Veranitos en Punta Umbría. Descalzos desde que daban las vacaciones hasta que en octubre nos teníamos que ir otra vez al colegio. En la mitad, viajes en canoa (1) de lunes a viernes, por mor de los cates. Eran aquellos benditos años en los que suspendíamos las matemáticas, la literatura y la geografía, con lo cual todas las mañanas nos teníamos que ir a Huelva, al Francés, a preparar los exámenes de septiembre. Puede que alguno de vosotros recuerde que al servicio normal de canoas, se añadía un servicio ilegal que realizaban otras más pequeñitas. Aquello era un pirateo total. Cuando salía la "Ángela Marisa", el ´Rápido" o la "Bella ciudad de Alicante", se acercaban al muelle de Levante unas canoas de mucha menor eslora que nos largaba un cabo: "Niño, amarra eso ahí", y nosotros le dábamos un par de vueltas con lazada la mar de marinera al noray. El personal que había perdido la canoa o que había llegado demasiado pronto para el siguiente viaje, se subía a la breve embarcación y el tipo, veloz como el viento, trepaba al muelle, desamarraba el cabo y se embarcaba de nuevo para poner proa a los Burros, pero no por el canal que usaban los barcos normalmente, sino por un caño de poco calado por el que cruzaba la isla de Bacuta y salía al Burro Chico. Y ahí fue donde pasó. Dónde pasó lo de rempujá la canoa (2).
Entre el personal viajero, iba una señora con su cesta de la compra a los pies, la cual dejaba ver lechugas, berenjenas, cebollas y verduras por el estilo, todo el verano metido en el esparto. De pronto, la canoilla se frenó. El hombre empezó a manipular la caña del timón, intentando virar que si a estribor, que si a babor, que si acelerando para continuar avante, que si intentando retroceder, pero la canoa había dicho que en este fangal me has metido y en este fangal me voy a quedar. No llegó a cundir el pánico, pero sobrevolaba la cubierta el recuerdo de la reciente última aventura del "Chimbito", su incendio y consiguiente singladura final de un viejo cascarón cuyo diario de a bordo hablaba en sus primeras páginas de suministros a la flota británica antes de la I Guerra Mundial; que para entonces, para cuando la Gran Guerra, ya estaba prestando servicios en la ría del Nervión, y luego de allí, de Bilbao, se vino para Huelva, a ocuparse del transporte de pasajeros y antes o al mismo tiempo, para aviar a los barcos mercantes que venían a por el mineral que les suministraban las entonces prósperas compañías instaladas en la faja pirítica onubense. Pues aquél naufragio en la ría, a dos brazas de la orilla, que muchos recordarán, había ocurrido tan sólo unos días antes.
De todos modos y como es natural, no hubo que lamentar daño alguno entre los viajeros, pues se pudo arrimar a la isla de Saltés creo recordar, y todo el mundo pudo saltar a tierra tranquilamente. El caso es que no hubo demasiado nerviosismo, salvo el de la señora del cestón de verduras, que no paraba de pedir que la sacaran de allí que se iba a quedar sin compra si el barco se hundía. Pero no era cosa de hundimiento sino de encallamiento y encanallamiento del tipo que por hacer más viajes y ganar más pesetas, se metía por esos caños hasta con la marea baja.
Cuando el imprudente y poco perito patrón, comprobó que aquello no tiraba ni para detrás ni para delante. Se dirigió al pasaje con una frase única y contundente, "to'l mundo pa'bajo". Y cómo el personal le miraba entre perplejo y alucinado, se extendió en su discurso: "to'l mundo pa'bajo y a rempujá". Creo que fue el Angelito García de la Villa y el Paco Buri los primeros que se quitaron las chanclas, el pantalón y se tiraron en calzoncillos blancos al agua, que cubría, efectivamente, un par de cuartas nada más. Detrás fuimos todos los demás, menos la señora suplicante y otras personas de edad que se quedaron a bordo. Y ahí estuvimos todos, rempujando la canoa creo que por primera y única vez en la historia. Así que cada vez que me dicen "vete a empujá la canoa", me acuerdo de aquello.
El barco salió del fangal, el tipo tuvo la decencia de esperar a que lo alcanzáramos y pudiéramos subirnos a bordo de nuevo, y cuando llegamos al muelle de Punta Umbría, saltó el primero con el cabo en la mano, lo amarró en una décima de segundo y se puso a pie de escalera a cobrar el servicio uno por uno a todos, incluídos los que minutos antes habíamos tenido que empujar la canoa. Qué tiempos.
Pues de todo esto me acordaba cuando esta mañana me puse a hacer un pisto con unas excelentes verduras, como las del cesto de la señora que clamaba por preservar su compra de las aaguas saladas de aquél caño hoy cegado de la isla de Bacuta. Y para que lo disfruten, ahí va el celebérrimo y genial
Pisto de la tía Maribel.- En una sartén amplia y de fondo grueso, se fríen dos cebollas medianas, a poder ser frescas, añadiéndoles un diente de ajo o dos. Cuando están pochadas pero no doradas, sino sólo pochadas, se les pone un poco de sal y se apartan en una olla capaz. A continuación se fríen dos pimientos verdes de los de freir, de buen tamaño, y cuando estén a medio freir se añade un calabacín cortado en daditos. Se dejan hacer un par de minutos sin dejar de dar vueltas y se añaden entonces siete pimientos del piquillo en conserva, troceados como es natural. Se les pone entonces sal y pimienta, y se espera a que el calabacín y el pimiento estén hechos pero que continúen enteros, y se echan encima de las cebollas que estaban esperando en la olla.
