sábado, 25 de septiembre de 2021

una idea para cocinar el venao


Advertencias preliminares:

a) Al no ser este cuaderno de recetas (blog le llaman) una página publicitaria encubierta, no tengo necesidad alguna de dar tiempos y detalles innecesarios. En más de una ocasión he escrito que esto lo hago para la familia y mis amigos, más para algún internauta despistado que (siendo bien recibido por supuesto) a saber cómo ha llegado a esta página con las miles de páginas que hay dedicadas presuntamente a la cocina y que tan bien posicionadas están. El caso es que lo comparto son experiencias y maneras, no recetas al modo tradicional con eso de un mililitro de tal y cuatro centímetros cúbicos de cual. No, aquí se prefiere utilizar lo de la mijita (el diminutivo de migaja, migajita; y el de migajita, mijita. También está lo de mijitita y mijinina, pero para tan poco mejor no ponemos nada y ya está), lo de chorreón o chorrito, bajo o alto y los de Huelva me entienden, lo de menear o lo de dar dos vueltas y ya está. En fin.

b) El primer párrafo os lo podéis saltar porque es una historia que cuento. Ya sabéis que los viejos solo tenemos cuentos.

El venao de tu padre (a modo de relato) Había uno en mi barrio que decía muchas picardías. En realidad fue mi primer maestro en el innoble arte de las palabrotas. Normalmente cerraba sus interminables retahílas de tacos con un sorprendente y tu padre es un venao. A mí aquello no me cuadraba demasiado. Después de palabrotas tremendas, que comparara al padre de alguien con un animal en principio tan bello y tan hermoso (mi única referencia sobre los cérvidos en aquel bendito tiempo, era Bambi y poco más). El de las palabrotas, que todo hay que decirlo, tenía otra virtud que se debe sumar a su sobrado dominio de los insultos, el del balón. Era un artista del dribling y le pegaba a la pelota que ni os podéis imaginar. En el equipo del barrio el míster (en Huelva a un entrenador de toda la vida se le ha llamado míster y a los árbitros refris) lo solía colocar de defensa central porque además de muy bueno era más bestia que un arao. Daba patadas que valían lo menos mil duros de la época, lo que hoy vendría a ser por lo menos mil euros. Total y para ir terminando, que la comprensión de aquella coletilla final de y tu padre es un venao, la fue a desvelar un día que en mitad de un partido en la plazoleta, se puso a mear y de paso nos mostró la churra para demostrarnos que tenía la polla más grande del barrio. La verdad es que como era algo mayor, aquello nos impresionó tela. Parado el balón y con la tremenda meada que había dejado en mitad del terreno de juego, mientras se secaba o la tierra la engullía, nos sentamos en el murete y empezó a explicarnos lo que se conoce como adulterio, pero él vulgarizaba con lo de la cornamenta. Usaba esa palabra, cornamenta, no cuernos. Entonces nos derribó una barrera en apariencia infranqueable, y no me refiero a la presunta promiscuidad de todas las madres del barrio, sino al hecho de que Bambi era un dibujo animado y que un venao te pegaba una corná y te rajaba de arriba abajo. La última vez que lo vi estaba de peón en una obra y llevaba un carrillo de mano con arena y un montón de ladrillos encima. Posó el carrillo en el suelo, se pasó una mano por la frente y a modo de saludo me espetó: ¡¿Churrita, a dónde vas pedazo de cabrón, me cago en tu puta madre... (algunos tacos más) y tu padre es un venao?! por supuesto. Se le veía feliz. Me imagino que no estará leyendo esto, bueno, seguro que no está leyendo esto porque supongo que de leer algo, leerá el Marca. Era del Real Madrid, de Zoco, de Pirri, de Amancio, de Gento y por la cuenta que te traía, lo mejor era decirle Ala Madrid. A los del Barcelona les dedicaba epítetos poco gratificantes y uno que era lepero tenía una camiseta del Barcelona al que no dejaba jugar en su equipo y con el que alguna ver terminaron a hostias en el cabezo de la antena, al que ahora llaman de Roma. Bueno, ya está, vamos con el venao.

Venao macerao y guisao

ingredientes:

  • venao (solomillo de ciervo)
  • vino tinto
  • manzanas
  • peras
  • calabaza
  • zanahoria
  • nabo
  • apio
  • ajoporro o puerro
  • cebolla
  • ajos
  • laurel
  • tomillo
  • romero
  • perejil
  • pimentón
  • pimienta
  • clavo
  • sal

elaboración:

Cortamos el solomillo en tacos grandes, luego veréis porqué. En un barreño de barro o lo que tengáis a mano, ponéis el venado troceado y le vais añadiendo un par de manzanas despepitadas y troceadas (las peras van al final, ahora no), calabaza igual, nabo y zanahoria pelados y troceados también, lo blanco del puerro cortado en rodajas que no tienen por qué ser finas y un par de hojas de laurel. Continuamos con pimentón, tomillo, romero, uno o dos clavos de olor, perejil, pimienta y sal. Pero ya sabéis que todo esto lo deberíais hacer a vuestra manera, poner las especias que mejor os parezcan y las verduras y frutas que más os convengan (siempre hay algo en el frigorífico que o lo gastamos o lo tenemos que tirar). Se mezcla todo bien mezclado y se cubre con vino tinto. Ea, ya solo queda lo más sencillo.

Esto se tapa con papel film y se deja en la nevera de un día para otro

El último paso es más simple aún. Se pone aceite en el fondo de una olla grande, exprés o de esas modernas que tenéis ahora todos en casa. Troceamos una cebolla grande o dos si son más bien pequeñas. Un par de dientes ajos grandes también y a pochar. Cuando veamos que están pochados volcamos en la olla todo el venado macerado con todos sus perejiles, bajamos el fuego al mínimo, terminamos de cubrir con agua. Lavamos y colocamos tres o cuatro peras enteras sobre todo lo anterior, tapamos la olla y a esperar. La carne de venao es menester dejarla que se haga, por lo que esperaremos al menos tres cuartos de hora desde que empiece a sonar el pitorro. Luego ya va todo más rápido. Se saca la carne y las peras, se tritura todo lo demás en el pasapurés o con la minipimer y se vuelve a poner carne y salsa al fuego, para que espese y la carne se termine de hacer.

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