En Huelva denominamos ponche a una bebida refrescante elaborada con cinco ingredientes, a saber: vino, agua con gas, azúcar, canela y clavo (que son una, las especias) y fruta, que en el caso del ponche colombinero son melocotones, pero no melocotones cualesquiera, sino melocotones de La Nava, los más aromáticos y de carne más firme que se pueden encontrar en el mercado.
Durante las fiestas Colombinas, a principios de agosto y con motivo de la celebración de la efemérides de la partida de las naves descubridoras, es bebida inexcusable y tremendamente popular. Esto ha conducido a que sea una bebida absolutamente viva, no esclerotizada, sino sometida a constantes cambios.
Uno sigue siendo empero fiel a la manera en que se hacía el ponche en casa, aunque en los últimos tiempos, tiempos de desmesura, qué duda cabe, han proliferado ponches en exceso dulzones y con ingredientes extraños a su espíritu de bebida ligera y refrescante, apta incluso para los niños. De hecho y para no aburrirles demasiado, os cuento lo que me ocurrió días atrás.
Andaba servidor invitado en una barbacoa en la cual se había encargado la elaboración del simple ponche a uno de los asistentes, camarero de profesión una vez lograda su graduación de Secundaria a través de la Diversificación primero y, tras habérsele atragantado el Ámbito Científico y Tecnológico el año anterior, gracias al fin a la Secundaria para Adultos. El artista de la barra procedió a introducir en un cubo de zinc, muy limpio, eso sí, dos tetrabrick enteritos de vino blanco (inertizado, esto lo digo yo, que la etiqueta lo calla la muy cabrona); una botella de solera o vino generoso seco (que vaya contraste); otra botella de mistela, que es como se suele denominar a un vino dulce parecido al P.X. pero más cañero, más dulce quiero decir; un tarrito de caramelo líquido (¡cómo lo leen!); un cuarto de litro de licor de limón; un puñao de canela en rama; medio kilo de azúcar; y por fin un kilito entero de melocotones.
Después de un contumaz meneo con un cazo a aquél brebaje, el menda procedió a llenarlo de cubitos de hielo y del tirón a llenar vasos hasta las trancas del líquido resultante, que resultó, como es natural, turbio, de un extraño y desagradable color parduzco que viraba al trasluz directamente al denominado popularmente caca de niño chico. Aquello resultaba de un dulzor insultante y, lo que son las cosas, absolutamente inexpresivo.
Con la cara de tonto que se te queda en estos casos, uno tuvo que elogiar al maestro coctelero y estar con el resto del personal en que era el mejor ponche que había tomado en mi vida. Un macetón con un ficus enorme, justo al lado de la silla que ocupaba, fue mi mejor confidente y comprensivo amigo en semejante tesitura, pues al dicho tiesto fueron parando los sucesivos ponches que con grandes albricias me endiñaban de continuo.
Hoy, recuperado de aquél espanto líquido, de su presencia tan sólo, pues quede constancia de que el ficus se lo tragó por mí, he elaborado un ponchecito simple y de para las mayorías alborotadoras, probablemente de baja calidad, ni mucho menos tan inigualable como aquél o, lo que es peor, como los que proliferan por los entoldados, y casetas colombineras. Este que aquí os dicto, rimas sonoras, sabia sí, pero bucólica Talía... Ay, que se me va la olla, eso es de Góngora, la dedicatoria del Polifemo y Galatea creo recordar... Pero bueno, sigo, que en definitiva lo que pretendo es mostraros esto que ahora es presento: mi manera de entender y hacer un auténtico
Ponche de Colombinas.- Se mezclarán en crátera capaz tres melocotones serranos, pelados y troceaditos, de La Nava a poder ser, de esos aromáticos y carne firme que les mentaba supra, con dos palos de canela abiertos por la mitad y algo desmenuzados, dos clavos de olor, dos cucharadas soperas de azúcar blanca (si son muy golosos, pues tres, pero ya está) y tres cuartos de litro de vino blanco (una botella, y si puede ser Mioro, pues mejor, pero en todo caso, un vino de estos afrutados del Condado. De Niebla, a cuyo conde subido a la pingoleta de una almena dedica Góngora sus rimas sonoras: "de Huelva peinar el viento, fatigar la selva...). Se menea bien meneao, como hacía Menelao, y se deja reposar todo en la nevera por ejemplo una horita, y a continuación, al momento de servir, se le añade medio litro de gaseosa (La Revoltosa, u otra similar), que es agua con gas y azúcar, razón por la cual fuimos prudentes anteriormente, que sin haberlo preparado me ha salido un pareado. Y ya está. En la copa se admite e incluso se recomienda el perfume de unas hojitas de hierbabuena.
