jueves, 21 de enero de 2010

Tirria al salmón (superada cum laude)



Cuando los socialistas alcanzaron el poder por primera vez en esta democracia que ahora disfrutamos, hicieron tres cosas. En primer lugar se compraron unos abrigos largos, de esos caros y etiqueta con marca; en segundo lugar tuvieron la gentileza de dejar de saludarnos a quienes, pobres proletarios, habíamos cometido el tremendo error de votarles pensando que iba a suceder lo que de sobra sabíamos que no iba a ocurrir jamás de los jamases; y en tercer lugar empezaron a comer salmón como locos.

Desconozco las razones o circunstancias psicosociológicas por las cuales se tiraron en plancha al salmón (ahumado, no a la plancha). Supongo que en su imaginación identificaban a este teleóstero de aguas frías, con las costumbres alimentarias de las clases altas a cuyos hábitos, educación y costumbres, creían haber accedido. No lo sé. Supongo.
Pero vamos a lo del salmón. Tanto oí y tuve que aguantar a semejantes expertos disertar sobre los secretos del salmón, que dejé de comerlo. Le cogí manía antes al pobre pez que a sus consumidores, pues tengo que reconocer que defendí a los socialistas y seguí votándoles no una vez, sino varias consecutivas, pecado por el cual supongo que el diablo me tiene reservada suite con jacuzzi y chorros de candela de gas natural en el parador nacional de Las Calderas del Taburiente o en cualesquiera otras con las que tengan firmado convenio de colaboración la prestigiosa firma Ángeles Caídos y Asociados, Sociedad Regular Colectiva. Tendré mi castigo, sí señor, y de veras que me lo merezco, pero comer salmón, lo que se dice comer salmón, no sólo dejé de comer, sino que ese vocablo quedó suprimido de mi vocabulario. Mais pasados los años he ido superando la aversión al salmón y he vuelto a atacarlo. No mucho, la verdad.

La primera vez en casa de un colega que venía de Canarias, de Lanzarote o de Fuerteventura, no me acuerdo, y se trajo de semejante lugar un salmón de excelente calidad. No son esas aguas para caladeros donde se críe el salmón, pero sí que allí lo elaboran, adquiriéndolo como es natural, a empresas que cuentan con barcos que faenan en aguas mucho más septentrionales y frías que aquellas.

Ayer mismo volví a comprar salmón. Poco y ahumado, que en fresco ya lo compré hace unas semanas y os colgué en este blog una receta curiosa y eficaz para contrarrestar el exceso de grasa de este pez que las necesita para vivir en las latitudes que vive. Con ellos y con una pasta que me traje de Roma y cuyo nombre he olvidado, elaboré una receta dándole una forma diferente a la presentación de esta

receta de Salmón con pasta y setas.- Cocemos pasta, por ejemplo espaguetis, y los reservamos. Cortamos o utilizamos lonchas de salmón ahumado y de buen tamaño.

Ponemos aceite a calentar y echamos en él unos champiñones pequeños, cuatro o cinco, cortados a la mitad y cada mitad en tres partes. Añadimos unas ralladuras de boletus secos, o de la seta que tengamos seca, y si no la compramos, que las venden y a buen precio (es que las setas secas dan mucho sabor). A continuación añadimos una cucharadita de harina de maiz (tipo maizena, por ejemplo) disuelta en caldo de carne o de pollo (io, utilizo el del puchero, que siempre tengo congelado). Damos unas vueltas y añadimos nata líquida hasta obtener una salsa espesita. Se salpimenta con tino y se deja al amparo del calor para que no pierda temperatura ni textura.

Salteamos en aceite bien caliente unas setas de esas pequeñitas que venden en conserva, en agua y en botes de cristal, que son muy monas, pero con casi nulo sabor.

Montamos el plato de la siguiente manera: Enrollamos en el salmón la pasta haciendo una especie de canelones de buen tamaño. Los napamos con la salsa o crema de setas que manteníamos caliente, y sobre ella las setas salteadas. Se termina de decorar con perejil recién cortado y a otra cosa mariposa. Un plato fácil y rico de verdad. Y esto es todo amigos.

