Perdonad por haber empezado sin vosotros, pero en cuanto le metí mano (y mi niño el grande que compartió el bacalao conmigo lo puede corroborar) me di cuenta de que esto merecía la pena compartirlo en el blog, así que cogí el teléfono móvil y le hice este retrato al plato con el primer bocado ya circulando por el esófago pa'bajo.
Es un Bacalao con verduras, pero crocantes, enteras y no demasiado hechas, que a veces nos pasamos tanto en la cocción que resultan hasta desagradables de comer -esta es una de las razones por las que los niños odian las verduras, porque se las ponemos demasiado hechas, pero de eso ya hablaremos en otra ocasión-. Seguimos, que es un momentito nada más: Se refríen unas patatas panaderas -medio centímetro de tomo en el corte, pero medio centímetro, de verdad de la buena- y a medio freír se apartan o las ponemos, ya que estamos, en el fondo de una bandeja de horno. Y ahora todo en frío. En serio, cóño, todo en frío ya veréis, fiaros de mí. Se pone una capa de cebolla y pimientos verdes cortados finos, en juliana, sobre las patatas, a continuación los lomos de bacalao -estos son los que se compran ya en su punto de sal- y se espolvorean con pimienta negra y pimienta de cayena, poca porque pica como es natural, una mijita de sal aunque diga que ya está en su punto de sal, y unos ajitos por encima, cortados en láminas. Se acabó, al horno a 200ºC y en cuantito veáis que está el bacalao soltando sus jugos blanquecinos sobre el aceite, es que ya está hecho, en su justo punto de cocción. De campeonato. Al comerlo se disfruta del fantástico contraste de la verdura poco hecha con el bacalao, de la sal y el dulzor fresco de la cebolla y el pimiento. La salsa, como os podéis imaginar, pá mojar.
1 comentario:
Querido Bernardo:
Your recetation is perfect.¡Toma bilingüísmo! En casa necesito hacer una variante: poner previamente las patatas en el horno y cuando estén bien doradas (casi a punto de cru) hacer tu montaje.
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