Me encantan los interinos. Yo de mayor quiero ser interino. Van y vienen, llevan una vida tela de relajá, andan todo el día de fiesta y encima tienen tiempo pa estudiá las oposiciones. Son fantásticos. Todos los años aterrizan unos pocos, antes de los recortes un montón, ahora sólo unos pocos porque la Junta les ha dao una patá en el culo a la inmensa mayoría, lo que no quita para que vayan de la mano a las manifestaciones con sus patronos, con la banderita republicana y un letrero que dice no, no a lo que sea, pero no al fin y al cabo. Me encantan los interinos.
Pues eso, que cuando llegan a Huelva, desde Granada, Almería, Málaga, Cádiz, Badajoz o Segovia, de donde quiera que vengan, traen dos objetivos culinarios: el Paco Moreno para ponerse ciegos de gambas y la plaza de las Monjas para probar las míticas hamburguesas de los Hermanos Rodríguez. La fama nos precede y esas son las prendas que se llevan de aquí, mayormente.
Como servidor con tanta bajada de sueldo ya no tiene ni para gambas en el Paco Moreno, ni para hamburguesas en el kiosco de los Hermanos Rodríguez, que dicen son buenísimas, pues me compró medio kilito de gambas de vez en cuando y las cuezo yo, o a lo mejor me compro un cuarto de carne de cerdo y otro de ternera para hacerme tres hamburguesas de a media libra, unos doscientos veintitantos gramos, más o menos, que para mí es el tamaño ideal.
Hamburguesas de a media libra: Pico un diente de ajo y medio muy finamente, tela de finito. A continuación un par de ramitas o tres de perejil, también muy finamente picadas, sal, pimienta y un huevo que he batido previamente como para tortilla. Todo esto lo mezclo con el cuarto kilo de carne de cerdo y el otro cuarto de ternera que me pica el carnicero, y con las manos y suavemente para no hacer una pasta, lo dejo todo uniformemente repartío. Como suele quedar demasiado floja la mezcla, le añado un poco de pan rallado, el justo para que las hamburguesas obtengan la consistencia deseada. Con un molde les doy la forma, haciendo primero una bola y luego apretando suavemente en el interior del molde, les doy la vuelta y otra vez igual. Ea, po ya está, que eso, que a la plancha y que qué divertía es la vida de un interino, cojones, sin más preocupaciones que las oposiciones, que este año las han convocao, cincuenta plazas para esto y otras cincuenta pa lo otro y ya está. Que no veas lo relajaos que van a estar sabiendo como saben que se van a presentar dos mil setecientos para cada cincuenta plazas. O más, o más. Yo, de mayor, quiero ser interino. Y tener veintitantos, claro está. Si no, no, que uno es maestro pero no tonto necesariamente.
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