Esto es a mi entender un ponche colombinero, refrescante y estupendo para acompañar una barbacoa, o para celebrar las fiestas en conmemoración de aquella empresa de Descubierta que terminó como el rosario de la aurora y con un nuevo mundo incorporado a la Historia Universal y a la corona de Castilla y Aragón, que por ellas nuevo mundo halló Colón, chin, pon.
7 comentarios:
Me ha recordado esta entrada a mi infancia...mi madre preparaba una olla enorme de ponche, se la tomaban los amigos en la terraza en verano, yo le ayudaba a pelar los melocotones y sólo podía probarlo porque tenía alcohol, lo preparaba igual, sólo que sin clavo. Es una bebida muy típica también en Jaén. Saludos
Pues ahora creo que nos vamos a enterar de dónde se toma el ponche en verano. Yo pensaba que era cosa de Huelva solamente, pero ahora veo que en Jaén también. Ya he estado por tus olivares y me han encantado. Estos calores veraniegos creo que nos hacen a todos un poquito iguales, acentos al margen. Un abrazo.
Que mono tengo de Colombinas!!! el año pasado me las perdi (no las eche mucho de menos, estaba de crucero) pero era la primera vez en mi vida que no iba y bueno...tengo ganitas de ir.
Un besito
Ole, desconocia todo de esta entrada.
Un besote
¡Hombre el ponche! la bebiba por excelencia de la fiesta patronal de Valverde. No es buen anfitrión quien no hace ponche el día de la Virgen del Reposo para disfrute de todos.
En la feria hay una caseta que se llama "Engánchate al ponche", puedes hacerte una idea de cuál es la bebida estrella de la misma.
Y es como apuntas, sin exceso de dulzor y con esos melocotones carnosos llenos de aroma. Muchos, además del vino blanco, le añaden un buen chorreón de ginebra, será por aquéllo de que en Valverde gusta muchísimo la priva.
Un beso Bernardo.
M.Mar, este año nos vemos en la caseta de la Unión de Peñas Flamencas, je, je. A Su creo que le hemos dado una idea, este cup o ponche con vino blanco y melocotón, más las especias, es especialmente divertido y si por ahí por Guadalajara, Cuenca y Madrid no lo conocen, pues puedes sorprender a más de uno. Zap, me encanta que en la fiestas de Valverde se consuma también el ponche. Lo de añadirle alcohol es inevitable, hoy como no sea beber para coger una trompa de campeonato... En Huelva pasa lo mismo... Ya te lo cuento, cualquier día de estos terminan echándole trinitotolueno, que era el explosivo de los chistes hasta que la marca Acme, con el refrendo de la Warner acabó con nuestras marcas patrias. Un ósculo per tutti i un altre per mé que cada día me quiero má, obí, obí, obá, obá. Con mucho cariño vuestro amigo Narci... digo Bernardo
en las fiestas de el salvador(ayamonte)es típica también esta bebida tan refrescante..
pd- no se puede abusar mucho de ella por que ya se sabe lo que ase el alcohol jejeje un saludo
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