sábado me llevé para almorzar en El Rompido algunas de estas delicatessen, Entre ellas una fiambrerita transparente de tapa azul con el ajillo de atún de Mavi (véase foto), que no debería estar muy bien cerrada. Algún frenazo o alguna curva provocó que la bolsa de papel en la que compartía espacio la fiambrera con una bolsa de frutas, medio kilo de percebes y El Tercer Hombre de Graham Greene, se volcara. La fruta, como iba en su bolsa de plástico bien anudada, no tuvo problema alguno: la bolsa se pringó pero la fruta no. El medio kilo de percebes iba en otro recipiente herméticamente cerrado, y éste bien cerrado, por lo que tampoco sufrió mácula alguna. El Tercer Hombre de Graham Greene, sí.
Menos mal que el libro quedó encima de todo lo demás, por lo que apenas sufrió desperfecto, más allá de la tapa algo lubricada de aceite aromatizado con ajo y perejil. Secado con una toallita húmeda, limpié requetebién la portada, pero oye, su olorcillo sí que le ha quedado. Afortunadamente El Tercer Hombre es un breve relato que escribió Greene para que se hiciera sobre él un guión cinematográfico, por lo que se lee rápido, porque dos días leyendo al ajillo, puede provocar sueños incómodos, sobre todo a quién duerme a tu lado. En todo caso, el Ajillo de Atún se hace refriendo levemente el atún y poniéndolo luego a macerar en aceite con ajo y perejil, más su sal y su poca de pimienta. Ya está. Hombre, lo digo porque esto mayormente es un blog de cocina y algo de esto habrá que poner. Bueno, pues nada, que tengáis un buen domingo. Yo ya estoy en casita, que no tengo el cuerpo para soles ni para barcos.

domingo, 9 de junio de 2013

Un día para no hacer nada

Es domingo. Día de descanso. He barrido el patio, he hecho pan, he recogido ropa del tendedero, ha cocido unas cigalas, he terminado de leer "La Dignidad Posible" de Lola Lazo, un hermoso ensayo sobre la obra del arquitecto Alejandro Herrero, escribo acto seguido una reseña para huelvaya.es. He abierto el ordenador y me encuentro con la muerte de Elías Querejeta, a quien conocí en el festival de Huelva. Escribo una pequeña crónica sobre el cineasta para huelva24.com. Hoy es un día para no hacer nada, por eso no voy a hacer de comer, pero tengo que hacer algo para el blog de cocina, que lo tengo olvidado después del subidón que he tenido con la aceptación de La Vida Fácil (ed. Seleer), por las ventas y por los comentarios y felicitaciones de quienes ya la han leído. Il dolce far niente. De modo que unas cigalitas y unas papas aliñás para ponerme delante del televisor: final de baloncesto y el Roland Garros con dos españoles en la pista aunque ya veo que Nadal está haciendo lo mismo que yo en el patio esta mañana, barrer. Pero las patatas que hago son
Mis Mejores Papas Aliñás.- Cuezo por un lado judías verdes, por otro patatas pequeñas y huevos. Luego se ponen en la bandeja las judías verdes a un lado, las patatas en el centro y dos latas de atún bien desmigado al otro lado. Entre las tres bandas, huevo duro picado. Se aliña todo y a continuación se pica un poquito de tomate, cebolla y perejil para terminar de adornar. En el aliño, vinagre de Telesforo, aceite alentejano y espuma de sal del Algarbe. Que cada cual ponga lo que más le guste, pero yo esto es lo que tenía. Hoy estoy muy portugués. Tal como nos cantan para allá, para la parte de Sevilla: Huelva es, / un pueblo portugués. Pues eso.