7 comentarios:

X dijo...

Por lo poco que se ve de la pasta, aventuraría que se trata de casarecce. Desde luego, en caso de serlo, hubiste de compralos en Italia, porque no son precisamente comunes.

A mí el salmón me gusta tanto como los hongos, esto es, nada. Pero en ahumado y en láminas muy finas no solo lo tolero sino que hasta mi gusta. Cabe destacar la importancia del grosor del corte pues, así como en el jamón, el queso o cualquier otro embutido me zampo sin miramientos loncha fina o gorda, en el salmón ahumado, supongo que porque en el fondo no me gusta, no puedo hacerlo. El típico canapé con un mínimo de mantequilla y un cuadradito de salmón ahumado, atrocidad o no, me fascina, pero más que eso (o eso, pero mal hecho) mi garganta no lo admite.

Por cierto que también lo he probado crudo un par de veces cuando me han llevado a un japonés y está todavía peor.

No cogé ventaja, ¡miarma! dijo...

Bernardo hoy paso. El salmón y las lentejas son las únicas comidas que me sientan mal: la grasa del salmón no la digiero y hasta que no la arrojo no paro y la lenteja es la única legumbre que me da gases.
Ya sabes, cuando me invites.
Un abrazo

Bernardo Romero dijo...

Pues anda, que anda. En fin, si no quereis salmón (la verdad es que a mí no termina de gustarme a pesar de haberlo recuperado) podeis poner unas lonchitas de bacon y los spagueti dentro. El rollito de bacon con los spagueti lo pasais por la plancha y haceis la mezcla de nata y huevo, como la carbonara, para echarla por encima. Le meteis un poco de queso por encima al instante, con el rollo caliente y la carbonara idem de idem, y un poquito de pimienta negra recién molida. Se puede decorar con un poco de albahaca fresca recién cortadita menuda. ¿Y ahora qué? Pues que me acabo de inventar otra, pero no tengo bacon. Mañana lo compro y me hago estos spagueti alla carbonara enrrollao. Je, je, je. Un abrazo para ambosdós. Pal sevillano y pal cardiffiano. Vaya par de premios ambidextros.

Almondiga de Choco dijo...

Maestro Bernado, la lengua que exhibes te hace más agudo, pero a los socialistas de los ochenta le gustaba comer (lo digo por la pinta de chiqui Benegas, Peces Barba, todos de buen ver salvo el canijo del Guerra) y los del dos mil les gusta vestir la Maria Teresa de Vogue, y t`os Canijos.



PD.- Para X los casarecce los encuentras en Carrefour de su marca Blanca a 1,59€ el paquete de 500 gr,

X dijo...

¡No jodas! Pues ahora no tengo ningún Carrefour a mano, pero corroboraré tu información. Gracias. :-)

Bernardo Romero dijo...

Jo, Armóndiga hijo, no me digas que colecciones los folletos que buzonean los del Carrefú. Qué nivel. Pues yo, cuando se me acaben estos que tengo, me vuelvo a los spaguetti y los macarroni de tutta la vita. Y de política, tengo que confesar que me quedé en esos tiempos del Benegas (con quién coincidí en el comité federal de las JJ.SS.) y cosas por el estilo. De lo que hoy hay, incluída la hija del condecorado por Franco, esa que tiene servicio o cuerpo de casa para su restauración matinal, no es menester ni hablar siquiera. Saludos.

Juan López dijo...

Bernardo muy buenas...puedo ya anticiparte que para semana santa empezare en un nuevo restaurante en El Rompido,será una especie de tablao a su vez,y que espero poder desarrollar una cocina personal y espero que acudas a la inauguración.De todas maneras te iré informando.
Así como unas jornadas en la escuela de Islantilla sobre Marzo,de jovenes cocineros onubenses,entre ellos La Plazuela y yo.
A raiz de todo esto te digo que estoy disponible hasta esas fechas para cualquier tipo de encuentro gastronómico entre amigos.
Saludos Bernardo