Por último se fríe tomate de ese que venden triturado, como medio kilo más o menos, y se le pone sal, azúcar y un poco de jengibre fresco rallado, pero no demasiado, aunque en esto, como en todo, el usuario tiene libertad, como no podía ser de otra manera, para poner lo que le dé la gana, que esto es sólo un comentario y no una regla inmutable. Se espera a que el tomate esté casi frito y se echa por encima de las verduras que esperaban en la olla. Ahora el final, se pone a fuego medio para dar a todo un calentón y removiendo con cuidado y con una cuchara de madera. Y ya está. Nosotros lo hicimos para acompañar la carne que nos hizo en la barbacoa Valentín, al que tuve que asistir con un paraguas mientras el personal observaba el espectáculo desde el porche de la casa, muertos de risa ante el espectáculo de un tío con botas de agua y otro con un paraguas asando carne en una barbacoa. Pero este pisto con un par de huevos fritos al lado, es para tirar cohetes. En fin, hasta otra.
(1) Canoa.- En Huelva, barco de pasajeros.
(2) Empujá o rempujá la canoa es expresión local, que se dice cuando se quiere mandar a alguien a la porra o a tomar viento. Empujar la canoa, un barco de gran tamaño, es cosa absurda, ridícula y de todo punto imposible, aunque como se puede comprobar leyendo esto, no tan imposible.
9 comentarios:
Que bueno BErnardo gracias por traerme una sonrisa para este domingo que me coge donde no me gustaría que me cogiera pero afortunadamente me coge.
Una brazo
Me he "jartao" de reír, maestro, de imaginar la escena de los notas en calzoncillos y clavados en el fango de los esteros por la bajamá "rempujando" la canoa.
Gracias, amigo.
Cuando has hablado de la canoa he recordado la primera imagen que tengo de un viaje. Iba con mi madre y mi hermana mayor, ya ausente, para pasar ésta el verano en Alosno con mi tia Catalina. Entonces había que pasar en la canoa y después seguir por carretera.
Tengo una imagen en la mente, almorzando a base de chacina y huevos duros, en un bar cercano a Damas sentados frente a un ventanal grande, que sacaba mi tia de un canasto grande de mimbre con tapas y asa central y un vaso de gaseosa.
Joder, Bernardo, perdona. Pero se me ha ido la olla al leer canoa, que de tiempo sin oir esa palabra.
En otro orden, ¿se puede cambiar el jenjibre por unos cominos muy machacados o molidos?
Un abrazo y perdona por la amplitud
Me alegro de que os haya divertido esta vieja historia, de hace unos cuarenta años. Casi nada. Bueno, lo de Luz de Gas es bastante difícil de entender, quiero decir eso de que esta donde no quiere estar pero menos mal que está allí. Espero que no haya nada grave por medio. Entraré en su blog, y en el de Juanjo, cuando tenga tiempo, que ahora tengo un minuto sólo para Miarma:
Eso fue en el bar Zafra. Era habitual que los viajeros y usuarios de los autobuses de Damas (coches de Arturo Damas, camionetas, viajera... pero nunca autobuses, que es palabra nueva en Huelva) comieran en ese lugar. Entonces lo de ir a restaurantes era un lujo fuera del alcance del noventa y tantos por ciento de la población, por no decir de toda. En cuanto a lo del genjibre, no sólo se puede sustituir por cominos, sino que lo puedes hacer sin otra cosa que sal y pimienta, pero deja los pimientos del piquillo y no te arrepentirás. Se suele comer sobre un lecho de patatas fritas en cuadraditos, o al menos así lo presentaba mi madre. En fin, tronco, que me alegra que me cuentes cosas de esas, gracias por estar ahí.
Hola Bernardo por aqui sigo remirando tu blog y leyendo tus vivencias y recetas.
Solamente una sugerencia ara ese pisto apetitoso si en vez de ponerle tomate(frito) le añades un queso cremoso tipo philadelphia y un poco de albahaca fresca u orégano.Diferente y bastante resultón.
Y nada decirte que mañana me marcho a unos cursos a sevilla en la universidad Pablo de Olavide.te propongo que a la vuelta probemos lo aprendido con la compaña que quiera apuntarse.Te envio el enlace por si te apetece echarle un vistazo.
http://www.upo.es/olavideencarmona/export/sites/upo_carmona/cursos_de_verano/programacion_2009/2009cc07-1.pdf
Saludos .
Anda que no. Pues fantástico, preparamos algo para cuando vuelvas y vuelva yo también. Excelente don Juan. Hasta pronto.
nota al margen: Prueba lo de freir el tomate y añadirle un poco de genjibre fresco rallado, creo que es interesante. Un abrazo.
Tu lo has dicho perfectamente, para el gusto de esta csa, todo pisto debe ir acompañado de dos huevos fritos...lo mio no tiene remedio, son las 8.26 de la mañana y me lo zampaba...
Jajajajajaja, qué bueno Bernardo. Hacía tiempo que no escuchaba esa expresión. También me ha encantado lo de "todo el verano metido en el esparto".
Y qué rico está un pisto. Sin duda, mi palto de verduras favorito. Y si, como dices al final, lo acompañas con un huevo frito pa quitarse el sombrero.
Un beso.
A mí me has alegrado una mañana de domingo tras probar los calentitos trianeros… de la calle Comendador, que son fortotes porque los fríen en manteca… (Almax pa que te quiero). El otro día leí que la canoa seguirá surcando la ría gracias al rempujón de la Autoridad Portuaria…, menos mal.
Es un paseo precioso. Y qué decir del pisto. Mi suegro, de Tudela-Navarra, tiene la gran habilidad de comérselo con dos huevos, fritos, ayudándose, como cubiertos, de dos rebanás de pan…, eso sí, sus gotitas de Tabasco y sus guindillas que no le falten… Tiene el estómago de acero.
Un abrazo.
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