En Huelva es imposible encontrar una oreja de toro. Se las llevan todas los toreros, y los rejoneadores. El presidente de la plaza, don Domingo Prieto, que tampoco tiene mucha culpa de este desaguisado, se limita a buscar orejas por toda España para acudir con un maletín repleto a la plaza. Es evidente que con las doce de los toros, e incluso con las cuatro de los sobreros, no tiene suficiente para responder a las exigencias del respetable, que en este caso es el pueblo soberano y ya saben ustedes, que soberano, el toro.
Hoy finiquitan el abono de Colombinas Emilio Silvera, El Cid y José Tomás. La taquilla hubo que cerrar su ventanuco hace unas semanas, ya que estaba rotulado en el afiche el nombre de este crack meditático que se mete en los terrenos del toro como quien no quiere la cosa, y que por tanto saca pases con igual facilidad que un prestidigitador de su chistera, aunque eso sí, sin mover las zapatillas del albero. Un prodigio o una locura, como ustedes prefieran, pero un torero que se pasa el toro muy cerquita, que templa los pases con una suavidad infinita y que manda en el ruedo y en los periódicos. En las taquillas, también.
Junto a la enorme figura de José Tomás, El Cid, que en Huelva ha cuajado buenas tardes y del que siempre se esperan buenas faenas. Más Silvera, el torero de Huelva que torea más que poco, nada. Y así no se puede. Emilio Silvera ha estado entrenándose a fondo, matando toros en el campo y eso le pueden poner en forma. Esperemos que esta tarde tenga suerte y vuelva a estar en las principales ferias taurinas.
Las Colombinas se acaban, y con ellas las orejas, así que mañana que abre la plaza de abastos, intentaré comprar orejas de cerdo, que de esas sí que hay, para estofarlas según el modo tradicional y luego contárselo a vuesas mercedes. De momento, les cuento un arroz con langostinos que hice el otro día y que me salieron estupendos. Hice foto y todo, pero como está uno más liao que la pata de un romano, pues no os lo he podido contar, pero leed y tomad nota de esta curiosa y sorpredente
receta de Arroz con langostinos.- Pelamos los langostinos y a un lado vamos poniendo sus cuerpecillos desnudos y en una bandeja o fuente apta para el horno, el interior de las cabezas y las patitas. No se rían, que ya verán lo que vamos a hacer. Metemos en el horno a 220º la fuente con el interior de la cabeza y las patitas, más la piel queratinosa que se vaya con ellas, que no pasa nada. Nos olvidamos de esto hasta que el olor nos avise de que se están churruscando, momento en el cual abrimos la puerta del horno, sacamos la fuente y comprobamos que todo está bien tostadito. Esperamos que se enfríe un poco y lo metemos todo en la picadora junto a un poco de sal. Le damos caña a la picadora y cuando esté todo bien triturado, lo pasamos al almirez y le damos un repasito hasta conseguir que todo se haya reducido a polvo. ¡Pero qué polvo! Me refiero al polvo en que hemos convertido los restos de los langostinos, que están ustedes siempre pensando en lo mismo. Reservamos y continuamos con lo nuestro.
En una cazuela amplia y de fondo grueso, pondremos cebolla rallada o cortada muy fina, un par de dientes de ajo, una hoja de laurel, medio pimiento de los de freir cortado en tiras, una zanahoria mediana y cortada en cuadraditos, un puñao de guisantes y si nos place, unas habas baby. Lo ponemos todo a refreír en aceite de oliva virgen extra y le ponemos su poquita de sal, pimienta, una pizca de tomillo seco y azafrán majado con unos granitos de sal. Cuando la cebolla está transparente añadimos el arroz y un par de cucharadas rasas del polvo de langostinos, le damos a todo unas vueltas para que se manche el arroz bien de aceite y luego nos quede suelto, y procedemos a mojar todo con un chorreón de oloroso seco, lo más generoso - nunca mejor dicho - posible. Esperamos a que el vino se evapore y añadimos agua, en una proporción de dos y medio por uno, dejando cocinar a fuego medio.
Cuando el arroz está casi en su punto, añadimos los langostinos, damos unas vueltas y a esperar a que el arroz esté hecho. Se sirve espolvoreado con culantro o con perejil, según el gusto de cada cual.
Bueno, he estado unos cuantos días de fiesta, pero no os quejaréis, que el arroz está que se sale, os lo prometo. Y además veraniego. Para disfrutarlo de verdad, un vino blanco de aguja, un albariño o, cómo no, un vinito de estos del Condado, por ejemplo el Mioro Gran Selección, hecho con zalema, una varietal de por aquí, y algo así como un diez o un doce por ciento de moscatel de Alejandría. Un vino que se debe servir frío y que se deja querer.
8 comentarios:
Ufffffff, que pinta tiene eso!!! A ver si me invitas a comer un dia.
Como van las colombinas???? yo no me he perdido ni un dia, no me recupero de una resaca cuando ya estoy con otra, jajaja. Ahora voy para alla a echarle el cierre, total ya de perdios al rio mañana estare en urgencias, jajaja.
Besos.
Vale, mañana te llevo un botecito de suero a Urgencias. Aquí servidor va perdiendo aguante como es natural, así que estuve un día cumpliendo con todo quisque, ahora, eso sí, a los toros he ido todos los días. Hoy ha estado absolutamente maravillosa. Besos.
De la manducancia ya hablaremos. Ahora me tocan vacaciones, que se me va el verano y ni me entero.
Bernardo: ¿y si en lugar de agua añado caldo de pescado auténtico, que siempre tengo congelado?
Pues te ocurrirá que el arroz será más sabroso y apetecible, y además que yo me apuntaré a tu club de fans, y que quienes tengan la suerte de probarlo en tu mesa, te quedarán eternamente agradecidos, y también que a mí, nada más de pensarlo, se me hace la boca agua. Un abrazo desde Cantabria con amore y con un chuletón de novilla con 1'2 kg de peso que me dispongo a situar justamente sobre las brasas para dar cuenta de él.
Que rico Bernardo.
Yo el Mio Oro, que me da dolor de cabeza, lo cambiaria por un vino verde del Alentejo portugués. Por aquello de recordar los arroces de esa tierra.
Hombre, pues el vinho verde, o vino joven en su traducción al castellano, no estaría mal, pero en el Alentejo hay unos tintos absolutamente extraordinarios, magníficos también de precio, con lo cual no estaría mal acompañar este potente de sabor arroz de langostinos con esos vinos alentejanos (premio). Con respecto al Mioro Gran Selección, que siempre ando recomendándolo, deberías probarlo con un pescadito frito, con un marisco o con lo que quieras. Si te da dolor de cabeza puede que sea por otra razón (mezcla con espirituosos, música a todo volumen, el tráfico en la ciudad, la hipoteca...), las razones son infinitas para que te/nos duela el tarro, pero este vino, por su forma de elaboración, que la conozco al dedillo, te puedo asegurar que no. Un abrazo y pórtate bien.
Gracias Sr. Bernardo por la información.
Usted como siempre, abriendo apetitos.
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