Los caricos son una alubia propia de los valles montañeses. Estas que aquí os muestro, vienen del Pas, son pasiegas pues. Tierna y con una piel muy fina, generan una auténtica crema en el fondo del plato que no os vais a resistir a pasar el pan por ella. En las últimas décadas el carico ha pasado de ser una alubia que se cultivaba en la práctica para el autoconsumo (se plantaba poco después del maíz y para que se enredara en él), a estar en todos los mercados como un auténtico producto de lujo. Al haberse ampliado en los últimos años su cultivo, se han podido contener los precios de esta brillante alubia, aunque en todo caso no es que sea barata, sino todo lo contrario. Pero merece la pena.
Su nombre parece claro que viene del francés haricot, cosa nada extraña ya que el camino del norte o de la costa que lleva a Santiago, atraviesa toda Cantabria, de este a oeste.
Como en la actualidad hasta se comercializan en algunos afamados centros comerciales, os doy la tradicional preparación de estos deliciosos caricos, las alubias con chorizo de toda la vida, aunque para los que no sois de mucha carne o de poca grasa en la dieta, os puedo asegurar que sin nada los he probado y siguen estando deliciosos. En el proceso de elaboración que os apunto con rapidez (porque tengo que salir, pero ya) os dejo las dos variantes.
En la olla, los caricos, previamente remojados si no son tiernos, media cabeza de ajos, una hoja de laurel y su poquita de sal y agua como es natural. En una sartén y mientras dan el primer hervor las legumbres, cebolla picada fina o rallada mejor, se espera a que esté transparente y se saca del fuego para añadir pimentón. Si se quiere un choricito, pues ale, lo ponéis ahora o callad para siempre. Pues ya está. Se destapa la olla, se añade el refrito de cebolla y a poner algo de agua si hiciera falta. Se deja cocer, ahora a fuego medio o bajo, hasta que los caricos estén tiernos. Ellos solos van generando esa cremita de la que os hablaba antes. Un lujo.
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